Durante 2018, el arte fue el negocio de lujo que más creció, incluso en Argentina. Pero tiempo después la pandemia provocó que las galerías y los museos cerraran hasta nuevo aviso, y puso en suspenso mercados y bienales. Se estima que las ventas cayeron poco más del 25% en 2020, en comparación con 2019. Sin embargo, la tendencia es alentadora: incluso con esa baja, durante la pandemia se compró más arte que una década atrás.
Ahora los museos locales vuelven a abrir y las galerías inauguran exposiciones de manera sutil y paulatina, pero esa época de encierro redefinió las artes visuales en el país. Pese a que bajó en volumen, la venta se mantuvo a través de plataformas digitales. Eso generó un nuevo perfil de comprador, más joven respecto al coleccionismo tradicional, que accedió a la obra de artistas noveles o contemporáneos. Todo eso sirvió para sostener un mercado que también se valió de innovaciones aplicadas al arte, como los NFT o las galerías 3D.
► Arte barrial
Si bien la figura del galerista sobrevivió a la pandemia, quedó en evidencia que los intermediarios ya no son tan esenciales. Muchos artistas decidieron vender sus trabajos por su cuenta: "No es fácil en este momento, pero no es necesariamente por la pandemia. El cubo blanco venía en crisis previamente", reflexiona acerca de las galerías Lola Silberman, quien junto a su pareja fundó hace dos años Camarones Arte Contemporáneo. "Pero aunque los artistas armen sus propios eventos, no es lo mismo. Sabemos el valor simbólico y el peso que tiene una institución (galería, museo o curador) en la legitimación."
Lola es vecina de La Paternal desde hace 15 años. Nunca se vio venir que el barrio en el que vive y donde estableció su espacio se convertiría en el flamante polo cultural de moda de la capital argentina. "Me vi inmersa", afirma. Como respuesta a ese hype, el artista visual santafesino Martín Lapalma fundó este junio, en la planta alta de un edificio de oficinas de Avenida de Mayo, su propio espacio: Atelier La Maternal.
La galería de Lapalma presenta otro paradigma para la exposición presencial e introduce nuevos lenguajes artísticos. "Está enfocada en el artista y la obra. Es una cápsula expositiva, más allá de la compra y venta", justifica. El eje son las activaciones: "Invitamos artistas para que hagan algo en torno a la muestra que está montada. Esto se convierte en dos o tres muestras en una. Está bueno que haya diálogo porque una muestra montada se va muriendo."
En tanto Chacarita, Villa Crespo, Almagro o Boedo llevan adelante su propio circuito de galerías y talleres, en Palermo el espacio Local Support supo ganarse el lugar de bastión alternativo de las artes visuales. De eso da fe la muestra Lo Hi, en la que 40 artistas argentinos exhiben 40 pósters coleccionables. "El Lo es el soporte, en este caso el póster, mientras que el Hi es el artista", explica Lea Di Giovanni, líder y dueño del multipoint que pronto cumplirá cuatro años.
"Íbamos a hacer esta activación en el Buena Vibra y cayó la pandemia. Igual la hicimos porque estaba apalabrada", dice el también curador, que evoca como antecedente de esta muestra la segunda edición del festival Local Support, realizado en 2019 en la Sala Siranush, con 27 artistas. "Son 20 mujeres y 20 pibes: nadie me preguntó quién más iba a estar", se enorgullece Di Giovanni. "La intención era cruzar a la nueva generación de artistas plásticos, de chicos y chicas de entre 18 y 25 años, con leyendas como el Gordo Pelota, Marte, Ever y Paula Duró."
Esta expo coleccionable, cuyos pósters en papel obra impreso en RGB cuestan $3000 (mil más con marco), se inauguró hace tres semanas y, según Di Giovanni, se vendieron muchas copias. Aunque el leitmotiv pasa por otro lado. "En la muestra hay artistas a quienes nunca podrás comprarle un póster impreso, y menos a ese precio, para tener en casa", subraya. "Pero lo más importante es que están todos juntos en una exposición, para que un pibe y una piba puedan tener la experiencia de conocerlos y acceder a su obra. Damos un apoyo."
► Otra visita al museo
"Si algo está en crisis son las instituciones. Su apoyo es importante, pero últimamente no existe", arremete Lapalma. Por eso a La Maternal le puso "Atelier", para que se le vincule más al trabajo y la experimentación que a la parte mercantil del arte. "Hoy vas a una galería joven y podés encontrarte con la obra del artista recién salida. En ese sentido, me parece fundamental el apoyo a los museos, que cada vez están peor, y que es donde ves cosas que no están en otro lado."
Alvaro Rufiner, asesor de comunicación y proyectos especiales del Museo de Arte Moderno, recoge el guante. "Con la pandemia tuvimos que repensar qué hacer. Mirando otros museos del mundo, la tendencia apuntaba hacia el acervo. Pero nos pareció que había que estar más acorde a la incertidumbre para buscar nuevos caminos." Así, el MAMBA creó un archivo sobre el presente: "En esos primeros días de pandemia, todo era muy poco claro. En vez de construir una voz dura, trabajamos sobre la base de la incertidumbre. Creamos tópicos para reflexionar sobre la coyuntura: pantallas, fantasmas, miedos, monstruos, silencio".
El asesinato de George Floyd le dio al museo porteño la posibilidad de reflexionar sobre el racismo en Argentina. "Encargamos una encuesta nacional al respecto", destaca Rufiner, "con el objetivo de poner fondos en el ecosistema del arte. Los contenidos que se les pidieron a los artistas fueron pagados. Mucho con lo que recibimos del patrocinio."
► Militancia y sofisticación en el arte argentino
A manera de contexto, Argentina sigue institucionalmente la política cultural europea. "Esto quiere decir que tanto la cultura como la producción cultural la detentan el Estado, mientras que el patrimonio cultural es del pueblo. Un privado no puede tener ese poder", explica la coleccionista y curadora Benedicta Badía. "En Estados Unidos es al revés: allá todos los museos son privados, y la producción cultural es del pueblo."
Esto hace que en América latina exista una brecha entre el mercado de arte y la producción cultural. "Lo que la gente piensa de Basquiat, por ejemplo, es un tema del mercado. No del artista", argumenta Badía. "Al artista se le juzga por la reacción del mercado, y no por la producción intrínseca. Como en Estados Unidos el capitalismo está metido en el mundo del arte, un artista allá es más consciente de su inserción en el mercado."
¿Esto implica que las posibilidades de que un artista argentino tenga relevancia internacional son pocas? "Los argentinos producen con una libertad laboral que un artista estadounidense no tiene. Además, Argentina tiene una producción anti neocolonial. Pero, a su vez, los argentinos quieren estar en el MOMA. Es interesante esa tensión. La narrativa de la militancia social no se puede desvincular del arte. Por eso el arte argentino es muy sofisticado."
Sin embargo, esa militancia no le permite al artista local desarrollarse completamente en el mercado. Desde Berlín, lo confirma Luciana Massarino, quien juntó a su hermana, Romina, comanda la galería Studio 488, ahora rebautizada MM Gallery. "Como aquí no conocen a muchos artistas argentinos, salvo a los consagrados, básicamente vendimos online obra de exponentes jóvenes". Durante la pandemia, Studio 488 apostó al ganador: siete meses después de abrir su sede en Villa Crespo, inauguraron una sucursal en el coqueto barrio de Mitte, en Berlín.
"Con lo de las criptomonedas, el NFT y el arte digital, pasó a ser todo online: vendimos a toda Europa por la página e Instagram, que es por donde se manejan los artistas." En Argentina, en cambio, sólo consiguieron vender de forma presencial. No obstante, en simultáneo le pusieron énfasis a su sitio web, compraron y vendieron con criptomonedas, y comenzaron a ahondar en investigaciones y nuevos formatos, entre los que destaca el criptoarte.
► Cuentos del criptoarte
Desde el street art hasta ilustración digital conviven en la cosmogonía de Local Support, que amén de estrenar su planta alta con Lo Hi tiene en simultáneo en la planta baja la exhibición de El Keni. Parte de lo que recaude irá a parar a una olla popular que está en la calle Bonpland, y que le da de comer a pibes y pibas en situación de calle. "Local Support no cumple con los requisitos de las galerías formales y convencionales de Buenos Aires", enfatiza Di Giovanni. "Estamos en otra sintonía. Me chupa un huevo si me validan."
Justo por eso, el capitán del multipoint y agitador cultural se tiró al mar del criptoarte, en complicidad con uno de los mayores referentes de esa expresión en la Argentina: Tomás García. "Si hago un paralelo con las dos muestras que tenemos, tranquilamente podría hacer una galería NFT", cavila. "Intuyo que todos estos artistas que están acá seguirán el rumbo del criptoarte. Primero se instaló una moneda virtual, el bitcoin, y luego todos sus derivados. Y lo que siguió a ese sistema económico fue el uso de blockchain para el arte. Hoy tenés las puertas del mundo abiertas en diferentes plataformas, y empezás a hablar en otro idioma."
Franco Martín Contreras creó y dirige la galería virtual y en 3D de arte contemporáneo Revoque. "Ahí no hay límites económicos ni físicos para que los artistas expongan sus ideas", introduce el artista visual mendocino, quien reprodujo su casa física como escenario del formato virtual. "Cuando se cerraron los espacios por el covid, me pregunté qué podía aportar al campo artístico. Esto abrió el juego al montaje virtual. También intervienen otras operaciones como quién hace la obra y la forma en que circula dentro de las redes." La galería está alojada en Instagram, YouTube y en la plataforma Mozilla Hub, que permite recorridos interactivos con un avatar.
Si bien ganó la beca que otorga Camarones Arte Contemporáneo, al igual que otras del gobierno, Franco no consiguió vender aún su arte. "Con los NFT (tokens no fungibles, suerte de activos o representaciones digitales criptográficas que brindan propiedad digital e interoperabilidad en plataformas), hay coleccionistas. Pero en Argentina no se desarrolló mucho. Está el Instagram Criptoartargentina, en el que artistas como Joaquina Salgado y Mateo Moral muestran su arte en 3D."
El arte 3D también llegó al Museo de Arte Moderno: "Lo digital nos dio la posibilidad de mostrar más procesos, construcciones e intereses sin llegar a ser una exposición de sala", comenta Alvaro Rufiner, cuya institución inauguró el pasado sábado la muestra de arte joven Adentro no hay más que una morada, protagonizada por 34 artistas argentinos nacidos entre 1976 y 1994 que cuentan su experiencia en la pandemia.
"Hay galerías argentinas que se pueden entender más allá de sí mismas, como parte de un ecosistema internacional", asienta Benedicta Badía. "Pero no tienen el mismo poder de una de Brasil o de México. Argentina es un mercado de culto en el exterior, porque genera fascinación. Sin embargo, no está esa presencia internacional: por las políticas económicas, por la distancia y por la actitud europeizante. Cuando tiene más que ver con Sudáfrica que con Madrid."
► Más allá de la pandemia
Aunque la burocracia pesa al momento de comprar obra, la creación de la Cámara Argentina de Galerías de Arte, Meridiano, y la profesionalización del galerismo argentino hicieron cambios y marcaron tendencia en el negocio de vender arte. No obstante, "si no sos heredero, ser artista en Argentina es uno de los trabajos más difíciles del mundo", lamenta Martín Lapalma.
"Hay que entender que el arte es un mercado laboral, donde no hay seguro de salud ni jubilación porque es trabajo informal", discurre Badía, prestigiosa coleccionista y curadora argentina, residenciada en Singapur. "Pero en el último año y medio se dieron avances muy grandes en cuanto a la profesionalización y los derechos del trabajador del arte."
Lola Silberman invita a desmitificar la obra de arte: "Ya pasamos la época de la reproducitividad técnica. Si una obra no se vende, no nos sirve a nadie", asevera la cara visible de Camarones Arte Contemporáneo, cuyo catálogo está pesificado. "El público no tiene reparo en comprar un buen televisor o celular, pero al momento de comprar arte compra un afiche o un espejo en Easy."
"Donde hierven las papas no es en el museo o la galería de arte, sino en lugares de transgresión donde se cuestiona todo", apunta Benedicta. "Ahora no se trata del dispositivo de arte versus el lugar alternativo, sino el espacio físico versus el espacio digital. Vos mirá lo que hacen los gamers. Supeditar que lleves a lo digital un tour como sucede en el espacio físico es como de locos."
Y de paso remata: "Mientras el mercado argentino está madurando, el sistema de ferias y bienales cambió y seguirá así. El mundo del arte no volverá a ser igual. Esto no se va, ni tampoco el covid. Tenemos que cambiar nuestra forma de vida para siempre."