Dicen que nació en la ciudad de La Plata un 17 de febrero de 1949. Dicen que pertenecía, al igual que los integrantes de los Redonditos de Ricota, a la Cofradía de la Flor Solar. Dicen que estudió en la Facultad de Bellas Artes de su ciudad natal. Dicen, dicen…
Lo cierto es que Pancho Silva se afincó en tierras cafayateñas desde los años 70, y su figura no necesita certezas porque está llena de versiones y anécdotas que rebasan la vida de un simple mortal.
Fue padre, músico, cantante, poeta, artista plástico, y algunas cosas más. Un personaje de pueblo reconocido tanto por su excentricidad como por su creatividad. Un humano que muchos conocieron, aunque pocos en profundidad.
Al invocar su nombre brotan relatos, aparecen amigos, conocidos y viejos compañeros de ruta que rememoran sus andanzas.
Uno de ellos es Gustavo Kantor, reconocido guitarrista y docente salteño que así lo recuerda: “Lo conocí antes de que se fuera a vivir a los Valles. Cayó en mi casa alguna vez por intermedio de amigos y después me lo encontré en Cafayate, porque yo viví 5 años allá. Así que lo tenía de vecino al Pancho. El se fue en los 70, se hizo una casa de barro muy linda con su señora y sus hijos”.
“Pancho era un artesano muy bueno, tenía un estilo muy personal, y también pintaba. Era un tipo muy personaje, muy diferente, muy raro, muy original. Era bien ‘setentero’, muy del palo hippy rockero fundacional con toda la mística. Defendía mucho la mística, decía que era hippy de verdad”.
“Recuerdos que mienten un poco”, es el título del libro de 2019 en el que Carlos “Indio” Solari, cantante de los Redonditos de Ricota, vuelca sus memorias. En uno de los pasajes del libro aporta sobre la figura de Silva en momentos en que “Los redonditos” recién daban sus primeros pasos: “Cuando nos separamos por primera vez, Skay y Poli se fueron a administrar un campo en Salta y conocieron a Francisco Pancho Silva, que era un personaje. Les llamó la atención. ¡Era un loco de la guerra! Hacía artesanías muy lindas, que le compraban hasta en la embajada alemana. Cada vez que venía desde Salta aparecía cantándole a Iototo y Aholi, dos dioses que iban a venir en una nave espacial a traer nuevos cereales".
José Alfieri vive en la Ciudad de Salta y se desempaña como coach ontológico. En los años 70 conoció a grandes personajes de la cultura citadina y fue muy amigo de Pancho Silva: “Él era muy bohemio, muy loco, un anarquista total, muy fuera del sistema. Hacía unas acuarelas y unos cuadros muy lindos. Algunos de ellos se los puede ver en el céntrico Hotel Colonial de la ciudad”, relata siguiendo la pista de las obras de arte que Pancho fue regando a lo largo y a lo ancho de la provincia.
El guitarrista y docente Kantor continúa describiendo al particular personaje: “En un momento empezó a hacer música, si se podía decir que era música lo que hacía. Tenía un bombo Hopi y mientras lo tocaba te miraba fijo…”. “Cantaba una canción que decía ‘Nunca fuistes, nunca entrastes, a la quebrada de Cafayate’. Y el estribillo decía ‘y los loros (hacía ruido de loro) y los loros (hacía otro ruido de aves)’, ese era Pancho Silva. Era muy personaje”, comenta entre risas.
¿Y si Patricio Rey vive?
La idea de un Patricio Rey vivo, de carne y hueso, siempre giró en torno a la vida y obra de los Redonditos de Ricota. Las versiones fueron diversas, algunas encriptadas como las mismas letras de la banda y otras, con el tiempo, dieron luz a esta idea.
El fundacional guitarrista del conjunto, Skay Beilinson, echará un manto de sospecha sobre el tema cuando en una conversación con el portal Rock Salta en 2013, dirá al respecto: “En realidad Patricio Rey ya existía. Lo que pasa es que siempre decíamos que Patricio Rey era una entidad, una idea fuerza que por ahí encarnaba en cualquier personaje, por lo general los más locos. Y Pancho Silva en aquel momento, ahora hace mucho que no lo vemos, estaba realmente loco, loco, loco. Una locura preciosa. Se fue a vivir allá: macrobiótico empedernido, un artista, un artesano de la hostia, de los mejores. Y tenía una locura muy particular, entonces a veces yo decía 'lo encontré a Patricio Rey en Salta, vengan a verlo'”.
Sin embargo, la chispa sobre la identidad de Patricio Rey se volvió a encender en 2017, cuando el artista plástico y diseñador de las icónicas imágenes de los Redondos, Ricardo Cohen, más conocido como Rocambole, afirmó de manera rotunda la existencia de Patricio Rey. Así lo decía en una entrevista a la Revista Almagro: “Él siempre estuvo pensando y dando las directivas que nosotros después hacíamos. Él vive en Cafayate. Se llama Pancho Silva (…). Vende sus artesanías en la plaza, como lo hizo toda la vida. Es un gurú. Recién últimamente dio permiso para que digamos que él es Patricio Rey”.
Lulo Kristal es músico, gran amigo y continuador de la obra de Pancho Silva. Lo conoció a fines de los años 80 y así relata el mito de Patricio Rey: “Siempre hablábamos con Pancho el tema de que la gente lo relacionaba con los Redondos, por Patricio Rey. El siempre supo que era Patricio Rey y más bien le molestó. Aunque ya de grande le daba curiosidad lo que se decía. Cuando salió la nota donde Rocambole habla del tema, él mismo me la llevó para que la vea. A nosotros nunca nos importó demasiado el tema de si era o no Patricio Rey, porque si a alguien no le importaba, era a él”.
Nace el "Rokalchaki"
"Este ritmo es kalchaki,/ y el sonido es bien kalchaki,/ porque el viento es kalchaki,/ y el Pancho es bien kalchaki". Extracto del tema "Afirmaciones".
Como una creación tan extraña como novedosa, Pancho Silva será el hacedor del autodenominado "Rokalchaki", una idea musical que nació de su propio ingenio y síntesis de vida.
Lulo Kristal fue el encargado de darle forma musical al gran cúmulo de ideas que Pancho tenía en su cabeza e intentaba transmitir con sus letras acompañado por el inseparable bombo Hopi.
Gustavo Kantor recuerda que "Pancho fue el creador del Rokalchaki y más bien la música empezó a aparecer cuando se asoció con Lulo Kristal".
"Él tenía un grupo medio cerrado con unos amigos que siempre me nombraba, en Tucumán, en Buenos Aires. Ellos ya hablaban del Rokalchaki”, comenta Kristal en relación al origen del nombre.
“El Rokalchaki es una idea musical nueva, es un ritmo que no tiene algo definido. Hay a quien le parece oscuro, a otro le parece que tiene que ver con lo folclórico. No sé que le parecerá a la gente. Lo que sí hace la identidad del Rokalchaki, tiene que ver con un ritmo tipo ‘cabalgata’ que sale del bombo Hopi. Ese sonido es el latido de Pancho. Nosotros siempre nos ponemos ahí, como nuestro gran referente, siempre estamos atrás de él. Rokalchaki es vanguardia pura", relata Lulo.
“Una vuelta, hace muchos años Skay me dice ‘te admiro porque pudiste cerrar temas de él’, porque Pancho no era un músico de escuela ni mucho menos. Era una idea de vanguardia en el bombo, un par de gritos y chau, entonces había que hacerle la música. Yo lo que hice es bajarle la idea conceptual a las guitarras mías", añade con orgullo.
Legado kalchaki
Con varios discos grabados y la posta tanto musical como de trascendencia kalchaki, Lulo y varios músicos trashumantes, continúan y dan vida al legado.
"Lo conocí de casualidad a Pancho en el año 87. Venía viajando por el norte y podría haber tenido una carrera muy distinta, pero me cambió el chip, se metió en las venas como un veneno de yarará... Además, él quería que yo siga con esto. Así que soy el que tiene la responsabilidad o la bandera", comenta con gratitud.
“La última vez que tocamos todos juntos, fue en julio de 2011 en Casa Árbol, un Hostel en Cafayate. Lo hicimos con dos guitarras y su bombo. Fue la última performance de él en vivo", recuerda su continuador.
La historia cuenta que Pancho Silva partió fisicamente en mayo de 2017. Hay quienes dicen que estaba un poco replegado porque meses antes se había comentado, públicamente su identificacion con la figura de Patricio Rey, una situación que lo incomodaba.
Lo cierto es que Silva generó un legado e impronta artística que quizás todavía no sea del todo apreciada. "Pancho era un artista completo. No era un músico académico, sino que tenía el concepto de la música, que para mí es tan importante como si fuese académico o más. Era psicodélico, con una escritura inigualable, y una facilidad para el arte único en el planeta. Todos los "Kalchaki" vamos a pensar que él era el número uno. Y no lo digo para sacar pecho, es que así nosotros lo pensamos", remata Lulo Kristal.
El proyecto, luego de la muerte de Pancho, continuó tal como lo había pedido el artista. Con las dificultades del under, pandemia mediante, los herederos de la obra grabaron dos discos y algunos videos, y se suman otros proyectos que prontamente verán la luz.
“Lo que inventó Pancho es un género que superó y superará la gente o el grupo de personas que esté a cargo. Es increíble que todavía siga vivo. Nosotros no vamos a ver lo que vendrá después, porque esto ya no para más”, subraya su amigo y compañero musical.
Con una postura siempre alternativa y fuera del sistema, Pancho Silva, quizás Patricio Rey, se posicionó como un generador artístico nato. Desde cuadros, artesanías e instalaciones en metal, hasta nuevos ritmos musicales que bocetaba en su cabeza improvisando con un bombo Hopi.
Hay quienes dicen que su espectro sigue viajando entre los valles, latente entre cardones y quebradas. Dicen que el Pancho nunca se fue porque siempre estuvo y que por las noches, suena un bombo buscando nuevas creaciones. El Pancho, el mito, sigue naciendo.