A modo de homenaje a los 82 años de la muerte de Sigmund Freud, recordamos una carta recibida tres años antes para su cumpleaños: “Ya sé que no le gusta que se celebre su día, pero el egoísmo de la naturaleza humana, que usted conoce tan bien, reclama su derecho (...) es sobre todo nuestro, un día de agradecimiento de todos los intelectuales de la Tierra. Nosotros, que en principio no consideramos gratos a los 'guías', seríamos, sin embargo, de lo más desagradecido si no pensáramos con amor y gratitud en aquellos que nos han guiado en el conocimiento del alma y del espíritu".
Stefan Zweig escribió estas líneas el 4 de mayo de 1936, en nombre propio y de Thomas Mann, H. G. Wells, Romain Rolland, Virginia Woolf y Jules Romain y luego vinieron los nombres de quienes se adhirieron a la felicitación, en total más de 350 personalidades de la ciencia, las artes, el periodismo, la crítica, la sociología, la antropología, en fin... toda la cultura representada y convergiendo en festejar el cumpleaños de este hombre que, alterando las leyes de la perspectiva, vemos agigantarse su obra a medida que se aleja.
Tomamos esas palabras porque este 23 de septiembre recordamos el 82º aniversario de la muerte del hombre que le dio forma y color al pensamiento y la creatividad del siglo XX en las ciencias y en las artes. Como psicoanalistas estamos acostumbrados a sentirnos influidos por sus ideas y eso es lógico dado el hecho de que somos los herederos de sus descubrimientos y sus creaciones. Pero, en general, aún no se tiene la más remota idea de la influencia de Freud, directa o indirectamente, en todo tipo de actividades. Por ejemplo: sonaría extraño decir que las teorías de la economía mundial fueron influidas por Freud, y eso porque se ignora en general que el mismo Keynes dijo explícitamente que sin Freud no hubiera podido escribir su teoría sobre el dinero.
Otro ejemplo: una preocupación mundial actual, el deterioro del medio ambiente, el cuidado de la eliminación de residuos y los efectos de las emanaciones químicas y calóricas de los grandes centros urbanos tuvo como uno de sus investigadores pioneros a un paciente de Freud: Arthur Tansley, creador del concepto de ecosistema y pionero de la ecología, quien a su vez parece haber influido en algún párrafo del El yo y el ello.
Los grandes nombres de la literatura universal, muchos de ellos Premios Nobel de Literatura, fueron amigos e influidos por Freud: Romain Rolland, Thomas Mann (en “José y sus hermanos” hay cuatro capítulos que son la mejor descripción literaria de “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia”), Stefan Zweig, Arthur Schnitzler (a quien Freud le decía su "otro yo literario"), Arnold Zweig (autor de una de las más bellas creaciones literarias sobre la catástrofe humanística de la Primera Guerra Mundial, "La disputa por el sargento Grischa", que Freud no paraba de recomendar), Carl Spitteler, Jules Romain, H.G. Wells, Virginia Woolf, André Gidé, Knut Hamsun, Herman Hesse, Arnold Zweig, Aldous Huxley, James Joyce, Roger Martin du Gard, Sandor Marai, Somerset Maugham, André Maurois, Robert Musil, Gómez de la Serna, Albert Schweitzer, Guillermo de Torre, Franz Werfel, y muchos etc.
En forma individual o institucional se observa que donde haya un terreno fértil la semilla que dejó Freud sigue dando frutos y la historia del ser humano del último siglo confirma el realismo de gran parte de sus teorías. A diferencia de la música de moda cuya repetición aburre, ocurre con la música y la literatura clásicas que cada vez que la oímos o leemos parecen ser una novedad y todo aquel que tiene la fortuna de estar en esa situación podrá comprobarlo. Y debido a su profundo conocimiento del alma humana y su trasfondo cultural nos da la impresión de que cuando leemos un libro de Freud hemos estado leyendo muchos libros.
José Treszezamsky es psicoanalista, excoordinador del Departamento de Historia de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Autor del libro Historias del Psicoanálisis.