En paralelo a la pandemia, el otro conflicto de escala global y de raíz estructural es el cambio climático. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, anticipó este viernes un horizonte "catastrófico" para el planeta cuando, a fines de siglo, la temperatura media se incremente 2.7°C. Y, en esta línea, subrayó que las promesas que los Estados realizaron con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero "van en la dirección equivocada".
En este marco, la meta de limitar el calentamiento global a 2° C (y preferentemente por debajo de un grado y medio) con respecto a la era preindustrial --consensuado en el Acuerdo de París (2015)-- quedaría obsoleta. A principios de noviembre, se celebrará la Cumbre de Clima (COP26) en Glasgow y el mandatario estadounidense, Joe Biden, solicita "llevar las máximas ambiciones" porque "se acaba el tiempo". Desde la Casa Blanca apuntó: "Tenemos que actuar todos nosotros. Tenemos que actuar ahora". Con ello, exhibe una cara opuesta a su antecesor, el expresidente Donald Trump, que había retirado a EE.UU. del Acuerdo porque "perjudicaba la economía" norteamericana.
"Guterres tomó como referencia algunas de las conclusiones del reporte general del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU) que publicamos en agosto, en el cual se actualizaron los estudios sobre el estado del clima presente y las proyecciones a futuro. En esa ocasión, proponíamos cinco escenarios ilustrativos, para poder estimar situaciones de emisiones posibles (desde muy bajas a muy altas) durante las próximas décadas. El grado y medio de calentamiento con respecto a los valores de la era industrial se superarán hacia el 2040. Actualmente, ya estamos en 1.1° C", expresa Carolina Vera, doctora en Ciencias de la Atmósfera e investigadora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA). Luego continúa: "Si colectivamente cumpliéramos con todos los compromisos que los gobiernos elevaron durante el Acuerdo de París, estaríamos en el escenario que menciona Guterres, que nos llevaría a fines del siglo XXI a estar 2.7°C de calentamiento global. Algo que quiero destacar, entonces, es que ésa no es la peor situación". El peor escenario (esto es, si el mundo hubiera decidido no hacer absolutamente nada para combatir la problemática), en vez de 2.7° C, proyecta 4.4°C de incremento para finales de siglo.
Antecedentes y promesas
El documento discutido por los referentes de la ONU y que cita Guterres se vincula con una evaluación de los compromisos que los 195 países habían asumido durante el Acuerdo de París. Al 30 de julio de 2021, las naciones debían reactualizar sus promesas pero solo 113 cumplieron. China y Rusia, por caso, se ubican como dos de las potencias que aún no han renovado sus intenciones. Si bien el informe estipula que, para 2030, las emisiones deberían disminuir un 12 por ciento en comparación a 2010; para 2030, por el contrario, se prevé un aumento de alrededor del 16 por ciento.
El mes pasado --como destacaba Vera-- el IPCC, un órgano internacional que evalúa los conocimientos científicos relacionados al área, presentó el último resumen destinado a los tomadores de decisiones. El trabajo (realizado por 234 autores de 65 países) evaluó durante tres años los datos vertidos en más de 14 mil publicaciones científicas y, entre otras cosas, permitió comprender que muchos de los cambios que se produjeron durante las últimas décadas por la intervención humana son irreversibles. Uno de los ejes que los investigadores e investigadoras del todo el mundo subrayaron es que el ritmo de calentamiento se acelera, y que las temperaturas de la superficie de la Tierra aumentaron con mayor velocidad en el último medio siglo que en cualquier otro período durante los últimos 2 mil años.
Los Estados se preparan para la COP 26, encuentro en el que deberán renovar sus esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. "El calentamiento global depende de los gases que se fueron acumulando desde el inicio de la era industrial hasta la fecha. Si parásemos ahora todas las emisiones, el calentamiento continuaría a un menor ritmo, pero hay que tener en cuenta que el dióxido de carbono persiste en la atmósfera por cientos de años. Por ello, es urgente y necesario que durante la próxima década las naciones planteen acciones ambiciosas, rápidas, eficaces y sostenidas. Todavía estamos a tiempo", destaca la investigadora.
La primera cumbre del clima se celebró en 1992 en Río de Janeiro. Para el encuentro de este año, se aguarda que las autoridades propongan planes más ambiciosos para limitar el daño que sus economías capitalistas ocasionan al planeta. Se prevé que 30 mil personas de más de 200 países arriben a Glasgow durante los primeros días de noviembre.
Geopolítica y desigualdad
Si bien existe una conciencia generalizada --con base en la evidencia científica acumulada durante décadas-- acerca del impacto de las actividades humanas en el cambio climático, los esfuerzos no parecen ser suficientes. La continua emisión de gases de efecto invernadero, en esta línea, conduce a la humanidad hacia el peor desenlace. Según los especialistas, el fenómeno es sencillo de entender: aunque los gases se emitan en China, en Estados Unidos o en cualquier parte del globo, la atmósfera los difunde en el término de semanas por todo el planeta. Eso convierte al calentamiento global es una problemática de la geopolítica y, tal como se ha advertido durante el último tiempo con el acceso a las vacunas contra covid, lo que prima es la desigualdad.
En 2009, los países centrales se habían comprometido a entregar 100 mil millones de dólares anuales a las naciones en vías de desarrollo. El propósito de este apoyo era que estas últimas pudieran adaptarse y desplegar estrategias para mitigar los impactos que ocasiona el cambio climático. No obstante, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), entre 2018 y 2019, el financiamiento para colaborar con los más necesitados totalizó 79.600 millones.
"Hay que tender a sociedades más sustentables, que se regulen mediante cobeneficios: reducir el cambio climático, a medida que accedemos a una mejor salud, suelo y agua. Necesitamos un cambio en el modelo de producción y consumo", plantea la actual Jefa de Gabinete del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Será necesario reemplazar el uso de combustibles fósiles a partir de una transición energética que emplee fuentes menos contaminantes para el ambiente. Para eso, no alcanza con acciones individuales (separar los residuos, reciclar), sino que se torna imperioso una transformación en los modelos productivos. El capitalismo ha tensado la cuerda y, desafortunadamente, se está por romper.