El flamante Jefe de Gabinete, Juan Manzur, y la ministra de Salud, Carla Vizzotti, anunciaron la eliminación de diversas restricciones. La más significativa: desde el 1 de octubre, el barbijo ya no será obligatorio al aire libre, siempre que se circule de manera individual y no haya aglomeración de personas. Algunos integrantes de la oposición, que habían hasta realizado movilizaciones contra las medidas sanitarias, cuestionaron estas decisiones y las tildaron de electoralistas. El gobierno contestó que las se trata de medidas que responden a la situación actual, que se dan gradualmente, que ya estaban previstas y que no se da por terminada la pandemia. El presente epidemiológico es elocuente, tanto que las cifras hablan por sí solas: desde hace 16 semanas consecutivas disminuyen los casos; el 64 por ciento de la población fue inoculada con una dosis y el 45 por ciento está completamente vacunada; al tiempo que la utilización de camas de terapia intensiva disminuyó a 1.440, cuando durante el pico de la segunda ola alcanzaba los 7.969. Este martes se reportaron 1837 nuevos casos y en la Ciudad de Buenos Aires no se registró ninguna muerte por covid. Los especialistas consultados por Página12 coinciden en que las cifras permiten flexibilizar las conductas en el sentido propuesto por el gobierno pero advierten que es importante mantener los cuidados, sobre todo, en el control de fronteras.
"Hoy se anunció el fin de la pandemia. Tuvieron que perder las elecciones para darse cuenta", afirmó Mario Negri, presidente de la UCR, luego de la conferencia de prensa de Manzur y Vizzotti. En el gobierno responden que, en primer lugar, nadie dispuso el fin de la pandemia y que hay que mentener los cuidados, pero que las flexibilizaciones ya estaban previstas dada la mejora evidente en la situación epidemiológica. "Por ejemplo, ya hubo una prueba de público en el partido de la Selección --señalaron en Casa Rosada-- así que estaba anunciado que se iban a avanzar con aperturas, sobre todo con un gran procentaje de la población vacunada".
“Hay que recordar fuertemente que seguimos en pandemia. Todas las flexibilizaciones anunciadas ocurren en un contexto pandémico”, dice Tomás Orduna, Jefe del Servicio de Medicina Tropical y Medicina del Viajero en Hospital Muñiz de Buenos Aires. El miembro del comité de expertos del gobierno narra una experiencia personal para ejemplificar el riesgo de generar malentendidos. “Hoy a la mañana, me encontré con el encargado de mi edificio y me dijo: ‘Por fin nos sacamos el barbijo’. Pude aprovechar para explicarle que esa situación será en situaciones puntuales. Me fui caminando hacia el auto un poco preocupado, porque la pandemia no terminó, los cuidados deben seguir”.
El asunto es que el 99.9 por ciento de los argentinos y argentinas no tienen a un Tomás Orduna en su edificio para consultarle al respecto de las especificidades. “Resulta clave que los medios nos ayuden a comunicar con claridad de forma masiva. Los números actuales son muy bajos y la vacunación brinda perspectivas inmejorables. Pienso que las medidas están muy bien, fueron consensuadas en relación a una serie de indicadores. En todas existen protocolos, pues no se eliminaron. La cuestión es seguir respetando las pautas; si pensamos que estamos en diciembre de 2019 estamos muy equivocados”.
“Es fundamental que aprovechemos esta oportunidad para poder juntarnos con la gente que queremos y realizar las reuniones que desde hace tiempo esperamos, aunque siempre teniendo en cuenta todas las medidas que hagan falta”, señala Gonzalo Camargo, presidente de la Sociedad Argentina de Emergencias. El referente, que también se desempeña como asesor presidencial, se refiere a la importancia de la ventilación: “Si vamos a estar mucho tiempo con una persona o con un grupo no nos olvidemos el barbijo. Esta decisión que toma el Gobierno no implica dejar el tapabocas en casa o en el auto, sino llevarlo con uno todo el tiempo. Cuando sabemos que vamos a estar en un espacio cerrado o al aire libre con otras personas, hay que usarlo para evitar la transmisión”.
El barbijo
Durante toda la pandemia, el Gobierno se caracterizó por escuchar la voz de su equipo asesor de médicos y científicos, y trazar políticas sanitarias en base a la evidencia disponible. La disminución de infecciones respecto al pico de contagios de mayo se acerca al 95 por ciento y la ocupación de Unidades de Terapias Intensivas bajó un 80 por ciento desde junio. Bajo esta premisa, si la situación cambia, las medidas para contener al virus también pueden hacerlo. Una de las flexibilizaciones más emblemáticas es el fin de la obligatoriedad del uso de los barbijos al aire libre, cuando se circula de manera individual y sin la presencia de aglomerados de personas alrededor. El tapabocas fue un símbolo de la pandemia que se instaló como herramienta fundamental para evitar la propagación desde un comienzo y pasa a ser un elemento prescindible, aunque solo en condiciones muy específicas.
Andrea Gamarnik, viróloga del Conicet en el Instituto Leloir, comenta: “Estamos en un momento en el que la circulación viral en nuestro país es baja y es entendible que comiencen a abrirse algunas actividades. Algunas de las medidas hay que tomarlas con cautela, manteniendo el uso de barbijos al entrar a locales, ventilación de ambientes”. Como plantea Gamarnik, es importante destacar que el uso de tapabocas continúa siendo obligatorio en espacios cerrados como aulas, cine, teatro, ámbitos de trabajo, transporte público, espectáculos y eventos masivos. Jorge Geffner, bioquímico e investigador superior del Conicet, por su parte, sostiene una postura crítica con respecto a la flexibilización en el uso del barbijo. “La señal de eliminar su uso en algunas circunstancias forma parte de un símbolo más genérico que invita a pensar que la pandemia ya pasó. El otro asunto clave, por otro lado, será la ventilación en sitios cerrados, que sabemos que no suele controlarse. Debe ser monitoreada a partir de los medidores de CO2”, asegura.
En la conferencia de prensa en Casa de Gobierno, Manzur y Vizzotti informaron otras medidas que se deben cumplir respetando el uso del tapabocas, la distancia y la ventilación como pautas de prevención. La habilitación de reuniones sociales sin límites; y el aforo del 100 por ciento en actividades económicas, industriales, comerciales, de servicios, religiosas, culturales, deportivas, recreativas y sociales en lugares cerrados. También se autorizaron los viajes de jubilados y jubiladas y de egresados; de discotecas con aforo del 50 por ciento (con esquema completo de vacuna, 14 días previos al evento); salones de fiestas y bailes y eventos masivos de más de mil personas (a partir del 1° de octubre con aforo del 50 por ciento).
La lupa en las fronteras
Se presentó, asimismo, un plan de apertura gradual de fronteras. Se dispone la eliminación del aislamiento a argentinos, residentes y extranjeros que ingresen por trabajo (a partir del 24 de septiembre); se autoriza la entrada de extranjeros de países limítrofes sin aislamiento (a partir del 1° de octubre); se incrementa el cupo de ingreso progresivo en todos los corredores seguros, aeropuertos puertos y terrestres (del 1° de octubre al 1° de noviembre); se habilita el ingreso de todos los extranjeros (a partir del 1° de noviembre).
Desde esta perspectiva, Geffner expresa: “Estamos viviendo un momento de tranquilidad en la pandemia pero, si bien es lógico flexibilizar actividades, hay ciertos límites. Uno de los aspectos que más me preocupa es la flexibilización en el ingreso de personas de países limítrofes, cuando en Río de Janeiro, por ejemplo, más del 90 por ciento de lo que circula es la Delta. Lo mismo sucede con otras ciudades de países vecinos”. Según lo informado por las autoridades sanitarias, para el ingreso al país, se solicitará contar con el esquema de vacunación completo, un test de PCR negativa en las 72 horas previas al embarque, o antígeno en el punto de ingreso hasta que defina la autoridad sanitaria, así como también, un test de PCR al día 5 a 7 del arribo.
“Anunciar que a partir de noviembre se podrá ingresar desde cualquier territorio me parece desacertado. Ni el PCR ni la vacuna garantiza que una persona no esté infectada o potencialmente pueda infectar”, remata Geffner. En consonancia con este enfoque, Gamarnik, plantea: “El tema de las fronteras constituye una de esas medidas que habría que revisar. El ingreso de personas del extranjero requiere mucha atención. La razón por la cual la variante Delta no está circulando ampliamente en Argentina es debido al control estricto que se hizo en los ingresos al país, con cuarentenas y testeos. Hay muchas regiones del mundo en los que la variante es mayoritaria, por esto es necesario que para los ingresos se mantengan los controles”. Debido a su capacidad para replicarse, Delta ya está presente en más de 170 países, aunque en la región sudamericana prevalecen Gamma y Lambda, popularmente conocidas como “variante de Manaos” y “variante Andina”, respectivamente.
Estado presente
“Tenemos que seguir insistiendo en la importancia de vacunarnos nosotros y también recomendar a nuestros familiares y amigos”, subraya Camargo. Luego destaca: “Argentina es un país pobre, que venía en 2019 con un sistema de salud totalmente endeble y en decadencia. Durante los últimos dos años se puso toda la carne al asador para hoy poder afrontar un mejor escenario. El número de muertes acumulado es altísimo pero no tengo dudas de que si no se hubiéran tomado medidas, hubiéramos tenido fallecidos en las calles, gente muriéndose sin poder recibir atención y eso no ocurrió”.
Además del Estado que dispone los lineamientos generales para cuidar a su población, el compromiso ciudadano también se revela fundamental. “Conozco muchos casamientos y salones de fiestas que solicitan a sus invitados acreditar la vacunación”, ilustra Camargo. La máxima es cuidarse entre todos: tener precaución por uno mismo, proteger a los que uno conoce y quiere, y también a los que ni siquiera conoce pero que se podría perjudicar en caso de estar enfermo y ni siquiera saberlo por la inexistencia de síntomas. La responsabilidad social es central en un Estado democrático, de manera que la situación epidemiológica dependerá del comportamiento individual. “Todo esto se va a sostener en la medida en que también colaboremos como ciudadanos, para no tener retrocesos. El exitismo es el peor error en el que podríamos caer. La vigilancia epidemiológica es clave para marcar el termómetro de cómo estamos con Delta o con variantes de riesgo”, explica Orduna.
¿El comienzo del fin?
“Si esto sigue en esta dirección, quiere decir que estamos transitando la última etapa de esta pandemia”, planteó el jefe de gabinete y exministro de Salud, Juan Manzur en la conferencia. Los profesionales que atendieron esta pandemia conocieron de primera mano la crisis que el sistema sanitario debió galopar y, en efecto, evitan realizar proyecciones demasiado optimistas. Desde aquí, Camargo opta por la cautela: “Estamos afrontando una situación muy positiva, no sabemos cuánto va a durar, ojalá lo haga por largo rato. La pandemia va a seguir existiendo por mucho tiempo más, el año que viene y los próximos vamos a tener que seguir vacunándonos. Estamos en el transcurso de un momento muy difícil y necesitamos de la máxima solidaridad”.
En este marco, no hay que desestimar la propagación de variantes más transmisibles, o bien, la emergencia de otras que puedan surgir de aquí en adelante. ¿Qué sucede con Delta en Argentina? Durante esta pandemia, los especialistas recomendaron la importancia de aprender a comunicar las incertidumbres. “Hay cosas que evidentemente los científicos no sabemos y hay que aceptarlo. No tenemos nada claro lo que pasó con Delta. Hemos controlado muy bien las fronteras hasta ahora; en Reino Unido ingresó en abril y al mes siguiente ya estaba barriendo a las demás variantes. La vacunación también influyó, pero responder con certeza por qué no se dispara más su propagación es difícil”, admite Geffner.
Mientras haya una población mundial susceptible de ser contagiada, existe una probabilidad palpable de que la pandemia se prolongue por tiempo indefinido. Mientras que algunas naciones ya inoculan con terceras dosis a sus poblaciones, según el sitio Our World in Data el continente africano apenas protegió al 4 por ciento de sus ciudadanos.