"No es que haya un mundo invisible, paralelo u oculto a lo visible.

El único mundo es el percibido que es visible e invisible”

M. Merleau Ponty

Los artistas fueron pioneros en apreciar las diferencias entre fondo y figura. Descubrieron no existe “Figura” sin “Fondo”. Aprendieron que son inseparables. Estudiaron que cada mensaje incluye una selección e involucra elecciones. Desde entonces, músicos, pintores, poetas acentúan colores, sonidos, palabras y relegan otros. El fondo, aún invisible, es el que estructura y sustenta toda representación. A menudo, el público ignora o prescinde de la diferencia.

También, los comunicadores sociales -periodistas, publicitarios, actores, pedagogos-aplican ambas categorías. Captan la atención humana mediante íconos y colores, grandes títulos y consignas, objetos y personajes y los contextualizan.

Por cierto, un abismo ético y formal separa las aplicaciones orientadas a la educación, la reflexión, la alegría o el conocimiento, de los espejismos que instauran climas de miedo y odio, dolor y violencia. Al analizarlos se revela otro fondo, aún más subterráneo e invisible que explica el alcance y penetración de esos mensajes.

Al fondo a la derecha

En la actualidad, resulta innegable que el mayor poder de fuego sobre la subjetividad humana pertenece a las grandes corporaciones globales de medios y redes. Provistas de dispositivos para detectar temores, intereses y angustias de cada internauta y conducirle, llave en mano, a consumos de toda naturaleza. Armadas de algoritmos para personalizar y distribuir contenidos y gracias a servicios de guionistas -indignos de Le Carré, Grishamo Forsyth- y de voceros y repetidores, montan un nuevo distractor, cada día.

Ya se trate de espectáculos de mentiras o escándalos velan su responsabilidad, fingiendo usar recursos de la Guerra Fría mientras instalan sus “fondos” y “figuras” adquiridos y distribuidos, mediante tecnología de punta. No solo se trata de acciones directas de las grandes corporaciones tecnológicas o de las Big Five Majors.

De igual modo, sus parroquias locales (empresas de telecomunicaciones, navegadores, medios, empresas proveedoras y clientes, hackers, trolls, etc.) emplean desarrollos de Inspección Profunda de Paquetes (DPI), Business Intelligence (BI) y Data Mining (DM) para capturar datos y gobernar redes, tanto públicas como privadas.

Es tiempo de acompañar el reconocimiento del alcance y penetración de las Redes de Nueva Generación (NGN), del 5G, del Internet de las Cosas (IoT) y de la Virtualización, con el de la tendencia de centralizar la gestión y control de las redes, cada vez en menos y más privadas manos.

No percibir que los teléfonos móviles, además de consumir ancho de banda, entregan datos sensibles y valor generado por sus usuarios a nubes y monopolios de almacenamiento de datos; implica ceder libertades y poder de decisión personal y colectivo.

Soporte nacional

Los delincuentes de la subjetividad aprovechan las leyes, (hasta la de protección de fuentes de información del periodismo) para apropiarse de privilegios y oscurecer los mejores esfuerzos hacia la felicidad de los pueblos y gobiernos populares. Pocos países tienen poder y conocimientos suficientes para desafiarlos. Pocos países se atreven a negociar dignamente con ellos.

Sin embargo, las nuevas tecnologías contradicen el principio de la economía liberal según el cual “Aquellos que más invierten son los que más ganan”. Por contrario, las grandes empresas son las que explotan, directa o indirectamente a las innovaciones que surgen de las inversiones en Investigación y Desarrollo de los Estados nacionales.

¿El proceso de convergencia es inevitable?

Entonces, resulta ineludible:

- Articular intereses públicos y privados, distribuyendo el acceso público a múltiples servicios, reservados hasta ahora a grandes empresas.

- Establecer políticas de privacidad de datos y regulaciones sobre seguridad y monetización.

- Disponer de un sistema de gestión central de telecomunicaciones del Estado argentino, capaz de controlar y supervisar las redes públicas y privadas de telecomunicaciones, integrando y monitoreando el cumplimiento de los servicios de telefonía fija y móvil, Internet, radio y televisión digital y las prestaciones satelitales.

- Instalar servicios virtuales redundantes en Territorio Nacional con perímetro securizado para certificar el funcionamiento ininterrumpido de redes públicas y privadas de telecomunicaciones.

Los países en vías de desarrollo se adaptan con mayor rapidez al cambio tecnológico. Más aún Argentina, con nivel científico teórico y práctico probado, hasta en pandemia.

La soberanía no es una utopía. Se trata de precisar la “figura” y crear un “fondo diferente”.

* Antropóloga, Universidad Nacional de Rosario