Cuarenteneros, pandemiartos, aisladites, precovidas y precovidos, nostálgiques del mentón ajeno; embarbijados, adas y ades, ¿cómo va?
Estamos viviendo tiempos preelectorales, estamos en los días en los que cualquier cosa que uno diga puede ser interpretada como que está haciendo campaña. Es más, hasta el silencio puede ser tomado como que uno está favoreciendo a determinade candidate, por no denunciar lo que está haciendo le otre.
Si uno se rasca, puede ser propaganda opositora. Si uno tiene relaciones sexuales, es directamente un militante peronista (salvo que las tenga solo, así puede ser tomado por libertario). Si uno fuma un porro, según en qué barrio lo haga será de uno u otro bando. Si pide flan, ya sabemos. Y si se autopercibe esquiando en Suiza, aunque esté vendiendo palta en el Parque Centenario, también.
Así de dura viene la mano.
Podríamos hablar de política; decir que hay dos proyectos: uno que construye como puede, con ensayos y errores; el otro, que destruye todo lo que puede, hasta los sueños. Pero sería visto como propaganda electoral, porque todos saben quién anda en cada uno, así que mejor no.
Podríamos hablar de salud: mostrar que hay quien intenta que todos los argentinos estemos vacunados, que podamos salir a la calle racionalmente tranquilos; y hay quien se la pasó diciendo sucesivamente que el virus no existe; que las vacunas son veneno, que son pocas, que no son las que a ellos les gusta; que el gobierno primero debería probarlas con sus amigos, que está muy mal si primero vacuna a sus amigos; y así. Pero sería hacer campaña y estamos en veda.
Podríamos hablar de ecología y mencionar la idea de ofrecerle al FMI destinar parte de la deuda a mejorar el planeta; o bien, mencionar la idea de quienes creen que ante un incendio forestal lo que hay que hacer es rezar. ¡Uy!, ¡otra vez haciendo campaña!
Podríamos hablar de equidad. Y mencionar a quienes tratan, como pueden, de que todas las personas sin distinción de nada accedamos a derechos (y obligaciones) parejos, sin privilegiades. O mencionar a quienes hablan de “meritocracia”, la palabra que se les ocurrió para representar la más salvaje dictadura del mercado. Pero ahí ya estaríamos haciendo proselitismo barato (si fuera a favor del neoliberalismo, también sería proselitismo, pero caro).
Podríamos hablar de jubilaciones. Mencionar a quienes creen que los, las y les jubilados somos nosotros mismos dentro de algunos años, y por otro lado, a quienes creen que “la gente vive demasiado”. Pero eso está muy mal, ¡porque sería “disputar el voto PAMI”!
Podríamos hablar de “interrupción voluntaria del embarazo” y decir que hay quienes lo ven como un tema de salud pública, que se trata de que no haya más muertes por abortos clandestinos; y hay quien lo ve como un gran negocio electoral, por lo cual propuso, cuando era gobierno, “que se debata, pero que no salga como ley”... Pero si nos metemos con eso, estaríamos modificando el voto de los que aún no nacieron.
Podríamos hablar de economía y mencionar a quienes tienen que hacerse cargo de una tremenda deuda que no contrajeron y, por el otro lado, a quienes no se hacen cargo de una tremenda deuda que sí contrajeron. Pero eso ya sería flagrante militancia.
Podríamos hablar de Latinoamérica, y mencionar a quien hizo todo para salvarle la vida al expresidente y actual líder político de Bolivia Evo Morales; o mencionar a quienes pusieron recursos a disposición del golpe, y además dijeron que no era un golpe, ni motín, ni putsch. Tal vez trataron de que creyéramos que lo que estaba pasando era el producto de un porro de mala calidad comprado en el barrio equivocado. Pero eso sería meternos en asuntos de otros imperios.
Podríamos hablar de persecuciones. Y mencionar a quienes se quedaron en el país mientras eran públicamente escarnecidos y prejuzgados, y a quienes, ante la menor y bien probada sospecha, huyen al exterior, a la victimización o al refugio blindado que les brindan los medios enfermónicos. Pero eso sería atentar contra la libertad de fakepresión.
Así que mejor hablemos la bella naturaleza, del hermoso sol y de la romántica luna. Del maravilloso paisaje que tenemos, por ejemplo, en la costa de nuestra querida Capital... ¡Uyyy, no!, ¡me parece que nos estamos metiendo en un lío!
Sugiero acompañar esta columna con el video “A nuestra Costa”, de RS Positivo (Rudy-Sanz), hallable en el canal de YouTube de los autores: