Con excepción de quienes todavía apelan al dogmatismo ortodoxo para explicar la inflación, existe cierto consenso en definir este proceso como multicausal. Los factores explicativos más citados son la inflación inercial, la inflación importada, la puja distributiva, las tasas de interés, el déficit fiscal, la emisión monetaria y el valor del tipo de cambio. Sin embargo, menos mencionada pero de gran importancia, es la balanza comercial, debido a su incidencia no solo sobre el tipo de cambio, sino también sobre los bienes disponibles, la base monetaria, y el ahorro para la inversión.
La cuenta corriente, vinculada al comercio internacional de bienes y servicios, y la cuenta capital, que hace referencia a factores financieros relacionados con el endeudamiento, son sin dudas factores decisivos en la oferta de dólares. Así, su repercusión en la inflación es preponderante. Pero también impactan sobre otro elemento de gran relevancia.
Para comprender esta situación, es necesario recordar que la alianza Cambiemos llevó la deuda pública del 52,6 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) en 2015 al 91 por ciento del PBI. En particular, la parte de la deuda expresada en moneda dura subió del 36,4 por ciento del total al 62 por ciento.
Esta situación implicó el cierre de los mercados financieros para el país, ya que los inversores temían el lógico default de una deuda insostenible. En ese contexto, la única vía para la obtención de divisas fue mediante el comercio internacional, bajo la obligatoriedad de tener una cuenta corriente inexorablemente superavitaria, con el fin de obtener los dólares necesarios para importaciones, el pago de la deuda y manejar el tipo de cambio.
Incidencia en la inflación
La administración del comercio exterior, junto con los precios excepcionalmente altos de las materias primas, fue lo que permitió que en el primer semestre de este año se obtuviera un saldo comercial positivo de 6470 millones de dólares. Sin embargo, estos buenos resultados para el ingreso de dólares tienen su contracara en dos aspectos.
Uno de ellos es que el comercio exterior promueve una salida neta de bienes. Si bien muchos de ellos no son de consumo doméstico, como la soja, muchos otros, como la carne, derivan en una menor cantidad de bienes ofertables en el mercado interno. Asimismo, el saldo positivo supone entrada de dólares en el BCRA, con su contrapartida en materia de emisión de circulante para adquirir dichas divisas. En resumen, hay menos bienes y más dinero, una de las fórmulas de la inflación.
Por eso, durante el último año, las reservas aumentaron por un valor de 736 mil millones de pesos y la Base Monetaria, sumada a las Letras de liquidez, fundamentales para absorber parte de las mismas, arroja un crecimiento de 996 mil millones de pesos en igual período, con lo que las reservas explican un 74 por ciento de dicho incremento.
Por otro lado, hay modelos en economía que demuestran que el superávit externo se vincula al ahorro interno, con lo que a mayor superávit, menor excedente de ahorro para financiar la inversión. Así, la inversión queda acotada, lo que también repercute en la inflación por la disminución de bienes, a menos que se produzca un crecimiento significativo del ahorro, muy difícil de lograr en la Argentina de estos tiempos.
En definitiva, la multicausalidad de la inflación se vincula a la balanza comercial no solo por su afectación en el tipo de cambio, sino también por cómo repercute la misma en la oferta de bienes, la base monetaria y el nivel de ahorro para inversión.
* Magister en Economía (Flacso)
** Doctor en Economía (UNLAM)