Próximo a cumplir 94 años, uno de los hombres más controvertidos de la historia norteamericana moderna regresó al Salón Oval. Henry Kisisnger, el ex secretario de Estado, fue recibido por Donald Trump, mientras los periodistas acreditados en la Casa Blanca esperaban ver al presidente de Estados Unidos con el canciller ruso, Sergei Lavrov, cuya foto difundieron los rusos.
El encuentro con Kissinger se produjo 24 horas después que Trump echara a James Comey, el titular del FBI, desplazado por investigar los presuntos vínculos de Trump con Rusia durante la última campaña electoral campaña. En rigor, el detonante del desplazamiento de Comey fue que, al contrario de lo que el propio FBI había afirmado pocos días antes de las elecciones, el mismo organismo desmintió que una asistente de Hillary Clinton hubiera enviado a su esposo correos electrónicos con información reservada.
Tras recordar que Comey tenía mandato hasta 2023 y que no es usual un despido tan intempestivo, la mayoría de los analistas locales lo relacionaron con la llamada “Masacre del sábado por la noche” de 1973, cuando el entonces presidente Richard Nixon le ordenó al Fiscal General (ministro de Justicia) que desplazara al fiscal especial encargado de investigar el escándalo Watergate.
En aquel entonces, Kissinger era secretario de Estado y a esa altura de los acontecimientos ya había tenido un rol central en el Golpe de Estado en Chile y en la promoción de las futuras dictaduras del Cono Sur y el Plan Cóndor, que coordinó la represión de las fuerzas de seguridad en toda la región, responsabilidad que no impidió que recibiera el Premio Nobel de la Paz por su participación en las negociaciones por la paz en Vietnam.
La foto de Trump con el mentor de la realpolitik fue la primera aparición del presidente tras el despido de Comey. Ante los periodistas, sentado junto con Kissinger, el magnate ratificó su decisión. “No estaba haciendo un buen trabajo. Así de simple”.
El Presidente, quien ya se había reunido con Kissinger en noviembre, no ahorró elogios para el ex hombre fuerte de la diplomacia norteamericana. “Ha sido un honor recibirlo. Es un amigo desde hace mucho tiempo”.