Mete primera. Es domingo a la mañana y la TV, con notero buena onda incorporado, zigzaguea en vivo por el VIP del autódromo de Potrero de Funes, en San Luis: es la segunda carrera del año del campeonato de Súper TC2000 y los patrocinadores sonríen, los bartenders sacan bebidas coloridas, las promotoras seducen y los pilotos experimentados bromean, relajan, se saludan con todos y se muestran como campeones en su salsa. La cámara en ningún momento lo muestra, él tal vez ni siquiera esté en el VIP. Martín Moggia, apuesta casi teen de la escudería Citroën, tiene 19 años y es un recién llegado a la superliga tuerca argentina. Pero con una larga historia al volante: el pibe de San Justo corre desde que tenía ¡8 años!, en los circuitos de karting.

Mete segunda. “El karting es la escuela, te ayuda a formar tu base; si tomás la relación peso/potencia, van a la misma velocidad que un Fórmula 1”, detalla ante el NO. Y destaca “el espíritu” kartinguero y la exigencia económica de ese under-no-tan-under del automovilismo: “Está carísimo... los chasis son importados, un karting puede salir 7 mil dólares”, dice este piloto categoría ‘97 que en 2016 fue subcampeón de TC2000 y ahora va 13º en la general del Súper TC2000, que ya prepara su próxima carrera, en Rosario, la semana que viene.

Mete tercera. No reniega de los simuladores ni los videojuegos de carreras. Pero no de los que hay en el mercado sino de unos prototipos diseñados especialmente vía GPS: “No los uso para practicar, pero sí para conocer pistas que no transité, como el circuito callejero de Santa Fe: no lo conocía y una empresa me armó el simulador actualizado. Pero lo que sentís en un coche de Súper TC2000 no se logra en un simulador, que sigue siendo un juego”.

Mete cuarta. Ya corría carreras mientras estaba en la primaria, durante la secundaria fue campeón de Fórmula Renault Argentina (“Acumulé como 60 faltas, pero no me llevé ninguna materia”, aclara) y ahí llegaron las ofertas para el Súper TC2000, categoría que parece usar coches normales pero no: “Son autos de carrera con carrocerías de autos de calle”, define el chico que consiguió ganarse un apoyo Premium como “piloto oficial McDonald’s” (sic), un respaldo imprescindible, a la hora de los números, para poder formar parte de las grandes ligas, ricas en logotipos universales.

Mete quinta. ¿Y qué pasa con la velocidad, el riesgo? En su debut en el Súper TC2000, Martín dijo que “el límite es un paredón”. ¿Cómo correr con conciencia del peligro? “El riesgo está, lo tengo claro”, le dice serio al NO y cambia a tercera persona: “Pero al subir al auto no te afecta, no pasa por la mente; sería una distracción pensar en no doblar por miedo de irse afuera. La mentalidad hace la diferencia. Uno piensa en ir al límite en cada curva, en ir cada vez más rápido. Uno no piensa en evitar el error sino en cumplir el objetivo. En superarse cada vez”.

Y mete sexta, pero una “sexta secuencial, con levas al volante”, explica Martín, técnico y apasionado a la vez.