La necesidad era fuerte: durante el primer mes de implementación del programa que reconoce aportes jubilatorios por tareas de cuidado, pidieron turno 123.078 de las 155.000 mujeres que Anses tenía registradas en su base de datos como posibles beneficiarias. Dado el avance en la resolución de los trámites, alrededor de 25.800 mujeres empezarán a cobrar la jubilación en octubre.
El reconocimiento que oficializó el gobierno mediante un decreto presidencial a mediados de julio reconoce a las tareas de cuidado y crianza como un trabajo y suma años de servicios previsionales por cantidad de hijos y licencias por maternidad de la persona gestante. La provincia en la que se gestionaron la mayor cantidad de jubilaciones es Buenos Aires con 18.226, seguida por Córdoba con 3932, Santa Fe con 3340, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con 3006 y Mendoza con 2630.
El Programa reconoce a los fines jubilatorios un año por hijo o hija para mujeres y personas gestantes con hijos o hijas nacidas vivas y un año adicional por cada hijo con discapacidad. Además contempla dos años por hijo o hija adoptada siendo menor de edad. A las mujeres que hayan sido titulares de una Asignación Universal por Hijo y el niño haya percibido este derecho por lo menos durante doce meses se les computarán dos años adicionales. Por último, a las trabajadoras registradas que hayan hecho uso del período de licencia por maternidad y por excedencia, también se les reconocerá dicho plazo a los fines de acceder al derecho a una jubilación.
Esta política cuenta con un gran peso simbólico y práctico. Por un lado, significaría un histórico reconocimiento del Estado a una de las banderas más flameantes del movimiento feminista, sobre un trabajo que nunca termina: el de los cuidados. Al mismo tiempo, permitiría que las mujeres puedan contar con jubilación para "reparar las condiciones de desprotección de una población que, históricamente, ha sufrido las consecuencias directas de las desigualdades en el acceso al mercado laboral, así como obstáculos y una mayor precarización por cuestiones de género", explicaron desde Anses.
No es amor
Bajo el lema "eso que llaman amor es trabajo no pago", el colectivo de mujeres y disidencias visibiliza desde hace años una problemática que constituye un pilar fundamental sobre el que se construye la desigualdad de género, y es la distribución desigual de las tareas de cuidado, que recaen mayormente sobre las mujeres.
La carga que tienen las mujeres sobre tareas de cuidado no remuneradas, que implica dedicar menos tiempo al desarrollo profesional, representan una de las razones que dificultan el ingreso de las mujeres al mercado laboral formal y, luego, su inclusión en el sistema previsional. Según una encuesta sobre el trabajo no remunerado y uso del tiempo realizada por el Indec en 2013 (último dato disponible) la mayor carga de trabajo doméstico no pago recae sobre las mujeres, 76 versus 24 por ciento de los hombres.
Este fenómeno se vio además visibilizado y profundizado por la pandemia. Durante el aislamiento social y obligatorio, la cantidad de horas que dedicaron las mujeres a tareas de cuidado aumentó, en promedio, un 70,7 por ciento pasando de 6,9 a 11,8 horas diarias. Análogamente los hombres contestaron que dedicaron 7,9 horas promedio por día, representando así un incremento de 60,4 por ciento con respecto a las 5 horas que dedicaban anteriormente, informa un relevamiento de CEPA.
La brecha de cuidados es la contracara de la brecha salarial y la feminización de la pobreza porque, además, las que más cuidan son las más pobres. De acuerdo al último dato publicado por la Encuesta Permanente de Hogares del Indec el último trimestre del 2020, del 10 por ciento de personas con menores ingresos en Argentina, 7 (la mayoría) eran mujeres.
Desde el Estado no apuntan a eliminar o estigmatizar el trabajo de cuidado, sino al contrario: ponerlo en el centro de la economía, reconocerlo y redistribuirlo. Esta política significa un primer paso para ello.