Daniela Horovitz en el medio, cantando. Gozando de una amplia gama de tonos, registros y géneros. A su derecha, el versátil Lisandro Fiks tocando contrabajo, guitarra, y también cantando. En la otra punta, Analía Rosenberg, alternando acordeón, teclados y “secador”. Hasta acá, el trío Tripolar. Más allá, entre el público, Víctor Hugo Morales gritando bravo al final de cada intervención; alguien encendiéndose con “Celos”, de Camilo Sesto, y los ojos de Joe Strummer, cantante de los Clash, observando el cuadro desde un retrato. Algo así, en gerundio y con leves variaciones, es lo que se vive cada noche de martes en el Strummer Bar (Godoy Cruz 1631) cuando el trío más dos actrices (Romina Fernandes y Julia Zeta) activan el espectáculo “Mala vida me estás dando”.
“Empezó siendo un video de pandemia, como tantos, y terminó en esta especie de Café Concert ficcionado”, enmarca Horovitz, al final de la función que ensambla tres obras cortas con tres conciertos breves. “Lo más difícil para mí fue el rock. Hice de todo en mi vida… jazz, música brasilera, tango, bolero, pero al rock siempre le pegué en el palo. Fue un gran desafío para mí”, admite. De ahí que uno de los pasajes más sorpresivos de la puesta pase por una singular sinergia entre Led Zeppelin y Astor Piazzolla.
“Y ahora, nuestro tanguero más rocker fusionado con carnosos y suaves taninos de Robert Plant, sobre colchón de Led Zeppelin”, anuncia Horovitz, en plena performance. Está dando el pié a otra fusión inesperada entre “Whole lotta love”, y “Kicho”, pieza que Astor compuso en honor del contrabajista Kicho Díaz. Otra fusión medio insólita es la que el trío concreta entre Pappo y la "Chacarera del 55", de los Hermanos Núñez: “Para los cantores, para los cocheros / Pa' los quemadores que brotan en mostradores / todas las mañanas son iguales /lindas, novedosas y especiales / viven reprochándome morales / todo lo que yo hago, están mal”, anudan las voces de Horovitz y Filks, que toca el riff de “Sucio y desprolijo” en el contrabajo. “Primero habíamos probado mezclar a Pappo con `El cosechero`, de Ramón Ayala, pero no terminaba de enganchar, hasta que probamos con la chacarera, y terminó siendo más rockera. Nos reíamos solos”
Las dos mujeres del trío se conocen de La impertinente señorita orquesta, agrupación femenina de canción francesa y humor. Ambas --más Lisandro—también coincidieron durante un tiempo en Los Amados. “Elegimos llamar al espectáculo `Mala vida`, porque las obras de teatro que se mechan con los números musicales hablan de parejas que la pasan como el culo, y algunas canciones también”.
El nexo entre música y teatro fue Filks. Dos de las tres obras que aparecen en la puesta las escribió él, y la otra, Romina Fernández, que también actúa. “La idea logró ensamblar bien, porque nosotras, que somos músicas, tenemos nuestro lado actoral fuerte. Yo lo hice en Safo de Lesbos”, sostiene la inquieta y ecléctica Horovitz, cuyo próximo fin es presentar tal obra en el Partenón griego, con la Orquesta Sinfónica de Atenas.