El partido del presidente Vladimir Putin, Rusia Unida, gana y estaría conservando su mayoría en la Duma en unas elecciones parlamentarias en las que el Partido Comunista fue el gran beneficiado del desgaste del Kremlin y la persecución a la oposición liderada por Alexéi Navalni. Con el 30 por ciento del escrutinio procesado y una escasa participación que rondó el 45 por ciento, el partido oficialista se alzaba con el 45,08 por ciento de los votos, lo que supone el peor resultado desde 2003 y una considerable pérdida de confianza en comparación al 54,2 por ciento que cosechó en las legislativas de 2016. Mientras tanto los comunistas, segunda fuerza en la Cámara de Diputados, lograron un 21,88 por ciento de los votos, el mejor resultado desde 1999.
La mayoría de los candidatos de la llamada oposición radical al Kremlin no pudieron participar en los comicios debido a diferentes trabas, desde acusaciones de extremismo hasta la posesión de activos en el extranjero. El secretario general de Rusia Unida, Andréi Turchak, aseguró en un acto en la sede del partido en Moscú que el partido del presidente Putin consiguió "una victoria limpia y honesta". Por su parte el alcalde de Moscú, Sergey Sobyanin, celebró el resultado parcial de unas elecciones "determinantes para el futuro del país".
En la Duma entrarán cinco partidos que pudieron superar la barrera del cinco por ciento, uno más que en la anterior legislatura. A los oficialistas y comunistas les siguen el Partido Liberal Democrático (PLDR) del ultranacionalista Vladimir Zhirinovski con el 8,37 por ciento de los votos, los socialdemócratas de Rusia Justa con 7,39 por ciento, y el partido de centroderecha Gente Nueva que alcanzó el 6,36 por ciento de los sufragios. Estos partidos suelen apoyar a Rusia Unida en la votación de los temas más trascendentes.
El resultado cosechado por el partido oficialista le garantizaría la mayoría absoluta en el Parlamento ya que, además de liderar por listas de partidos, sus candidatos ganaban la mayoría de las 225 circunscripciones mayoritarias. Los analistas rusos pronostican que con el 45 por ciento de los votos y la victoria en 190 de las circunscripciones Rusia Unida puede renovar la mayoría constitucional, es decir, más de 300 escaños de los 450 asientos de la Duma.
Denuncias de fraude
Pocos minutos antes del cierre de los colegios en la parte europea del país, los comunistas denunciaron fraude y exigieron la persecución penal de los "falsificadores". Tanto la Comisión Electoral Central (CEC) como el ministerio del Interior restaron importancia a las infracciones, aduciendo que no influyen en el resultado final de los comicios. El líder comunista, Guennadi Ziugánov, señaló sin embargo que solo con "trampas" Rusia Unida podía lograr la mayoría constitucional.
Según la organización Golos, que vela por los derechos de los electores, el principal problema de "magnitud nacional" fue la votación "forzosa" de militares y funcionarios, el fraude en el voto a domicilio e intentos de impedir el trabajo de los observadores. En cualquier caso, los datos preliminares no ocultan el desgaste que ha sufrido el partido tras 20 años en el poder.
El descontento social por la pandemia del coronavirus y la situación económica en el país (con una inflación interanual del 6,68 por ciento en agosto y 17,8 millones de ciudadanos con ingresos por debajo del nivel de subsistencia) pesaron en las urnas.
Una victoria necesaria para Putin
El presidente de Rusia necesitaba una mayoría que le permita demostrar el apoyo a sus políticas en la Duma cuando termine su mandato en 2024 y decida si se presenta a la reelección con el fin de mantenerse en el poder hasta 2036. El oficialista Rusia Unida no podía arriesgarse a perder la mayoría, y por eso Putin adoptó una serie de medidas de corte redistributivo antes de las elecciones, entre ellas más beneficios sociales para militares, jubildados y familias con hijos.
Pero las autoridades rusas también emprendieron una campaña de persecución contra la oposición extraparlamentaria liderada por el encarcelado Navalni, cuyo movimiento político fue calificado meses antes como "extremista". Con la excepción del partido liberal Yábloko, la oposición al Kremlin no pudo participar en los comicios.
Especialmente molesto para el Kremlin resultó el "Voto Inteligente" ideado por Navalni para desbancar a los candidatos de Rusia Unida, al recomendar a los aspirantes con más posibilidades de derrotar al representante oficialista en cada distrito. Pese al bloqueo de Google, Apple y Telegram, dicha estrategia logró que candidatos alternativos, desde comunistas a liberales, derrotaran al oficialismo en ciudades como Moscú y San Petersburgo.