La presencia de Talleres de Córdoba en lo más alto de la tabla del campeonato de la Liga Profesional provoca inquietud en gran parte de la dirigencia del fútbol argentino. Más allá de lo deportivo, el equipo del barrio Jardín encarna en su presidente Andrés Fassi un criterio de conducción empresarial que no es compartido y que en muchos casos es rechazado por la mayoría de quienes están al frente de los clubes de Primera División. A tal extremo que Fassi y ningún otro dirigente de Talleres forman parte de la conducción de la AFA y de la propia Liga Profesional.
Aunque en los papeles, la institución cordobesa cuida las formas de una sociedad civil sin fines de lucro, en la práctica Fassi se conduce como un inversor privado, con un estilo corporativo que asimiló durante su paso como vicepresidente del poderoso grupo Pachuca de México, del cual pronto dejará de ser parte. Y lo hace a la distancia, mediante videollamadas y grupos de Whatsapp: el presidente de Talleres vive arriba de los aviones y recorre el mundo buscando negocios futbolísticos: de hecho, gerencia el club Atenas de la segunda división de Uruguay, tiene intereses en el Tlaxcala, también en la segunda división de México, y pretende manejar un equipo en España o Italia para hacer pie en el fútbol europeo, su gran objetivo empresarial.
Fassi cree abiertamente que el modelo vigente en el país está perimido y apuesta a cambiarlo: "En la Argentina seguimos con la demagogia de clubes sin fines de lucro y bajo esa perspectiva, el fútbol acá está 50 años atrasado con el resto del mundo: en otro lado es un fútbol globalizado, industrial, como negocio, con una verticalidad y transparencia distinta", dijo hace poco. Por eso, los dirigentes del resto de los equipos sienten escozor cuando miran la tabla: el Talleres de Fassi representa un riesgo que desearían ver lo más lejos posible. Tienen el apoyo de los socios y los hinchas que rechazan visceralmente a los inversores privados. Para ellos, al fútbol argentino lo sostienen los sentimientos y los sentimientos no necesitan ser gerenciados, sólo sentidos.
El duelo entre Talleres, Lanús, River y Estudiantes en procura del título es mucho más que un enfrentamiento deportivo: es el cruce de dos maneras diametralmente opuestas de entender el gobierno del fútbol. Talleres se mueve con un management empresarial, Lanús, River y Estudiantes, con el formato de las sociedades civiles sin fines de lucro. La tensión entre la novedad y la tradición no quedará saldada cuando se sepa el nombre del campeón. Ningún modelo asegura la victoria cuando la pelota corre por el verde césped. Pero Talleres ha llegado hasta aquí a partir de una mirada diferente. Para algunos representa una oportunidad a futuro, lo que debe hacerse cuanto antes para salir del estancamiento. Para otros, es un peligro que no debería crecer si la consigna es quedarse quietos, dejar todo como está.