Justin Trudeau, el primer ministro de Canadá, se juega su futuro político en las elecciones que se celebraban este lunes en todo el país y en las que millones de canadienses decidirán si renuevan su confianza en el líder del Partido Liberal o le dan una oportunidad a Erin O'Toole y su Partido Conservador. En un escenario que se anticipa ajustado, las encuestas señalan que ninguno lograría la mayoría absoluta en el Parlamento.
La "Trudeaumanía" de 2015 luce muy lejana en Canadá. El mandatario de 49 años convocó a mediados de agosto a unas elecciones anticipadas para intentar recuperar la mayoría perdida hace dos años. Pero los sondeos indican que alcanzaría alrededor del 31 por ciento de intención de voto, casi lo mismo que su principal rival, quien no mucho tiempo atrás era desconocido para el público en general. Durante la campaña Trudeau dijo que el regreso de los conservadores al poder sería sinónimo de un paso atrás, especialmente en el tema climático. Pero O'Toole prometió renovación y emprendió una activa campaña de centro.
Como Canadá abarca seis husos horarios, los últimos ciudadanos en emitir su voto se encuentran en la provincia de Columbia Británica, en la costa del Pacífico, donde las urnas cerrarán a las 19 horas locales (las 23 de Argentina). Puede que el ganador no se conozca este lunes ya que el comicio promete ser muy cerrado y un gran número de electores optó por el voto anticipado o por correo. Las medidas de protección contra el coronavirus también hicieron que el proceso de votación sea más lento que en otras ocasiones.
Trudeau votó por la mañana acompañado de sus tres hijos y su esposa, Sophie Grégoire, en su circunscripción de la ciudad de Montreal. Prácticamente al mismo tiempo, O'Toole hizo lo propio en un centro de votación en la localidad de Oshawa, a unos 60 kilómetros de Toronto. En un breve contacto con la prensa luego de sufragar, el primer ministro dijo sentirse "sereno" y aseguró: "Trabajamos muy duro en esta campaña y los canadienses están tomando una decisión importante".
Las encuestas señalan que liberales y conservadores están prácticamente empatados en intención de voto: el Partido Liberal contaría con un apoyo del 31,4 por ciento del electorado mientras que el Partido Conservador sumaría el 30,7 por ciento. Pero las particularidades del sistema electoral canadiense, que es de sufragio directo por lo que en realidad el lunes se celebraban en el país 338 elecciones, una por cada circunscripción electoral que envía a un diputado a la Cámara Baja del Parlamento, permitirán a los liberales de Trudeau obtener algunos escaños más que los conservadores.
De confirmarse los sondeos previos, la victoria de Trudeau será igualmente agridulce y agregaría presión a su liderazgo de los liberales a futuro. Si, como se espera, ninguno de los dos grandes partidos que se alternan en el poder desde 1867 es capaz de obtener una mayoría en el Parlamento, el ganador tendrá que formar un gobierno en minoría, por lo que el futuro primer ministro deberá tejer alianzas con los partidos más pequeños.
En agosto, Trudeau decidió convocar a elecciones anticipadas cuando las encuestas indicaban que los liberales estaban hasta diez puntos porcentuales por delante de los conservadores. Hasta ese momento la mayoría de los canadienses aprobaba la gestión que el gobierno venía realizando de la pandemia y la economía. Pero con la convocatoria a elecciones muchos votantes expresaron su descontento y los liberales empezaron a perder apoyo.
Durante la campaña electoral, Trudeau defendió la necesidad de ir a elecciones para que los canadienses puedan decidir las medidas a adoptar para salir de la crisis del coronavirus. Pero el primer ministro tuvo problemas para justificar los más de 600 millones de dólares canadienses (468 millones de dólares estadounidenses) que costarán los comicios, el gasto más elevado en la historia electoral del país.