En el municipio de Tigre viven 500.000 personas en una trama de contrastes, entre barrios cerrados y abiertos, que explica en gran medida y por distintos motivos, la pérdida de votos del Frente de Todos en estas Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). “Perdimos veinte puntos con una buena gestión, obras, iluminación, infraestructura en salud y en educación, da bronca”, se sincera ante Página/12 Julio Zamora, intendente del distrito, al ser consultado por su evaluación de esta derrota. En tanto en una recorrida por plazas, vacunatorios y comercios, de barrios populares como Benavides y Rincón de Milberg, los votantes explican sus razones. Las conclusiones coinciden.
El alza de precios y la falta de trabajo formal se traduce en enojo. De 338.000 votos, el oficialismo retuvo 68.000 y Juntos logró 78.000. Otras fuerzas llegaron a 50.000 y en blanco o nulos 16.000. Pero el ausentismo –125 mil personas— fue marcado en los barrios populares. “No es obligatorio, no define nada”, sostiene Cinthia mientras alza a su hijo, Tadeo. “En las próximas voy, para votar al Frente de Todos”, agrega. Tiene 23 años. Su hermana Julieta tampoco fue a votar. También va a votar al FdT. No fueron por el cambio del lugar de votación. Como muchos de los consultados en esta recorrida.
“El pronóstico ganador nos llevó a perder votos, nos confiamos” evalúa Zamora. Añade: “Hay disconformidad a nivel país producto de la pandemia y hay responsabilidad a nivel provincia”. También hace el diagnóstico local de un distrito cada vez más propenso al voto PRO: “Tejimos una trama a cuatro manos, con obras que unen los barrios, con iluminación, asfalto, cloacas, agua”. Pero los barrios cerrados crecen. En Nordelta votan 40.000 personas, ahí perdió el oficialismo. En zonas como Benavides, El Talar, Rojas, Almirante Brown, donde no hay barrios cerrados, y una población más humilde, votan 60.000 personas: “Ahí ganamos”, señalan desde el municipio.
En Pacheco, aún con barrios carenciados como Las Tunas, la composición promedia en clase media. Pero los complejos de alto nivel de ingresos crecen entre barrios donde la demanda por una mejor calidad de vida es alta: Villa La Ñata, Dique Luján. En un perfil similar, en Rincón de Milberg está El Ahorcado. En esos lugares ganó el Frente de Todos.
En la plaza Niño Dios, de Rincón de Milberg, Andrea cuida a su hijo. No fue a votar “porque falleció alguien cercano”. Hubiera votado en blanco “porque a nosotros nadie nos ayuda”. Su marido es soldador naval. “Trabaja solo porque en blanco la plata no alcanza”, dice. Andrea en 2015 votó a Macri. “Pero no pudo cumplir lo que prometió” razona. Ahora pide “trabajo, un buen trabajo, y que paren con la inseguridad”.
Etelvina, la mamá de Cinthia, no está en los padrones. “Lo votaría a Segundo Cernadas, el actor”, dice. “¡Pero no es del Frente, mamá!”, le reclama Cinthia. Julieta, la otra hija de Etelvina trabaja en una cooperativa recicladora. “Es una injusticia el resultado --se queja— porque pasamos cuatro años de mierd… y ahora vuelven a votarlos. ¿Para qué?”, se pregunta. “Alberto manejó bien la pandemia, pero siempre hay algo que falta” responde Cinthia. Su marido trabaja en un aserradero. “¡Y… que nos suban el sueldo queremos!”, señala al ser consultada sobre “lo que falta”, en la gestión de gobierno.
En la feria donde Vanesa vende usados –ropa y valijas--, hay siete puestos. “Está cantado, hubo fraude” afirma. “No voté –advierte--. Con Cristina o Macri, tengo que laburar igual, y todo aumenta. Trabajé toda la vida de cocinera, ahora no hay trabajo, y tengo que vender ropa. Pero no fui, estaba lejos de la escuela”, explica. Y reclama: “¿Porque no avisaron? Si venían políticos de alta gama por acá. ¡Hubieran dicho!”.
El resultado ubica al Frente de Todos con 32 por ciento, bajo el 37 de Juntos. El detalle por sectores evidencia que donde el protocolo obligó a esparcir las mesas, el presentismo bajó: un 30 por ciento de los electores cambio de lugar. Y solo votó un 64 por ciento. Esto se suma a las condiciones de pandemia vinculadas a la pérdida: “Hay familias que no pudieron despedir a un ser querido, y eso afecta” señala Matías, que está con Emilse y la bebé de ambos, en plaza San Martín, en Benavidez.
“Hay 63 espacios verdes con juegos, y muy iluminados, eso permite que los ganen las familias”, afirma Pedro Heyde, Secretario General del municipio. Obras y Servicios Públicos, dependen de él. Educación, Cultura y Deportes también. “La obra de gas que llega a la puerta de cada casa, se extendió 46.000 metros. En Benavides, se hicieron 300 cuadras de asfalto, y trabajamos mucho la infraestructura educativa” detalla. La gestión está a la vista. Pero no fue suficiente. Sin embargo, entre las evaluaciones, desde el municipio, no minimizan el panorama regional: mientras el oficialismo en Tigre perdió 20 puntos, sus vecinos San Fernando, Escobar y Malvinas, aunque ganaron, también perdieron 22, 21, y 12 puntos respectivamente.
Matías y Emilse están sorprendidos: “El voto se va volando de un extremo al otro” dice él. “Nosotros somos de acá y el votante no está disconforme con Zamora, el municipio está bien, se avanza” insiste. Es operario en una guardería náutica. “Pero perder seres queridos afectó al indeciso", sugiere. “Más la foto” señala, por el cumpleaños en Olivos. “Pero nosotros sabemos que el populismo nos ayuda, votamos al que no es de derecha --sostiene-- , al que nos conviene a los de clase media y baja, al que nos defiende”.
En esa plaza, Patricia, con su hijo de 24 años y Eduardo, de 72, cuidan sus puestos. Ella no votó, le quedaba lejos. Su hijo fue: “lo llevaron de la empresa”, una compañía de seguridad. Eduardo también cambió de lugar: “¡Soy de Benavides y me tocó en Las Tunas!” se queja. Usa barbijo camuflado, con una bandera argentina y dice: “A la señora no la voto porque me dejó con una jubilación de 16.000 pesos. Y porque está todo mal, todos son planes”. Eduardo vota al PRO dice. Patricia coincide hasta que él habla de la asistencia por discapacidad. “Pero si gana Macri a mi hija le sacan la ayuda, tiene dos hijos discapacitados y mi yerno murió de covid”, reflexiona.
Cerca de ahí, Pato vende sahumerios, en cuarentena perdió su trabajo como empleada doméstica. “Y si te toman ahora, te pagan menos. Por eso no vote, y porque me quedaba a trasmano. A nosotros nos mandaban a cualquier lado y a la gente del country la dejan votar en la escuela de siempre ¿por qué, si ellos tienen coche?”, se pregunta. “La prioridad no somos nosotros para este gobierno. Pero con planes igual la gente no los vota. Porque los planes te hacen ver lo pobre que sos, la gente no quiere planes, quiere trabajo digno”, enfatiza. Su voto va a la izquierda. Y es parte de la trama de votos como los de Facundo, un jardinero que vota a Juntos, o el de Agustina, la vendedora que vota "para que todos podamos estar mejor". En ese caleidoscopio de intereses y posibilidades, la gestión oficial apuesta a reforzar la participación.