El tapiz de la historia del arte se teje con hilos insospechados. A fines de los años '50, en la entonces novísima galería Rosario de Sarmiento al 800 (inaugurada el 25 de mayo de 1956), la poeta santafesina Beatriz Vallejos (1922-2007) visitó una exposición de lacas del artista chileno Carlos Valdés Mujica, "Primer imaginero laquista de América" y el único  hasta entonces. En la cronología al final de su obra reunida por la Editorial Municipal de Rosario en 2012, fechamos ese encuentro en 1957. Pero está por salir de imprenta un texto de Vallejos, inédito hasta ahora, donde la poeta y laquista sitúa el hallazgo en 1958. Resta cotejar notas de arte de la época (la revista Paraná publicó una reseña de Valdés en su momento) para situarlo históricamente con más precisión. El caso es que, a partir de aquella visita, Beatriz Vallejos descubrió en la laca una técnica tan adecuada como su poesía para expresar su emoción del paisaje litoraleño. Y se puso a estudiar con Valdés, quien le transmitió los secretos del oficio que ella anota en ese texto inédito.

Transparencia y misterio de las lacas es el título del bellísimo libro ilustrado en color que la editorial independiente rosarina Iván Rosado lanzó ayer en preventa, y que saldrá de imprenta pronto. También es el de dos conferencias de mediados de los años '60 por Beatriz Vallejos, de las cuales sólo una integró la sección ensayística de El collar de arena, su obra reunida por la EMR; la otra quedó inédita por ser la más profusa en precisiones técnicas, acaso menos pertinente en un libro de poesía. El nuevo libro reúne las dos, y las acompaña no sólo con reproducciones de las lacas, con fotos de la autora en su entorno (natural y afectivo), con una entrevista por Irina Garbatsky (originalmente publicada en un diario, y de la que se incluyeron extractos en la cronología de la EMR) y un excelente epílogo por Marina Maggi y Pablo Serr, sino que incluye además dos obras de vanguardia, o experimentales, de Vallejos: El pincel ("espectáculo poético audiovisual; libro imagen de lacas, poemas, coplas y canciones de la distancia, el eco y el silencio”) y La hamaca, un poemario en retablos de 2002, presentado mediante reproducciones de las piezas originales; por primera vez, se transcriben en letra impresa los poemas.

Beatriz Vallejos era inmune a tales categorizaciones como 'vanguardia' o 'experimental', pero estaba imbuida de la sensibilidad informalista de su tiempo (presente en sus lacas y mencionada al pasar en sus textos), que convivía con un aprecio por el arte de los pueblos originarios y del Quattrocento. Sus retablos, o íconos, como también los llamó, eran trípicos autoportantes unidos por diminutos goznes, hechos en madera de árboles de la región como el timbó, donde ella comenzaba por pintar en laca una sugerencia abstracta y espacial de paisaje, inspirada en el color percibido, y a veces le añadía algún ligero motivo gráfico, o un poema breve que escribía sobre las tablas con su caligrafía legible y delicada, dibujando las letras con un fino pincel; es la misma caligrafía en que fueron escritas y conservadas las dos conferencias del libro (a las que accedimos en su momento para la edición de la EMR cuando su hija Elena Rigatuso nos abrió el archivo).

Otro elemento que enriquece las lacas de Beatriz Vallejos son los pequeños objetos, por lo general naturales, hallados en sus paseos por las calles de arena de San José del Rincón, y que incrustaba en sus lacas; por ejemplo, trocitos de nácar. En esa localidad (cercana a la ciudad de Santa Fe), donde su familia de origen tenía una casa con terreno y jardín, se estableció la poeta después de enviudar. En Rincón, ella fundó una escuela de laquismo, llamada Costa de Antón. Soñaba, como lo expresa en el texto inédito, con un futuro de ferias donde expondrían sus lacas los artesanos de las diversas provincias de la zona. El sueño aún no se realizó; han sido infructuosos los intentos de la autora de esta nota de dar con alguien en Rincón que hubiera estudiado allí y recordara la técnica. Una pintora santafesina que tiene su taller y su comercio de arte en esa localidad dijo hace 5 años haber estudiado laca con Beatriz Vallejos en Costa de Antón, pero lamentó haber olvidado la fórmula. Los materiales son sencillos, y por fortuna la proporción de los mismos consta en la conferencia inédita y en el libro que aún se está imprimiendo.

Sus editores prometen presentarlo en Iván Rosado con una exposición de sus íconos, obras que no se muestran al público en un conjunto sustancial en Rosario desde aquella exhibición y panel en 2003 en la Facultad de Humanidades de la UNR, en vida de la autora, si bien se expusieron algunos en el Museo Castagnino en 2013. Para el público joven será una novedad. Transparencia y misterio, frase que une dos categorías que parecen opuestas, es el oxímoron que expresa una dialéctica, específica o no de Beatriz Vallejos (presente también en su poesía y formulada por ella con claridad en otros ensayos de su obra reunida) en torno a la experiencia estética del paisaje regional. 

Otro oxímoron para esta obra literaria y plástica es la aparente contradicción entre lo que lleva mucho tiempo de acecho o espera y lo que se resuelve en un instante fugaz. Hay en su poesía un largo tiempo de contemplación, comparable a la paciencia en la preparación de la laca; de pronto sobreviene y es cazado, como un rayo, el instantáneo caligrama ineluctable. Es ante el poema, y no sólo en la laca, donde es preciso saber bien lo que se quiere decir, como escribe ella al respecto de su técnica plástica. No es casual que la poeta que no corregía sus poemas, como se lee en la entrevista, elija un medio pictórico de secado rápido. Su obsesión por la luz como constitutiva del espacio se traduce en veladuras que no velan sino que suman espesor al vacío lúcido que aloja la mirada. La idea de "oficio" también es fundamental para Vallejos en ambos campos: se trata de un hacer/no-hacer intensivo, auténtico, ennobleciendo humildes elementos. 

"¿Cómo fijar ese deslumbramiento fugaz, ese brillo encantado del ala del alguacil, el tornasol inquieto del picaflor, el ámbar vibrante de las chicharras, el secreto del viento en las ramas, la dialéctica viva del agua?", escribió. Al incalculable valor literario de estos textos, poesía en verso y en prosa que fluye, y a la transmisión open source del secreto artístico, se le suma el valor político de dar cuenta de lo específico de una región desde una sensibilidad y una espiritualidad que abarcan todo lo viviente. Y después del libro, a soñar aún más: con el video animado que plasme El pincel, y con les laquistes por venir.