Romina tiene 42 años, vive en la Ciudad de Buenos Aires y está en el Centro Cultural Kirchner como voluntaria para el Estudio Antropométrico Nacional Argentino (EAar), un relevamiento de las medidas corporales con un escáner 3D que define formas y dimensiones del cuerpo humano: “Cuando voy a una tienda y veo que hay talle único me siento discriminada, es un talle en donde no entro o me queda muy ajustado. Y si hay opciones de talles, la ropa aumenta de precio. No es lo mismo que voy a gastar si tengo un cuerpo hegemónico que si no lo tengo. Me parece importante que se vaya a crear una tabla de medidas de los cuerpos que hay de este lado del mundo.”
Romina tiene una pequeña entrevista con personal del Instituto Nacional de Tecnología Industrial INTI (organismo a cargo del estudio en todo el país) y luego accede a un vestidor para dejar su ropa. Ingresa a un cubículo y en 15 segundos el aparato toma 70 medidas de su cuerpo. Este estudio se viene haciendo en diferentes puntos del país para establecer el Sistema Único Normalizado de Talles de Indumentaria (SUNITI), cimiento de la conocida “ley de talles”, sancionada en 2019 y reglamentada en junio de este año.
La ley establece que la totalidad de la indumentaria deberá ser fabricada, confeccionada, comercializada e importada de conformidad con el SUNITI. El estudio para llegar a este sistema único de talles está avanzado en un 60% de toda la muestra nacional, y dará cuenta de las medidas de los cuerpos que habitan este territorio. ¿Cuáles son los cambios sociales, políticos y económicos que implica el SUNITI? ¿Cómo se tuerce la dinámica que históricamente tiene la industria de la moda y sus estándares de belleza? ¿Quiénes hoy acceden al derecho a vestirse? Son algunas de las preguntas que envuelven a la ley 27251 que tiene todos los condimentos para ser histórica.
Derecho a vestirse
En Argentina los talles de ropa son importados de Estados Unidos y Europa. Dentro de las variadas aristas que tiene la implementación de esta ley, existe una fuerte apuesta a la decolonización, a la discusión en torno al sistema binario de la indumentaria, a la diversidad corporal y al consumo.
Lucía Portos, Subsecretaria de Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires, viene siguiendo este proceso muy de cerca: “Hoy nosotras estamos viendo una sociedad absolutamente atravesada por relaciones de consumo en todos sus componentes, tanto en términos de poder adquisitivo como de género. La devolución que hacen quienes consumen, es una devolución insatisfactoria. Y esa insatisfacción tiene mucho que ver con no poder conseguir la ropa en el talle adecuado para nuestro cuerpo o que la ropa que se consigue en el talle adecuado no es representativa de la moda. El cuerpo, la ropa y la moda como espacio de construcción simbólica conforman un triángulo que no solo significa la imposibilidad de vestirse para algunas personas, sino que también conforma una dinámica muy violenta sobre todas las personas que necesitan vestirse”.
“Esto tiene mucho que ver con cómo me puedo vestir, que ofrece el mercado para mí -continúa Portos en diálogo con Las12- y cómo me termino sintiendo menos de lo necesario para valer. Es un dispositivo bastante disciplinador de la disponibilidad de los productos del consumo que genera industrias conexas: la dieta, el gimnasio y los talles”.
No encontrar un talle para vestirse es el reflejo de una constelación de industrias que calan hondo en un ideal -inalcanzable- de belleza y en la proliferación neoliberal sobre cómo deben ser los cuerpos para “encajar” en el mundo. Laura Contreras, es activista gorda e investigadora de temas de diversidad corporal. Para ella, no encontrar talle es una experiencia más de la vergüenza corporal, es una reafirmación del sistema de delgadez obligatoria en el que vivimos: “Lo que hace es profundizar una pedagogía muy eficaz que todo el tiempo nos está enseñando a las personas gordas, a las personas trans, a las personas con diversidad funcional que no encajamos, que nuestro cuerpo no es el cuerpo que hay que tener. Digo que es una pedagogía eficaz porque nos enseña que vestirse -que es un derecho fundamental- es un castigo para nuestros cuerpos gordos: no encontrar el talle y que eso sea una experiencia humillante” explica Contreras.
De-colonización de los cuerpos
La confección del SUNITI apunta a desarrollar una curva de talles con amplitud suficiente como para representar las distintas corporalidades y abrir las compuertas que hasta ahora se mantenían clausuradas para una gran parte de la población. Desde ya, este sería un piso para poder discutir y poner sobre la mesa problemáticas en torno al consumo y al imaginario que se construye con respecto a las aspiraciones estéticas, la moda y la diversidad corporal.
En este sentido, Lucía Portos desarrolla esta idea con mucha claridad: “Todas nos queremos ver cómo personas que se pueden vestir en una marca de shopping, y eso tiene que ver con tener la plata para poder vestirse como lo que te ofrece el shopping y tener el cuerpo que el shopping elige para vestir o no vestir. Y en esa dinámica de poder no es casual que lo que se tome como referencia sean tablas de talles importadas de Estados Unidos o de Europa con esa lógica de la Europa latinoamericana o la París de América.
“Esa construcción del imaginario social argentino nos pone en una lógica aspiracional hacia una mirada extranjerizada de cómo somos. Tiene mucha potencia política estar discutiendo esto desde Argentina y midiendo a las personas de todo el país. Cuando pensamos en las representaciones de las argentinas y los argentinos, pensamos en algo muy porteño. Pero tenemos cuerpos muy diversos en el territorio, en donde conviven migraciones de muchos lados, descendientes de pueblos originarios, afrodescendientes, la fisonomía de los cuerpos andinos, todas diversas maneras de ser argentino o argentina o argentine que no necesariamente son lo que pensamos cuando pensamos en los cuerpos autóctonos. Ahí también hay una disrupción interesante que va a generar mucho sentido para poder pensar en otras políticas públicas”, apunta Portos.
Ampliar la tabla de talles, además, aspira a una mayor representación, es imprescindible poder desarmar el código binario de ropa de hombre/ropa de mujer, no solo porque refuerza exponencialmente los estereotipos de género sino también porque queda desfasada del derecho a las identidades autopercibidas, dato que aparece en los formularios del estudio.
No hay talles para todxs
El 21 de julio de este año, la organización Anybody Argentina realizó su octava encuesta nacional para conocer las experiencias de les argentines a la hora de comprar indumentaria y calzado. La respuesta que recibieron cada año desde 2012 hasta la actualidad fue recurrente: 7 de cada 10 personas manifiestan tener problemas a la hora de encontrar ropa de su talle. Con estos resultados, Anybody comenzó un extenso camino de activismo para poder poner en agenda un proyecto de ley de talles que respondiera a una realidad reflejada en sus encuestas.
Mercedes Estruch es coordinadora de la organización desde el 2019: “Es una encuesta que se hace todos los años desde el 2012 y que refleja que, sobre todo en feminidades, ir a comprar ropa es un trauma. Digo feminidades porque son quienes más manifiestan las dificultades. Es verdad que ahora se está visibilizando y las masculinidades están poniendo en palabra también la complejidad referida a la indumentaria. Para el 2015, ya teníamos datos que se repetían, empezamos a indagar en cómo era la regulación de los talles en Argentina, y en esa búsqueda nos encontramos que había 14 leyes entre municipales y provinciales. No solo era una cuestión de naturalizar que las personas se vistieran como dice la industria, sino también que había una falla institucional en no tener una regulación unificada de los talles en nuestro país.
“Entonces en aquel momento pensamos que lo que había que hacer era conformar y consolidar un proyecto de ley que nos permitiera no solo ordenar y regularizar los talles, sino también poder visibilizar las problemáticas que hay detrás de no encontrar talles: la exclusión y la discriminación por aspecto físico, la violencia estética que sufrimos en nuestro país y la gordofobia. En ese sentido, es donde empezamos a tocar puertas”, explica Mercedes que junto a su organización iniciaron el trámite para formar parte del Consejo Técnico Consultivo del SUNITI. Se trata de una mesa constituida por diversos actores que tienen la responsabilidad de llevar adelante la implementación y difusión del sistema de talles.
Paula Español, Secretaria de Comercio Interior, destaca la importancia de que este trabajo sea en conjunto, articulando diferentes voces y abordando el proceso de manera integral: “En la creación del Consejo Técnico Consultivo del SUNITI están representados diferentes actores que están involucrados en llevar adelante la implementación y difusión del sistema de talles, y que aportan sus puntos de vista y necesidades asociadas a los espacios que representan. Por eso, está compuesto por representantes de las cámaras sectoriales, de la sociedad civil, de las asociaciones de consumidores, del Consejo Federal de Consumo, de docentes de las Universidades Nacionales de las carreras de Diseño de Indumentaria y Diseño Textil, del Ministerio de Salud, del INADI y del INTI. Vale decir que la decisión de incluir representantes de las Facultades surgió a partir de las reuniones mantenidas con todos los sectores involucrados en ocasión de la elaboración de la reglamentación de la Ley 27.521, principalmente de las inquietudes planteadas por activistas y representantes de la sociedad civil y de las cámaras empresarias que trajeron a la mesa la necesidad que esta temática se aborde desde la etapa de formación académica de los diseñadores”, explica la Secretaria de Comercio Interior.
El talle en la agenda
A partir de 2017 se logra un acuerdo social sobre la necesidad de hacer avanzar un proyecto que estaba cajoneado. Según Mercedes Estruch, el rol de los feminismos fue clave como respaldo y para darle contexto a la problemática: “Si bien aún nos encontramos con feminismos en los que la cuestión corporal no está en los principales puntos de la agenda, sí entendemos que nos dio un contexto social y político para plantear estas discusiones. Sin duda el activismo gordx en argentina fue una pata fundamental. Y Saliéndonos de las fronteras capitalinas, los Encuentros Nacionales también tuvieron mucho que ver: talleres que se vienen dando sobre gordofobia y activismo gordx. Se fueron dando muchas cosas en paralelo y nosotrxs nos fuimos nutriendo de eso para llegar a este punto” explica la coordinadora de AnyBody.
Según Laura Contreras, lo que opera detrás de la industria de la dieta, el fitness y las tallas
es el neoliberalismo y sus magras políticas: “Todo el tiempo se proyecta la culpa en las personas, busca reafirmar la idea de los cuerpos normativos más allá de que no existan, porque nadie encarna el ideal normativo. Sí hay cuerpos que se acercan más a estos ideales y ante esta pedagogía tan eficaz del avergonzamiento corporal y de la reafirmación de la delgadez obligatoria, se retroalimenta todo un mercado, un negocio que tiene que ver con lo que se hace para tratar de acceder a un derecho como es el vestirse”.
Melina es de la localidad de Malvinas Argentinas, también asiste al Centro Cultural Kirchner para realizar el estudio: “Yo de chica desarrollé un trastorno de conducta alimentaria. Hoy, después de tener el apoyo de mi familia puedo decir que tengo una dieta saludable y me siento bien. Considero que si en ese momento, hubiese existido una tabla de talles más amplia como la que hoy se plantea confeccionar, hubiera ayudado que yo al momento de comprar ropa pudiese encontrar cosas que me hicieran sentir bien conmigo”, cuenta Melina que tiene 25 años.
En la ciudad de Buenos Aires el estudio podrá realizarse hasta el 10 de octubre solicitando turno previo. Desde el INTI han elaborado un procedimiento muy respetuoso, cuidando la intimidad de las personas al momento de realizar la medición. Esto no es un dato menor cuando se trata de poner el cuerpo. Hasta el momento hubo mayor afluencia de cuerpos feminizados y se está convocando a masculinidades para poder llegar a los objetivos planteados en el estudio.
Textiles
Según la Cámara Industrial Argentina de Indumentaria, la ley de talles sumaría a más consumidorxs que hoy no encuentran talles como así también convocaría a más empresas a que fabriquen. Esa demanda insatisfecha podría revertirse, sumado a que también se aplicarían ciertos estímulos para la producción.
“Creo que la Ley es una de las formas de empezar a pensar la relación de consumo de otra manera, con ampliación de derechos y de una manera más inclusiva. Nosotros, desde la Secretaría de Comercio Interior, abordamos de diferentes maneras la defensa de las y los consumidores más vulnerables. Venimos trabajando en incorporar la perspectiva de género al monitoreo de las publicidades y los estereotipos que estigmatizan y brindan información engañosa. Ya hemos imputado y multado empresas por esto, pero el fin no es sancionarlos, sino que se incorpore la mirada de género también en las publicidades y marketing·, explica Paula Español.
Desde la Dirección Nacional de Defensa del Consumidor y Arbitraje del Consumo, se plantea una fiscalización y control para el cumplimiento de la ley: “Vamos a tomar medidas en caso de que haya actos discriminatorios o prácticas abusivas por parte de las y los proveedores de indumentaria. Otra manera de abordar el tema es que la Escuela Argentina de Educación en Consumo, en conjunto con el INADI y el Ministerio de Salud, está encargada de generar actividades de capacitación, información y sensibilización para difundir y concientizar contra la estigmatización por cuestiones vinculadas a la Ley de Talles. Incluso, debe destacarse que, aun antes de la conformación del Consejo Técnico Consultivo del SUNITI, algunas Cámaras empresarias ya han tomado cursos de capacitación de la Escuela y se encuentran en diálogo permanente con nuestro organismo”, concluye Español.
Todavía queda un largo trecho por delante, mover una estructura tan arraigada históricamente no es tarea sencilla, en principio parecieran estar las condiciones dadas para que en un futuro no muy lejano y en pleno siglo XXI vestirse sea un derecho de todxs.