“Soñé que era un árbol y la cabeza se me llenó de pájaros.” Así empieza y termina “Literal”, un relato brevísimo de la tucumana Norah Scarpa Filsinger, pariente cercano del famoso dinosaurio de Augusto Monterroso. Muchos despertares han transcurrido y estas criaturas camaleónicas, adorables en su escurridizo arte de no dejarse atrapar ni encasillar, se multiplican con ironía y sutileza como la forma más apropiada de contar la contemporaneidad. “La microficción no cesa de expandirse. A los países pioneros, México, Argentina, Colombia, Venzuela y Chile, se sumó Perú. Ya hay antologías de microficción panameña, dominicana y hondureña. En Guayaquil, Ecuador, se hace un evento de microficción todos los años. Nuestra invitada extranjera de este año, Marina Colasanti, viene de Brasil”, cuenta el escritor Raúl Brasca, coordinador general de la IX Jornada de Microficción en la Feria del Libro de Buenos Aires, que hoy a las 18.30, en la sala Roberto Arlt, con un homenaje a dos escritores mexicanos: René Avilés Fabila (1940–2016) y Guillermo Samperio (1948–2016). Habrá mesas de lectura con autores de diferentes generaciones y geografías como Luisa Valenzuela, Eugenio Mandrini, Ariel Magnus, Norah Scarpa Filsinger (Tucumán), Carlos Blasco (Plaza Huincul, Neuquén), Celina Aste, Claudia Cortalezzi, Coco Goicoa y Ana María Mopty (Tucumán).
En “La microficción y sus autores” se presentará la escritora ítalo-brasileña Marina Colasanti, autora de Breve historia de un pequeño amor y candidata al Premio Hans Christian Andersen, el Nobel de la Literatura infantil, quien será entrevistada y luego leerá. Martín Sancia, Eduardo Abel Giménez y Martín Gardella ofrecerán microficciones para niños (y no tan niños). Habrá un diálogo entre editoras, gestoras y microficcionistas con Bibiana Bernal (Colombia), Sandra Bianchi (Argentina) y Lorena Díaz Mesa (Chile). Después continuarán las microficciones de la mano de Alberto Benza (Perú), Leandro Hidalgo (Mendoza) y Fabián Vique, autor del “El prosista irreprochable”: “Nunca puso un adjetivo de más. No cayó en el psicologismo ni en el panfleto. No cultivó la literatura pasatista pero tampoco militó en el experimentalismo. No fue solemne ni cursi ni pretencioso ni meramente sarcástico. Jamás escribió una línea”. Benza, director de Micrópolis, la primera editorial en el Perú de ficciones brevísimas, publicó cuatro libros: A la luz de la luna, Señales de humo, Entre vivos y muertos y Sarah Ellen. “La investigación policial confirmó que, si bien el fin de la agencia era unir parejas para futuros matrimonios, los servicios nunca se cumplieron. El dueño logró juntar a un caballo con un unicornio, a un homosexual con su exesposa y a un cura con una monja. El juez ha sentenciado a cadena perpetua a cupido por flechazos equivocados”, se lee en “Pasiones Peligrosas”.
La Jornada contará con intervenciones musicales de MYKRA (Alejandro Vázquez y Myriam Belfer). Finalmente, a las 21.30, el cierre llegará con el anuncio de los ganadores del concurso “Microtuits” con la presencia del jurado, integrado por Ana María Shua, Laura Pollastri y Raúl Brasca. “Phileas Fogg aseguró que hubiera dado la vuelta al mundo en cuarenta días si no lo hubiera retrasado Jules Vernes”, el microtuit de Diego Marín Galisteo (Córdoba, España), obtiene el primer premio. El segundo es para Aníbal Silvero (Misiones): “Sucedió que luego de 40 millones de años Aquiles alcanzó la tortuga. Pero se olvidó por qué la perseguía”.
Brasca, autor de Todo tiempo futuro fue peor, cuenta que es una costumbre, al comienzo de cada Jornada, homenajear a los que murieron desde la edición anterior. “La microficción fue en sus comienzos una cofradía y hoy lo sigue siendo, aunque ya inabarcable. René Avilés Fabila fue nuestro invitado extranjero en 2012 y pionero del género en México, aquí encantó a todo el mundo. Guillermo Samperio participó en el Congreso Internacional de Salamanca en 2002, allí lo conocí, y dedicó parte de su obra a la microficción”, recuerda el coordinador general de la Jornada, que en otras ediciones homenajeó a David Lagmanovich (1927-2010), Gloria Pampillo (1938-2013) y José Emilio Pacheco (1939-2014). “Las microficciones encuentran en Internet un vehículo ideal de circulación: por su brevedad, por la precisión de su lenguaje, por su concisión, su ironía y su humor. Hay incontables blogs de microficción. Twitter impone el límite de los 140 caracteres y es ideal para las microficciones que exigen alta condensación de significado y mucho ingenio”, plantea el escritor. “El incremento del gusto por las formas breves, no solamente en literatura, se relaciona indirectamente con el poco tiempo y la ansiedad; creo que se debe más bien a las consecuencias que el poco tiempo y la ansiedad han tenido en los lectores: se han vuelto irónicos, desdeñan la ornamentación superflua, son desconfiados y les gusta participar en el texto a la par que el autor. La brevedad genera confusión; algunos creen que cualquier texto breve que diga algo es una microficción”.