El deporte siempre fue una pose para el macrismo. Nunca lo entendió como una política de Estado. A lo sumo como una actividad que suele dar rédito electoral, pero sobre todo si no requiere invertir en ella. Hay una línea de continuidad entre la frivolidad con que presentó la carrera de Usain Bolt contra el Metrobús en 2013 y los Juegos Olímpicos de la Juventud de 2018. Si se gasta, se gasta por puro marketing. La historia lo demuestra cuando se la mira con ojos porteños. La Ciudad Autonóma de Buenos Aires tiene acéfala la subsecretaría del área desde hace quince meses. Renunció el extenista Luis Lobo el 29 de junio de 2020 y su cargo quedó vacante. No se nombró a un sucesor y la manejan funcionarios de menor rango. Responden a Diego Santilli, el exvicejefe de Gobierno. El diputado y exfutbolista Claudio Morresi parodió la situación cuando llevó una torta de cumpleaños a una sesión en la Legislatura. Invitó a festejar los primeros 365 días sin subsecretario. Desde su banca del Frente de Todos se preguntó: “Si Quirós (por el ministro de Salud) renuncia, ¿van a estar un año sin nombrar a un reemplazante?”.
Lobo abandonó su cargo cuando quedó involucrado en un escándalo por ir a un torneo de pádel clandestino en plena cuarentena dura. El exsubsecretario zafó de un operativo de la Gendarmería que demoró a 16 personas en Pilar. Marcelo Pérez, el presidente del club donde se había organizado el campeonato, declaró: “Fue una irresponsabilidad total”. Y mencionó que además del exfuncionario porteño habían estado en el complejo de canchas concesionado La Palmera, Rogelio Frigerio, exministro del Interior del gobierno de Mauricio Macri y Fernando Lauría, coordinador del gabinete de Julio Zamora, intendente de Tigre.
En su carta de despedida dirigida a Santilli, de quien dependía Deporte, Lobo explicó el motivo de su dimisión: “Ante las diferentes versiones de público conocimiento en las que me veo involucrado en una posible situación de violación de la cuarentena, presento mi renuncia”. Enseguida le fue aceptada y desde ese momento la subsecretaría quedó en manos de funcionarios de menor jerarquía con rango de directores. El diputado Matías López de Vamos Juntos (VJ), un hombre del ex vicejefe de Gobierno, es el más activo en temas deportivos desde que Lobo se alejó del gobierno.
En octubre del 2020 impulsó una ley de alivio financiero para los clubes de barrio porteños. Se los eximió de pagar los derechos de Delineación y Construcción, la tasa por Servicio de Verificación de Obra y el derecho para el Desarrollo Urbano y el Hábitat Sustentable. Una módica forma de mitigar los efectos de la pandemia para las golpeadas entidades de la CABA inscriptas en el RUID (Registro Único de Instituciones Deportivas). Ya venían mal desde el período 2015-2019 cuando el macrismo las ahogó con tarifazos impagables y no desaparecieron porque se reconvirtieron en verdulerías improvisadas, como el club 17 de Agosto de Villa Pueyrredón.
Para esa época, la Secretaría de Deporte de la Nación que conducía Carlos Mac Allister entregaba subsidios a asociaciones civiles deportivas con un criterio selectivo. Los recibieron desde el Córdoba Golf Club o el Mar del Plata Golf Club al Yacht Club Olivos, la Asociación Argentina de Surf, el Mendoza Tenis Club y el Huarpes Polo Club de San Juan. Mientras el exfutbolista beneficiaba a entidades que cobraban una cuota de ingreso de 30 mil pesos o tenían entre sus autoridades a empresarios multimillonarios como Aldo Benito Roggio, el gobierno de Macri degradaba a la Secretaría de Deporte a la condición de Agencia, impulsaba las sociedades anónimas en el fútbol para beneplácito de ciertos amigos y se desdecía de su promesa de mantener el Fútbol para Todos.
Aunque el deporte como política de Estado es una entelequia para el macrismo, eso no significa que si ve un resquicio para sacar ventajas, las desaproveche. Es lo que sucede con el Consejo Asesor del Deporte que funciona en la ciudad de Buenos Aires. El gobierno de Horacio Rodríguez Larreta quiere modificarlo. Debería presidirlo el sucesor de Lobo, pero su designación se demora hace quince meses. El artículo 26 de su reglamento dice que los cargos de vicepresidente, secretario y tesorero “serán elegidos entre los representantes del Ministerio de Salud, la UBA y el Ministerio de Educación por el voto de la mayoría absoluta de los miembros presentes del Consejo”. Además tendrán vocalías dos diputados de la Comisión de Turismo y Deporte de la Legislatura, dos representantes del deporte amateur y uno por los clubes de barrio.
Entre los propósitos que persigue el gobierno porteño, estaría la integración gradual al Consejo de las federaciones nacionales cuyas sedes tengan domicilio constituido en la CABA. “Para mí quieren sumarlas con el objetivo de hacer una Secretaría de Deporte paralela que sirva de plataforma para el proyecto presidencial de Rodríguez Larreta. De esa forma subsidiarían a organizaciones que funcionan en el orden nacional con fondos de la ciudad de Buenos Aires que les pertenecen a sus vecinos”, le confió a Página/12 un dirigente deportivo que pidió anonimato.
El Consejo se reunió por primera vez el 12 de agosto de 2009 cuando Macri iba por el primer mandato en el gobierno porteño. Su subsecretario de Deporte de aquel momento era el exrugbier Francisco Irarrázaval. Doce años después su objetivo no se modificó. Según el artículo 8° de su reglamento el Consejo “se reunirá en Asamblea Ordinaria dentro de los primeros quince días de los meses de junio y diciembre de cada año con el objetivo de asesorar y emitir opinión en todas las materias comprendidas en la Ley 1624, explicar la planificación financiera anual del destino del Fondo del Deporte efectuada por el Coordinador Ejecutivo Financiero y elegir los miembros de la Comisión Directiva”.
Cuando Morresi apareció con la torta del primer cumpleaños sin subsecretario en el cargo, cerró su discurso con una pregunta, después de argumentar a favor de las cualidades indiscutidas del deporte y la actividad física: “¿Cuándo se van a dignar a nombrar a alguien?”. Fue el martes 29 de junio. Pasaron casi tres meses y la subsecretaría sigue acéfala. Le atribuyen a Santilli su manejo a control remoto. No sería una indecisión y sí una actitud meditada. El deporte nunca ha sido una prioridad para el macrismo. Pero sí una oportunidad para concederles atractivos negocios inmobiliarios a los empresarios amigos – como ocurrió con el Tiro Federal cedido a la familia Werthein – o realizar ciertas campañas de marketing de un predominante color amarillo.