Luego del resultado electoral de las PASO es importante volver a plantear algunas estrategias económicas que permitan favorecer el desarrollo y la distribución en la Argentina. Si bien hay discusiones que pasan por la macroeconomía del corto plazo, la estrategia general se ha visto reconfigurada por la pandemia, la cual dio a los sectores de plataformas y comunicación un lugar destacado que puede abrir otro perfil de inserción internacional para Argentina. Pero lo más importante es pensar una mejor articulación del sector de servicios en general con los rubros más tradiciones y superar las dicotomías entre la industria y el agro.
La rearticulación debe enmarcarse en un rol mayor del Estado, que revalidó con la pandemia su papel como organizador de la sociedad ante sucesos de gravedad. Si bien los discursos políticos siguen un clivaje mercado versus Estado, la pandemia hizo aparecer un tercer término de la discusión que resulta clave en el presente contexto: la planificación, tanto al interior de las organizaciones públicas o privadas en un entorno de mercado como la de carácter macrosectorial orientada por el poder público.
La planificación, que tuvo gran auge en la posguerra a favor de un discurso estatista legitimado por el conflicto armado, debería volver a tener un repunte teórico en la pospandemia, aunque seguramente apuntando a otras ramas de la economía. La definición de algunos sectores como "claves" para el abastecimiento, como salud, limpieza y alimentos, seguramente redundará en una mayor regulación de los mismos, tendencia a nivel global que incluso los gobiernos más liberales no podrán eludir.
Cuarto argentinas
El desarrollo pensado a mediano plazo es la articulación de los sectores existentes que permiten mejorar la productividad sistémica y las exportaciones, de forma a lograr un crecimiento sin cuello de botella. Esta lectura se desprende, por ejemplo, de la visión de Jorge Katz, que visualiza a cuatro argentinas divididas que hay que articular.
Con inspiración en ese análisis se puede definir:
1) Argentina de los recursos naturales, como sectores de commodities agropecuarios, minería, hidrocarburos, energías renovables y litio, que sean compatible con una perspectiva ambientalista y contemple procesos de producción sustentables;
2) Argentina tecnológica con potencialidad global, donde se encuentran los unicornios como Mercado Libre y Despegar.com, entre otros, la industria farmacéutica, el sistema universitario y el sistema científico y cultural, el diseño, las consultorías, el sector aeroespacial, radar y nuclear, la biotecnología, la economía del conocimiento y la agroindustria, entre otros;
3) Argentina de la Producción y el Trabajo, que abarca a la gran mayoría del PIB, incluyendo las pymes, los sectores industriales rezagados respecto de la frontera tecnológica internacional o en posición desfavorable en las cadenas de valor global, como automotriz y electrónica, pero con mucho peso en la estructura económica y social. En esa Argentina se encuentra también el sector de salud, educación, seguridad social y administración pública.
4) En la Argentina de la Economía Popular se encuentran los trabajadores informales, con un piso elevado de 35 por ciento del empleo total, ligados a la problemática de la vivienda y la infraestructura de servicios públicos, pero también las economías barriales y cooperativas con dificultad para lograr una mínima acumulación de capital.
Articular
Esta visión permite reinterpretar las tradiciones estructuralistas, donde la relación entre la industria y los recursos naturales es clave, asimilando también los debates sobre la informalidad laboral y el mundo popular. Incorpora la novedad de las tecnologías digitales y los servicios asociados, cuyo potencial exportador requiere generar políticas adecuadas.
El desarrollo no debe visualizarse como una Argentina de dos velocidades, en la cual un sector “moderno” debería tener toda la atención de las inversiones públicas y privadas, mientras un sector “atrasado” debería contentarse de ingresos mínimos para su supervivencia.
El desarrollo debe entenderse como la articulación de esos distintos sectores, en donde los más atrasados tecnológicamente o rezagados en las cadenas de valor global pueden articular con sectores de alta tecnología para potenciar sus capacidades productivas. O bien se pueda entablar mayores eslabonamientos entre los sectores de materias primas competitivas a nivel internacional y los segmentos de mayor valor agregado, potenciando las exportaciones y la generación de empleo.
Para lograr este objetivo, el camino es potenciar las conexiones entre la Argentina de los recursos naturales, la Argentina de la tecnología, la Argentina de la Economía Popular y la Argentina del Trabajo y la Producción.
Cuatro ejes
El primer eje de políticas públicas debe orientarse hacia una potenciación y una mayor extensión de los sectores que trabajan en la frontera tecnológica internacional. Proyectos como la plataforma nacional de pensamientos computacionales, la ley de promoción de industria audiovisual y la ley de fomento a la economía del conocimiento son avances en ese sentido.
Un segundo eje de políticas es agregar valor a los recursos naturales, articulando cada vez más los recursos naturales con la industria y los servicios. Para eso son necesarias políticas para potenciar las inversiones en hidrocarburos que permitan sustituir nuestras importaciones de energía y exportar gas y petróleo, algo que es posible en el mediano plazo con las reservas disponibles en Argentina.
También las exportaciones agropecuarias deben escalar en las cadenas de valor global y pasar a una exportación agroindustrial cada vez mayor, que no se frene en las exportaciones de harina de soja sino que avance en la exportación de carnes acompañando el crecimiento de la demanda de los países emergentes. El cuidado del medio ambiente se ha vuelto una cuestión sensible en tiempo de pandemia, y merece tener un lugar más apropiado en la agenda de políticas públicas en Argentina.
El tercer eje es el incentivo a la innovación y la transferencia tecnológica para los sectores industriales rezagados y creadores de empleos. La profundización de las relaciones entre las tecnologías de punta y la industria y los servicios en Argentina posibilita que una mayor cantidad de sectores trabajen a niveles de la frontera tecnológica internacional. Para eso es necesario la articulación entre la ciencia y tecnología y la industria argentina existente, incentivando la investigación y la innovación.
El cuarto eje es el de la promoción para la inserción productiva y social de los sectores informales, en la cual el trabajo debe ser el ordenador de la sociedad. Eso implica una mejora en las condiciones productivas y en las condiciones de trabajo, a través de una creciente formalización del empleo y apoyo a la inserción laboral de las mujeres y los jóvenes que son los principales afectados por el desempleo.
Si alguna lección ha dejado esta pandemia es la importancia de la planificación económica como instrumento del desarrollo, aprovechando al Estado como estructurador económico y social, con fuerte presencia como oferente y demandante en numerosas ramas de la economía.
El desarrollo se debe entender como la mejor articulación posible entre los sectores existentes, de modo a generar las simbiosis necesarias para elevar la productividad general y crear nuevas empresas en la intersección de esos sectores. En ese sentido, gran parte de la tarea consiste en generar puentes entre las empresas que se encuentran en la frontera tecnológica, la disponibilidad de recursos naturales, las pymes que conocen cierto rezago tecnológico y la economía popular, aprovechando el escenario que en numerosas ramas ofrecen las nuevas formas de trabajo.
*Coordinador del Departamento de Economía Política del Centro Cultural de la Cooperación