La Casa Rosada vivió otra jornada intensa ayer. La tensión se fue manifestando de distintas maneras con el correr de las horas y estalló minutos antes de las 19, cuando la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, publicó la carta donde le pidió al presidente, Alberto Fernández, "que honre la voluntad del pueblo" y cambie el rumbo del Gobierno. El mandatario comenzó y terminó el día en la Quinta de Olivos, donde recibió a gobernadores, leyó la misiva y cenó junto al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. Unas horas después de la publicación de CFK, Fernández aseguró a sus colaboradores más cercanos que se trata de "una carta de Cristina con todos sus ingredientes" y rescató la parte del texto en que la vicepresidenta dice que sabe que con la misma capacidad con la que Fernández hizo frente a la pandemia va a relanzar su gobierno. El Presidente considera que no tiene mucho más que hablar, porque es tiempo de hacer.
La posición del Presidente
Ayer Fernández decidió trasladar su agenda a la Quinta de Olivos. La primera novedad del día fue la publicación de un tweet en el que el Presidente sostuvo que "la altisonancia y la prepotencia no anidan en mí. La gestión de gobierno seguirá desarrollándose del modo que yo estime conveniente. Para eso fui elegido". Postura que volvió a confirmar en declaraciones que fueron publicadas en una nota de Mario Wainfeld en Página/12. “Ella me conoce, sabe que por las buenas a mí me sacan cualquier cosa. Con presiones, no me van a obligar”, aseguró en referencia a CFK.
Gobernadores en el menú
En Olivos, que funcionó como centro de operaciones, el Presidente también desactivó por la mañana la marcha que había organizado para las 15 la organización Movimiento Evita para brindarle respaldo. Cerca del mediodía recibió al gobernador de San Juan, Sergio Uñac, y por la tarde al de Tucumán, Juan Manzur que, según mencionó CFK en su escrito, sería uno de los candidatos a ser jefe de Gabinete. Antes de las 17 salieron de Casa de Gobierno la secretaria Legal y Técnica de la Presidencia, Vilma Ibarra, la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca Bocco, y el asesor presidencial Alejandro Grimson, con rumbo a Olivos.
Cafiero y Wado de Pedro
A las 17.50 también llegó a Olivos Santiago Cafiero. Allí todos fueron sorprendidos por el escrito de la vicepresidenta. Desde el entorno del jefe de ministros aseguran que el funcionario puso a disposición del Presidente su renuncia de forma oral el domingo, después de las elecciones, y que lo volvió a hacer el lunes. "Todo depende del Presidente", puntualizaron y agregaron que "la discusión no pasa por los nombres sino por la toma de decisiones". Hay grandes posibilidades de que el jefe de Gabinete, y mano derecha de Fernández, sea desplazado de su cargo y que, como prenda de cambio --tras la escalada de las últimas horas-- también abandone su puesto el ministro del Interior, Eduardo "Wado" de Pedro.
La relación del ministro del Interior con el Presidente quedó sumamente dañada. La posible salida de De Pedro fue uno de los temas centrales de la jornada de ayer. Cerca del mediodía trascendió desde el entorno del mandatario que la renuncia había sido confirmada, pero luego eso fue desmentido por la propia Ibarra. "Fernández no aceptó ninguna renuncia y todas están a su consideración", afirmó la secretaria Legal y Técnica. Más allá de los dichos de Ibarra, De Pedro no asiste a su despacho en la planta baja de la Casa de Gobierno desde el miércoles.
Mientras tanto, en la Rosada
Mientras en Olivos transcurrían las reuniones, en Casa Rosada se vivía una tensa calma. La dinámica del palacio se vio alterada por las internas del gobierno y por los pasillos deambulaban los periodistas en busca de los asesores, que vivieron la jornada con más incertidumbres que certezas. Algunos, al igual que el Presidente, opinaban que el sector que puso a disposición sus renuncias “aceleró en el barro y quedó empantanado”; otros destacaban que la vicepresidenta y su entorno veían venir la derrota electoral hace meses y advertían que era necesario apurar la reactivación económica y destinar más fondos para aliviar los bolsillos de las clases medias y bajas, y no intentar hacer un esfuerzo errado para sostener el déficit fiscal en una situación social tan compleja.
"Señalé que creía que se estaba llevando a cabo una política de ajuste fiscal equivocada que estaba impactando negativamente en la actividad económica y, por lo tanto, en el conjunto de la sociedad y que, indudablemente, esto iba a tener consecuencias electorales. No lo dije una vez, me cansé de decirlo, y no sólo al Presidente", fueron las palabras con las que la vicepresidenta sintetizó sus cuestionamientos a la política económica. De todas formas, el miércoles CFK se había encargado de descartar las versiones que decían que ella quería fuera del gobierno al ministro de Economía, Martín Guzmán. Desde su entorno afirman que la vicepresidenta desalienta cualquier idea de “golpe” y apoya que el gobierno en su totalidad cumpla con la propuesta electoral que les dio la victoria en 2019. En ese sentido, se trata de trabajar con el ministro Guzmán, pero redefiniendo las prioridades. Entre el cansancio y el fastidio, todos coincidían en Casa Rosada que los Fernández deberían reabrir el diálogo para dirimir estas cuestiones y despejar el panorama.