“Hari Seldon: nacido en el año 11.988 de la Era Galáctica, murió en 12.069. Las fechas se dan más comúnmente en términos de la Era de la Fundación actual como -79 E.F. al año 1 E.F. Nacido de padres de clase media en Helicon, sector de Arcturus, mostró desde temprano una habilidad increíble en las matemáticas. Las anécdotas sobre su habilidad son innumerables, y algunas son contradictorias. La mejor autoridad para los detalles de su vida es la biografía escrita por Gaal Dornick quien, cuando era joven, conoció a Seldon, dos años antes de su muerte”. La cita pertenece a la imaginaria Enciclopedia Galáctica y abre el primer volumen de la saga Fundación, la obra magna del escritor ruso nacionalizado en los Estados Unidos Isaac Asimov, compuesta en total por siete libros escritos a lo largo de toda su carrera. En realidad, ese primer tomo de la trilogía central –integrada por Fundación, Fundación e Imperio y Segunda Fundación, que luego sería expandida en diversas secuelas, precuelas y relatos paralelos– fue lanzado en 1951 como una compilación de relatos breves publicados desde 1942 y está prologado por una primera parte, Los psicohistoriadores, creada especialmente para la ocasión. No es casual que todo comience con una entrada dedicada a Seldon, figura central en la mitología fundacional, ya sea en presencia o en ausencia: el creador de la psicohistoria, ciencia matemática y estadística capaz de prever acontecimientos sociales de gran escala con rigurosa especificidad, es lo más parecido a un gurú que puede hallarse en las miles de páginas de la epopeya. A diferencia de otros relatos de ciencia ficción muy populares en tiempos recientes –entre ellos el universo Star Wars, sin duda influenciado por las ideas de Asimov–, en la caída del Imperio y la creación de la Fundación no hay lados luminosos ni oscuros de ninguna fuerza indefinida. Lo que mueve a los personajes y a las masas son la férrea defensa del statu quo político o la oposición a ese mismo vector, las prácticas religiosas nunca se legitiman por acontecimientos sobrenaturales y los cataclismos son exclusiva obra de las fuerzas naturales o humanas.
No es casual que, más allá de haber incidido directa o indirectamente en la creación de decenas de fábulas sci-fi literarias y cinematográficas, la saga Fundación no haya sido llevada previamente a un formato audiovisual: el estilo seco, muchas veces cortante, del autor, la extensión y ambiciones de la historia, la complejidad inherente a su universo siempre en expansión no hacían nada sencillo su traspaso a la pantalla. Eso está a punto de cambiar con el estreno de Fundación, cuyo primer episodio de la primera temporada (se anuncian varias más para el futuro) llegará el próximo viernes 24 a la plataforma Apple TV+. ¿Cuánto se ha ganado y cuánto se ha perdido en la traducción de un medio al otro? ¿Qué reacciones tendrá en los puristas la adaptación de un texto que, en más de un sentido, siempre fue considerado como “infilmable”? Mucho cambia en la pantalla, aunque ciertas cosas permanecen inmutables. En el primer capítulo, como ocurría en el comienzo del libro, Gaal Dornick deja su planeta natal –aquí un empobrecido y tapado por el agua Synnax– para viajar sin ticket de regreso al centro del Imperio, Trantor. Como en la novela, Dornick ha ganado un premio por sus habilidades matemáticas, pero él ya no es él, sino ella. Es uno de los varios cambios de sexo que la serie adopta para adaptarse a los tiempos, adaptándose también a las correcciones políticas imperantes. “Asimov era un genio, pero también un producto de su tiempo”, afirma el guionista y creador de la serie David. S. Goyer en comunicación desde Los Ángeles, en un sistema de videollamada que el autor de Yo, robot predijo hace seis décadas. “Cuando uno trabaja en una adaptación como esta, debe reexaminarla constantemente. En la ciencia ficción de aquellos años las mujeres tendían a ser seres auxiliares y en Fundación prácticamente no hay personajes femeninos. Por lo tanto, cambiar el sexo de algunos de los protagonistas nos parecía un movimiento lógico y obvio. Otro cambio respecto de las novelas es la visión más inclusiva de la raza humana que habita la multitud de planetas de la galaxia. Por miles de años, la tierra ha sido regida casi exclusivamente por hombres. Al adaptar Fundación imaginamos que mucha de la gente que se opone al Imperio debía ser racialmente diversa. Estamos contando una historia que atraviesa toda la galaxia y quisimos representar diferentes razas”. El papel de la remozada Dornick está a cargo de la casi debutante Lou Llobell, actriz británica de padre español y madre zimbabuense, claro reflejo de la multietnicidad del reparto.
En Trantor, Dornick es recibida por el gran matemático Hari Seldon (Jared Harris, en un rol que le calza como anillo al dedo), pero las buenas nuevas se transforman rápidamente en una sorpresa poco amable. El Imperio Galáctico es manejado férreamente por los Cleons, un clan integrado por una única persona, el emperador, clonado infinitamente y sostenido en el trono en forma de trío, de manera que a la muerte de la versión anciana se le suma el “nacimiento” de una más joven. El sueño húmedo de cualquier tirano, eternamente enquistado en el poder, reflejado por un otro yo experimentado y un tercero que aún está en etapa de crecimiento. Es uno de los conceptos más estimulantes de esta adaptación, que se suma a la genial redacción de Asimov de las tres leyes de la robótica, aplicada aquí en la figura de Demerzel, en la novela robot y Primer Ministro, aquí reconvertido en figura de aspecto femenino (la finlandesa Laura Birn es la encargada de darle presencia), asistente por toda la eternidad de los tres hermanos emperadores: Amanecer, Día (Lee Pace, Thranduil en El Hobbit) y Ocaso. El Imperio, desde luego, no ve con buenos ojos las predicciones de Seldon, comienzo de la puesta en marcha del proyecto de la Fundación en el remoto planeta Terminus. Goyer, cuyos pergaminos incluyen los guiones de la trilogía Blade, El hombre de acero y Batman inicia, entre otros, recuerda que estaba trabajando junto a James Cameron en el guion de Terminator: Destino oculto cuando le preguntaron si estaba interesado en una adaptación de Fundación. “Recuerdo que James me miró y me dijo ‘Ese sí que es un hueso duro de roer’”. Como si fuera un alter ego de Hari Seldon, Asimov alguna vez se describió a sí mismo como “una persona del texto impreso. Escribo cosas que están pensadas para aparecer en una página, no en la pantalla, ya sea esta grande o pequeña. Me han invitado en numerosas ocasiones a escribir guiones para una película o una serie, cosas originales o adaptaciones de mi propio trabajo, y todas las veces lo he rechazado. Sean cuales sean mis talentos, escribir para los ojos no es uno de ellos, y me siento afortunado de ser consciente de lo que no puedo hacer. Por otro lado, si alguna otra persona –alguien que tenga ese talento particular para escribir para los ojos– fuera a adaptar una de mis historias, no esperaría que esa versión le fuera ‘fiel’ al texto original”.
Siguiendo esas reflexiones del escritor, Goyer considera que su trabajo no consistió en adaptar literalmente las palabras de Asimov, cuyas obras son, según la definición del guionista, “novelas que trabajan primordialmente con ideas. No hay mucha acción en los libros y hay eventos enormes e importantes que ocurren fuera de las páginas, entre capítulos. Para la serie necesitábamos algo de acción. Así que la mejor manera de imaginar esta adaptación es como si se tratara de un remix: empleamos todos los temas y conceptos básicos de Fundación, con muchos de los personajes originales, pero los remezclamos. Para esta primera temporada nos concentramos fundamentalmente en el primer libro, aunque también incorporamos elementos y personajes presentes en las precuelas y secuelas, presentando la historia bajo el prisma de hoy en lugar del de los años 50”. Inexistente en los textos escritos durante la Segunda Guerra Mundial y su posguerra, en la versión televisiva de Fundación hay una heroína de armas tomar, el tercer personaje reconvertido en fémina a partir de un ADN original masculino. Con el rostro de la londinense Leah Harvey, Salvor Hardin deja de ser el alcalde de Terminus para transformarse en la guardiana de la Fundación, el único ser humano capaz de soportar la fuerza de repulsión de un extraño objeto flotante del cual nadie conoce su origen. ¿Un primo lejano del monolito negro de 2001, odisea del espacio? Más allá de las escenas de acción que comienzan a poblar la historia a partir del cuarto capítulo –la invasión de un pequeño ejército del planeta Anacreon es descripta apenas de manera sucinta en las páginas escritas por Asimov–, el guion de David Goyer también suma sus buenas dosis de (melo)drama con la invención de romances, pactos personales y traiciones inesperadas. “Crecí leyendo los libros y han sido justamente reverenciados. Tal vez se trate de la mejor saga de ciencia ficción de todos los tiempos”, afirma David Goyer. “Pero son libros sobre ideas, sobre filosofía. A Asimov no le interesaba describir escenas donde tengan lugar acciones físicas, como si se tratara de un libro de aventuras. A setenta años de la publicación de la primera novela vivimos en un mundo muy diferente y el público está interesado en los personajes. Si viven o si mueren, si atraviesan cambios o crecimientos. Por esa razón tomamos eventos que en el texto ocurren ‘fuera de campo y los dramatizamos. Ni siquiera la caída de Trantor es descripta en el libro y para nosotros todo eso sería idealmente una temporada completa. Con algo de suerte logramos mantener algunos de los pensamientos profundos de la novela al tiempo que sumamos una capa de drama. Me tranquiliza saber que Asimov dijo alguna vez que, si alguien fuera a adaptar Fundación, iba a tener que tomarse muchas libertades”.
La tarea titánica de adaptar Fundación precedió un rodaje muy complicado (en parte debido al estallido de la pandemia de covid-19) en estudio y locaciones tan diversas como Irlanda, Malta, Islandia, Alemania y la siempre cinematográfica Lanzarote, una de las Islas Canarias, el lugar donde Werner Herzog rodó También los enanos empezaron desde pequeños. En una era dominada por la animación vía CGI y el uso de la pantalla azul o verde como trasfondo físico para el accionar de los actores, la serie logra entrelazar toda esa imaginería digital (que la hay, la hay) con un uso ingenioso del rodaje en lugares reales, convertidos en las superficies de los planetas Trantor, Terminus y Synnax, entre otros. Para Goyer, que además de su rol de creador, guionista y productor se reservó el papel de director del último capítulo, “desde el principio fue muy importante romper un poco con el uso extendido de la pantalla verde. Tuve la suerte de haber trabajado en cinco ocasiones con Christopher Nolan y al él le gusta lograr todo lo que se pueda en cámara, sin efectos de posproducción. Quería que Fundación se viera real, con textura, como en una película de Terrence Malick o David Lean. Filmamos en condiciones climáticas muy difíciles que hicieron que en ciertos momentos me arrepintiera de esa decisión, pero al ver hoy los resultados creo que fue lo más acertado. El terreno era realmente volcánico, el viento era real, el polvo era real. Y creo que eso se nota en la pantalla”.