Desde Washington DC
Esta vez, la Policía del Capitolio de Estados Unidos quiso mostrar que podía prepararse. Puso una doble valla alrededor del predio del Congreso en Washington, una fila de policías a caballo y otra en bicicleta, trajo una unidad antidisturbios y se aseguró de que la Guardia Nacional estuviera lista para responder rápidamente si se la necesitaba. Todo lo que no hizo el 6 de enero pasado, cuando una multitud trumpista asaltó el Capitolio. Pero esta vez, el operativo resultó exagerado: a la manifestación convocada para protestar contra el arresto de quienes estuvieron involucrados en la insurrección de enero fueron apenas unos pocos centenares.
“Justicia por el 6E”, la habían bautizado los organizadores, que están convencidos de que quienes todavía están en prisión, sin fianza, por el ataque de enero pasado sufren una “persecución política”. Pero la manifestación de este sábado fue apenas una sombra de otras iniciativas que también apuntan a una reescritura de lo que pasó aquel día.
Baja concurrencia
Planificada por Look Ahead America, una organización liderada por un ex asesor de Donald Trump, la manifestación esperaba recibir unos 750 seguidores según la solicitud presentada ante la alcaldía de la capital estadounidense. En la realidad, la Policía del Capitolio calcula que hubo un máximo de 450 personas en la zona destinada a la protesta, un número que incluye a los equipos de los medios de comunicación.
Sin desanimarse por la baja concurrencia, Matt Braynard, el líder de la organización convocante, habló desde un atril y opinó sobre distintos casos de manifestantes del 6 de enero que continúan en prisión. Al mostrar una imagen del chamán de QAnon, la teoría de la conspiración de extrema derecha de la que se nutre parte del trumpismo, Braynard ironizó diciendo que el hombre había sido acusado simplemente por “vestirse de una forma horrible”. “Sin importar lo que haya hecho aquel día, no merece estar nueve meses en un confinamiento solitario sin condena”, dijo.
"Trato justo"
Con banderas del país norteamericano, los manifestantes buscaron denunciar que hay “manifestantes estadounidenses encarcelados ilegalmente” en el marco de la investigación por los hechos del 6 de enero, según uno de los carteles que llevaron. Aquel día, una turba de seguidores de Trump tomó el Capitolio, donde se estaba por certificar el triunfo de Joe Biden en las elecciones presidenciales.
Para quienes piden un “trato justo” y que la Justicia siga el “debido proceso”, los manifestantes del 6 de enero fueron “patriotas” que solo ejercieron su derecho a expresarse. “Ahora a entrar a un lugar sin autorización le dicen insurrección”, decía uno de los carteles en la marcha de este sábado. Ese es el relato que se cuenta a sí mismo el trumpismo.
Ashli Babbit
En la marcha, los manifestantes cantaron el himno y gritaron el nombre de Ashli Babbitt, la mujer a la que mató un policía durante la insurrección. Después de las palabras de Braynard, se alejaron de la zona en pequeños grupos.
Esta no fue la primera protesta con el objetivo de apoyar a quienes están en la cárcel por haber entrado al Capitolio en enero. Hace dos meses, una manifestación similar se reunió frente al Departamento de Justicia y contó con la presencia de figuras como la congresista de republicana Marjorie Taylor Greene, trumpista y seguidora de QAnon.
Pero esta vez, las teorías y la paranoia afectaron a la propia marcha: grupos de extrema derecha como Proud Boys, que estuvieron el 6 de enero en Washington, esta vez desalentaron a sus seguidores y les pidieron que no asistieran. Para ellos, la manifestación era solo una trampa del Gobierno para identificar a quienes atacaron el Capitolio.