Desde Roma

En un país como Hungría, gobernado por un primer ministro como Viktor Orban, uno de los más conservadores, nacionalistas y antiinmigrantes de la Unión Europea, el papa Francisco -cuyas ideas sobre estos temas son completamente distintas- se encontró con exponentes de la comunidad judía y aprovechó para pedir al mundo que “apague la mecha” del antisemitismo que todavía se arrastra “por Europa y más allá”.

El encuentro con las comunidades judías, tanto de Hungría como de Eslovaquia - donde el Papa permanecerá desde el lunes y hasta el miércoles- tendrá un rol particular, había explicado el portavoz vaticano Matteo Bruni a los periodistas al presentar el viaje. Las comunidades judías de ambos países, en efecto, sufrieron enormemente durante la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. En Hungría unos 565.000 judíos fueron asesinados y en Eslovaquia se calcula que fueron asesinados unos 70.000 pero sobrevivieron entre 25.000 y 30.000, según el Centro Mundial de Conmemoración de la Shoah.

Puente de las cadenas

El mejor modo para desactivar la mecha del antisemitismo “es trabajar positivamente juntos y promover la fraternidad”, subrayó el Papa que en el encuentro además trajo a colación el famoso Puente de las Cadenas, que atravesando el río Danubio une las dos partes de la ciudad que antiguamente eran dos ciudades: Buda y Pest. “No las funde sino que las mantiene unidas. Así deben ser nuestras relaciones”, concluyó.

En el encuentro con el Consejo Ecuménico de las Iglesias y algunas Comunidades Judías de Hungría realizado en el Museo de Bellas Artes de Budapest, Francisco subrayó también que apreciaba los esfuerzos realizados para “destruir los muros de separación” que existían en el pasado entre judíos y cristianos. “Judíos y cristianos no desean ver en el otro nunca más un extraño sino un amigo, nunca más un adversario sino un hermano”, dijo.

Se trata del viaje número 34 de Francisco al exterior, que habrá visitado así en todo su pontificado 54 países (pero nunca Argentina), y el primero desde que fue operado al colon en el mes de julio pasado. El domingo el vuelo papal partió en torno a las 6.10 de la mañana de Roma en un vuelo Alitalia -el último con esta compañía que ha sido disuelta- junto a 78 periodistas , el secretario de estado -número dos del vaticano- Pietro Parolin y monseñor Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados. En el avión viajaba también un grupo de enfermeras y médicos que se encargan de la salud del Papa.

El avión con Francisco y su delegación llegó al aeropuerto de Budapest a las 7.45 donde fue recibido por el viceprimer ministro Zsolt Semjen. Con el presidente de Hungría, Janos Ader, el primer ministro Orban y el viceprimer ministro Semjen, se reunió poco después en el Museo de Bellas Artes, durante unos 40 minutos. Fue un “cordial coloquio” según la oficina de prensa vaticana, en el que se trataron temas relativos a “la Iglesia en el país, al compromiso para salvar el ambiente” - al que Francisco, que ha escrito una Encíclcia ecologista como “Laudato Si” le de mucha importancia- , y a “la defensa y promoción de la familia”.

Por su parte Orban, que es protestante, escribió en su página de Facebook que había pedido al Papa Francisco “que no permitiera que la Hungría cristiana desapareciera”. El primer ministro le hizo un regalo muy particular al Papa, que algunos interpretaron casi como una tácita alusión a los peligros que, según él, suponen los inmigrantes. Se trató de una copia de una carta que el rey húngaro Bela IV en 1250 escribió al Papa Inocencio IV y en la cual le pedía ayuda contra los belicosos tártaros que amenazaban a la Hungría cristiana.

Francisco viajó a Budapest para concluir el 52o Congreso Eucarístico Internacional con una misa en la Plaza de los Héroes de esa ciudad. Según los organizadores participaron más de 100.000 personas en la celebración. En el palco donde estaba, el Papa saludó y abrazó a varios participantes, entre ellos al Patriarca (ortodoxo) Ecuménico de Constantinopoli Bartolomeo que estuvo presente en el Congreso.

Eslovaquia

En torno a las 14.40 el vuelo papal partió hacia Eslovaquia donde Francisco y su delegación permanecerán hasta el 15 de septiembre. La llegada a Bratislava, capital de Eslovaquia, como estaba previsto fue en torno a las 15.30 locales y en el aeropuerto el Papa fue recibido por la presidente del país, Zuzana Caputova. Durante la tarde, el Pontífice tuvo algunos encuentros en la Nunciatura (la embajada vaticana), en particular uno con los miembros de la Compañía de Jesús a la que el Papa argentino pertenece.

Las actividades papales del lunes estarán concentradas en Bratislava. Durante la mañana será recibido en el Palacio presidencial por la presidenta Caputova y el cuerpo diplomático y más tarde se encontrará con obispos, sacerdotes y religiosas y religiosos en la catedral de San Martino. Por la tarde, Francisco se encontrará con la comunidad judía en la plaza Rybné Namestie, donde hay un memorial de la Shoah y donde el Papa dirigirá un discurso. Más tarde recibirá en la nunciatura a miembros del Parlamento eslovaco.

El martes el Papa visitará las ciudades de Košice (cerca de la frontera con Polonia) e de Prešov (la segunda ciudad de Eslovaquia por el número de habitantes) donde celebrará la liturgia bizantina de San Juan Crisóstomo y visitará el barrio Lunik IX donde vive desde hace 30 años la comunidad Rom (gitanos). Por la tarde, en el estadio Lokomotiva saludará a todos los jóvenes de Eslovaquia. El retorno a Roma está previsto para el miércoles 15 por la tarde, después de haber celebrado una misa en el santuario de Nuestra Señora de los Siete Dolores de Bratislava.