Esta semana, en el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata, comenzó el juicio en el que se investiga a cuatro integrantes de una secta acusados de explotar sexual y laboralmente a sus fieles. Según informó el Ministerio Público Fiscal a través del sitio fiscales.com, se trata de Silvia Cristina Capossiello, Sinecio de Jesús Coronado Acurero, Luis Antonio Fanesi y Fernando Ezequiel Velázquez, quienes bajo la fachada de un ministerio de yoga y el liderazgo de Eduardo Nicosia --fallecido este año-- habrían acogido "al menos a 32 personas en situaciones de vulnerabilidad, con el fin de reducirlas a la servidumbre y lograr su explotación".
De acuerdo a la lectura de los hechos que hizo el fiscal Juan Manuel Pettigiani este lunes, tras el inicio del debate oral y público, la secta comenzó sus actividades en la década de 1970, en Venezuela y en una casa del conurbano. Sin embargo, los delitos que son objeto del juicio habrían empezado en 2005 en Mar del Plata, en el céntrico Hotel City, ubicado en Diagonal Alberdi 2561, y finalizado en 2018, luego de una serie de allanamientos.
¿Cómo operaba la secta?
Según la investigación, Nicosia, con la complicidad de los acusados y mediante engaños, falsas promesas, fuerza, violencia y abuso de situaciones de vulnerabilidad, valiéndose de su rol de líder religioso o espiritual, “sometió a las personas integrantes de la congregación previamente captadas y a los miembros de su grupo familiar a diferentes delitos contra la integridad sexual: les efectuó personalmente tocamientos, abusos sexuales con acceso carnal y a su vez, obligó a contraer relaciones sexuales a los discípulos y a los integrantes del grupo entre sí”, detalló el MPF.
El líder, añadió el organismo, “tenía hijos con las mujeres que captaba; los obligaba a mantener relaciones sexuales entre quien él elegía bajo la excusa de ser un ‘aprendizaje sexual’, no le importaba que se tratara de menores de edad y los filmaba mientras lo hacían”.
De acuerdo a lo investigado, Nicosia tuvo al menos quince hijos e hijas, trece de ellos con seis madres diferentes y los otros dos con dos de sus hijas biológicas. Los menores, salvo un caso, fueron inscriptos o registrados como hijos biológicos de otros miembros de la congregación, quienes habrían sido instigados para ello por Nicosia y otros imputados. De esta manera, advirtió el MPF, "se alteró y ocultó la verdadera identidad de las personas, y se cometieron falsedades documentales y/o declarativas".
“Nicosia y sus consortes se valían de un proceso de coerción psicológica y aislamiento de las víctimas, típico de las organizaciones sectarias, generado a partir de la manipulación psicológica que se les imponía a los damnificados, orientada en la creencia de que, si incumplían con alguna de las condiciones marcadas por el líder, no contarían con la protección espiritual y estarían expuestas a todo tipo de riesgos", dijo la fiscalía al exponer la acusación.
Las acciones realizadas por las víctimas, "que podrían parecer voluntarias", señaló el MPF en ese sentido, "estaban originadas en una fuerte tarea de persuasión coercitiva, mediante la cual ese aparente consentimiento se encontraba absolutamente viciado y su libertad limitada”.
“Las torturas físicas y psicológicas también eran parte de la vida cotidiana en el lugar, tanto a menores como a adultos. De modo coincidente, los testigos/víctimas relataron haber sufrido o visto palizas, golpes, estar colgados de una soga por un largo rato, asfixias con agua, simulacros de fusilamientos, picana eléctrica, entre otros tormentos”, publicó en otra oportunidad el Ministerio Público en ‘fiscales.gob.ar’.
¿Quiénes son los acusados?
Nicosia, fallecido en enero y sobreseído por el tribunal el 20 de abril de este año, “resultó ser el fundador de la congregación, una suerte de guía espiritual, principal administrador y organizador de la actividad delictiva, bajo la cual sometió a las víctimas para la consecución de aquellos fines”, sostuvo el MPF.
No solo era el encargado de dar las pautas en el lugar y de instruir a las personas previamente captadas en las actividades diarias sino también de dar las autorizaciones a los "fieles" para poder salir, como así también de dirigir lo correspondiente al manejo de la cooperativa de trabajo City Hotel Mar del Plata y los distintos emprendimientos económicos de la organización.
Nicosia “tenía un completo control sobre las vidas y acciones de las personas participantes del ministerio, a quienes compelía a desprenderse de sus bienes o pertenencias a favor de la congregación”, apuntó el fiscal Juan Manuel Pettigiani.
Capossiello, en tanto, era la pareja del líder y “controlaba a los damnificados en ausencia de Nicosia y estaba al frente de la cooperativa administradora del complejo hotelero”.
Coronado Acurero, persona de confianza de Nicosia, "colaboraba en las actividades ilícitas investigadas y el permanente control de las personas damnificadas”, mientras que Fanesi “perteneció a la organización, cuanto menos, desde el año 1973 y participaba del control sobre las víctimas, acompañándolas en los viajes dispuestos con el objeto de disponer reubicaciones estratégicamente ordenadas tendientes a captar nuevos adherentes al grupo”.
En los últimos años, agregó Fioriti, esta función la cumplía como recepcionista del Hotel City, "a lo que se agrega que, los testimonios de autos, dan cuenta de su actuación en el ocultamiento de la sumisión sexual por parte de Nicosia hacia otros integrantes del grupo”.
Velázquez, quien convivió con la hija biológica de Nicosia y de Capossiello, de quien a la fecha se desconoce su paradero, está acusado de haber integrado la organización desde sus inicios. Una de sus funciones, en su carácter de psicólogo e instructor de yoga, fue la de “dictar conferencias a partir de las que mantenía charlas personales con algunas de las personas que allí asistían, detectando sus vulnerabilidades e informando luego de ello a Nicosia, a fin de lograr su captación”.
Las acusaciones que enfrentan
Caposiello, pareja del líder, está acusada de ser "coautora del delito de trata con fines de explotación sexual y laboral agravado y del delito de hacer incierto y alterar la identidad de catorce personas menores de diez años, el que concurre idealmente con el delito de falsedad ideológica de instrumento público".
La mujer también deberá responder como "partícipe necesaria del delito de abuso sexual agravado en reiteradas ocasiones de tres víctimas; y como autora del delito de acopio de armas de fuego y resistencia a la autoridad", precisó el MPF.
Coronado Acurero, Fanesi y Velázquez están acusados como "partícipes primarios del delito de trata de personas agravado" y el último deberá responder también como "autor del delito de abuso sexual agravado".
En tanto, Fanesi está acusado por resistencia a la autoridad y, junto a Coronado Acurero, están acusados como "partícipes primarios de la alteración de identidades y acopio de armas y municiones, que fueron encontradas al momento de los allanamientos en la habitación principal del cuarto piso del Hotel City".