El resultado desfavorable para el Frente de Todos en estas PASO, tan diferente a las cifras de hace tan sólo dos años, implica un fuerte llamado de atención para el gobierno nacional y para los gobiernos provinciales que han resultado también desfavorecidos.
Una parte de los votos que recibieron ayer los candidatos de la derecha, respaldaron a Alberto Fernández en 2019. Aunque es difícil extrapolar los resultados de estas elecciones internas a las de noviembre, la lectura inicial que arrojan estas cifras es que esa parte de la sociedad atribuyó al gobierno los rigores de la pandemia que, además, le hicieron olvidar los rigores de los cuatro años de la gestión horrorosa de Cambiemos durante la presidencia de Mauricio Macri.
Con unos cuatro o cinco puntos más de ausentismo que en las legislativas de 2017 (las anteriores de medio término) también resulta difícil dirimir hasta qué punto las explicaciones abarcan a las políticas nacionales, o tienen más influencia las realidades provinciales o la forma como las políticas nacionales han llegado a cada distrito.
Las cifras constituyen de todos modos, un llamado de atención para las dos gestiones porque muestran un cambio drástico con respecto a las de hace tan sólo dos años, cuando la diferencia a favor del Frente de Todos fue de ocho puntos. Aunque se presume que en las PASO o en las legislativas, el voto tiende a dispersarse, en este caso, el resultado transforma el mapa de la política que había quedado tras las presidenciales.
Si este esquema se confirma para las elecciones de noviembre, el gobierno nacional tendrá muchas dificultades para gobernar con una minoría legislativa, y de alguna manera estará abriéndole la puerta a una nueva gestión de la derecha.
La intervención más fuerte para provocar un cambio importante en las tendencias del voto ha sido sin duda la pandemia. Aunque el esfuerzo del gobierno para afrontarla logró atenuar sus efectos, los problemas económicos que provocó son atribuidos también a decisiones de la Casa Rosada. En el tema de salud es, quizás, donde mejor se visualizó la gestión oficial, con la multiplicación de camas, la adquisición de vacunas y el programa de vacunación.
Pero la inflación, el cierre de los comercios por las precauciones sanitarias, los impedimentos para traslados y vacaciones, y la caída del salario promovieron un malhumor, un clima de protesta, que se terminó expresando en un voto castigo por izquierda o por derecha.
Aun cuando percibieran que la situación desastrosa que heredó este gobierno, sumada a la pandemia, hizo muy difícil que se sintiera una mejora y la bronca se enfocó con el que gobierna. La mejora que prometió el Frente de Todos no se pudo verificar en una dimensión suficiente.
De alguna manera, el voto se orientó esta vez hacia los que decían que el manejo de la pandemia fue malo. Los que aseguraron que fue la cuarentena más larga del mundo, que las vacunas tienen ideología, que se robaron las vacunas, que en las escuelas no hay contagios, que no llegó la segunda dosis.
Sin embargo, si se compara con el resto del mundo, Argentina está entre los países que logró mejor desempeño, incluso comparándola con Estados Unidos y Europa. O sea, hubo muchos votos contra los que mejor manejaron la pandemia. Y se olvidó que el gobierno macrista no terminó los hospitales, que dejó pudrir las vacunas contra el sarampión, que rebajó a secretaría el Ministerio de Salud y que recortó el 25 por ciento el presupuesto de salud.
Pero al mismo tiempo la mala situación de la economía que heredó de Macri no dejó colchón ni margen para el agravamiento que le sumó la pandemia. Si la gente estaba mal en ese momento, ahora está peor, desde amplios sectores de la clase media y media alta, hasta la mayoría de los trabajadores. Evidentemente, aunque se reconociera que esa situación no era responsabilidad del gobierno, no hizo la diferencia a ese nivel.
Más allá del porcentaje fijo de votos que recibe la derecha, el gobierno tendrá que convencer con medidas concretas que es el único que puede mejorar esta situación de la que no es responsable. En esta votación, el clima de bronca hizo que muchos jubilados votaran a los que les bajaron 13 por ciento por decreto la jubilación y les quitaron los remedios gratuitos. Hubo comerciantes que votaron a los que les aumentaron tres mil por ciento los servicios de electricidad y gas y los llevaron al borde del quebranto. Y hubo miles de votos a candidatos fantoches de paja como la panelista de Baby Echecopar, Carolina Losada, en Santa Fe, o a un energúmeno de propuestas interplanetarias como Javier Milei.