Es cierto que en el contexto actual, lxs gordxs, contamos con mucha mas oferta de ropa que años atrás en los que había que tener la posibilidad de viajar, o bien vestirse con prendas preseteadas para gordxs: dígase colores oscuros, estampas polémicas, prendas sin formas ni detalles, etc. Lxs más osadxs contaban con unx abuelx y/o madre y/o costurerx amigx que cumplía sus sueños de vestimenta más alocados. Como un vestido de fiesta con brillos, un catsuit animal print o un conjunto deportivo color rosa chicle.
Hoy hay marcas muy conservadoras que siguen insistiendo en hacer talles pequeñísimos (aunque bueno, lamento decirles que hay ley de talles, je je) y diseñadorxs que se espantan al ver un cuerpo no hegemónico queriéndose vestir más allá del modelo "carpa". Pero no les demos mucha importancia a esta gente que les cuesta un poco el cambio y mucho la empatía: hay marcas que aparecieron para darnos trajes de baño caribeños, vetidos de tul, faldas de terciopelo, ciclistas fluorescentes, tops con brillos, ropa interior sexy para una noche de pasión, tapados de pana para retirarse digna de una noche de plena diversión y llegaron para hacernos modelas. Qué vicio mirar las prendas que me muestran @onlinemami_ @la.pichi_ @gordainsurrecta5.0 @brenda.mato y todas esas bombas que el siglo XXI nos dió. La Marujita adolescente sonríe feliz y cada vez que puede se compra alguna cosita.
Ahora bien: ¿qué pasa que en los sets de grabación no se estarían aggiornando demasiado? No digo que pase en todos, de a poco la cosa va cambiando pero les diría que tengo un vestido negro con sirenitas que ya lo usé como en dos cortos y un largo, un remerón rosa que no para de brillar en la pantalla y varias faldas que me están reclamando cachet. Claro, no hay mucho canje para una actriz gorda boló, y hacer ropa es caro entonces siempre inevitablemente viene la pregunta de parte del área de vestuario: ¿vos traerías algo de tu ropa? Nosotrxs tenemos cositas acá pero está bueno que te pongas algo que te quede cómodo.
Y allá voy yo, con el bolso lleno de mi querida ropa, la que me compré porque me gustaba, o porque era la que podía o porque me entraba. La que adquirí en algún viaje empachados mis ojos en el sector plus size de alguna cadena prohibida. La ropa preciada que tanto me ha costado conseguir en mi vida. Cuando llego al lugar inspeccionan mi ropa, nunca les alcanza, piden otra cosa, algo que no tengo. Me empiezo a sentir culpable. "Tendría que tener un básico blanco", me digo. Miran con asco mi ropa. "Usás muchas estampas", me dicen. Me empiezo a deprimir.
Una vez estaba sentada en un motorhome y una directora de vestuario gritaba del otro lado de una cortina lo siguiente: "¿por qué traen extras gordas? Estoy podrida de las gordas, no sé que ponerles, les queda todo horrible".
Y yo ahí, sentadita en un tres medidas. Esperando para entrar a vestirme. Pensando en qué diría de mí cuando no estoy. Queriendo armar una revolución de gordas en pelotas por el set. Una legión de redondeces sin ropa. ¿Así que no nos queda bien la ropa? ¡No nos vestimos! ¡Únanse a mí extras gordas! ¡Únanse a esta gorda boló! Hagamos una danza de amor y salgamos corriendo de este lugar en medio de un grito al unísono. Basta de estas jerarquías ridículas! ¡Basta de esta mujer sin talento que sólo sabe vestir maniquíes! ¡Basta de creatividad preseteada! ¡Basta de revolvernos el ropero!
Luego de eso iríamos a una playa nudista a tomar unos tragos al sol y bañarnos en aguas doradas por el sol. Reiríamos de las caras asombradas de productorxs, técnicxs y curiosxs. Jugaríamos a hacernos milanesa. Nos dormiríamos una siesta sonrientes, en paz.