Ballena azul es el nombre de un juego on line cuya trama consiste en sortear pruebas que exigen la práctica de la autoflagelación, incluso hasta llegar a la muerte. Así lo atestiguan múltiples desenlaces fatales en Rusia, país de donde aparentemente surgió el juego. Atraídos por el desafío de ser aceptados en el grupo virtual, hay adolescentes tentados de someterse a las sádicas exigencias del juego, tal el reciente caso de un joven en la provincia de San Juan y de otra en la ciudad de La Plata. Desde la religión hasta los desencadenamientos psicóticos, la autoflagelación comporta un goce autoerótico oscuro y sacrificial. Nunca tan oportuno lo que Lacan refiere en cuanto a que lo auto es de lo más hétero (1): el autoerotismo comprometido en esta práctica supone el acatamiento a las caprichosas demandas de un Otro imaginario encarnado en algún Dios, una alucinación o como en este principio de siglo, en las demandas de un juego virtual.

¿Por qué una persona consiente incluirse en actividades como ésta?

Avanzada su obra, Freud concluyó que el masoquismo no sólo comporta una perversión propia de algunos sujetos extravagantes (quienes por otra parte realizan su práctica amparados en muy estrictos códigos y límites), sino también el denominado "masoquismo primario" del cual participamos, en mayor o menor medida, todas las personas. De allí que tantas veces nos encontremos diciéndonos a nosotros mismos: "¿Cómo es posible que esté de vuelta en esta situación?". Claro, que repitamos escenas desagradables no es lo mismo que dejar de comer durante días, cortarse el cuerpo o arrojarse de un puente. Aquí es donde entra a tallar el factor adolescente de esta adhesión insensata. El púber es el sujeto más frágil de la escala etérea humana. Con un cuerpo de adulto que impone exigencias tan apremiantes como novedosas, carece sin embargo de las respuestas para las preguntas más acuciantes que soporta una persona: ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Por qué las cosas son así? y sobre todo: ¿Qué soy para el Otro?, crucial cuestión que desemboca en la siempre conflictiva elección sexual.

Ocurre que, cuando el entorno no se muestra permeable a las inquietudes que atribulan a un chico, el lazo social puede quedar obstaculizado, con el nefasto "beneficio" de que un chico se exima de acceder a la diferencia que encarna el cuerpo del partenaire deseado. El oscuro goce de la autoflagelación suele estar al servicio de evitar la decepción que toda relación amorosa supone como condición para acceder a cierta madurez afectiva. La ballena azul es un juego perverso que se aprovecha de la fragilidad estructural del adolescente.

1) J. Lacan, Conferencia Ginebra, Buenos Aires, Manantial.