La organización Amnistía Internacional (AI) denunció públicamente a las principales farmacéuticas que producen vacunas contra la covid-19 por obrar con criterios comerciales que "limitan la producción global" y "obstruyen un acceso justo" a las dosis.
El dedo acusador de la organización internacional apuntó contra Pfizer, Johnson & Johnson, Moderna, Novavax, AstraZeneca y BioNTech, que fueron analizadas en un informe que critica también a los países ricos por "comprar el suministro y acumular dosis" en lugar de destinarlas a lugares con menos recursos.
El informe se titula “Doble desigualdad: las farmacéuticas y la crisis y la crisis de las vacunas de Covid-1)” sostiene que las farmacéuticas fracasan "en mayor o menor grado" en su responsabilidad legal de velar por los derechos humanos.
Desigualdad y propiedad intelectual
Las critica por no promover iniciativas que permitan que las vacunas estén ampliamente disponibles y sean accesibles a un precio económico, y por haber “monopolizado la propiedad intelectual” de las vacunas a pesar de haber realizado las investigaciones con financiamiento de gobiernos.
De la misma manera, las cuestiona por haber “bloqueado las transferencias de tecnología y cabildeado con agresividad contra medidas que ampliarían la manufactura global de estas vacunas".
El informe incluye correspondencia entre los gobiernos y las farmacéuticas y, sobre la base de esto, pone en tela de juicio particularmente a Pfizer, Moderna y BioNTech por entregar dosis "casi exclusivamente" a países ricos, "anteponiendo su beneficio al acceso a la salud".
Los países más beneficiados fueron Estados Unidos, Gran Bretaña y los más poderosos de la Unión Europea, con los que los laboratorios internacionales prevén ganar 130 mil millones de dólares para finales de 2022.
"Falta de transparencia"
Por otra parte, AI aplaudió el compromiso de la anglo-sueca AstraZeneca y la estadounidense Johnson & Johnson por producir vacunas "sin ánimo de lucro" durante la crisis sanitaria, pero advirtió que es difícil valorar del todo esa acción si la realizan con falta de transparencia "sobre los costes reales de producción".
En todo caso, sus precios son más bajos que los de las competidoras. Si bien Novavax, que se ha comprometido a proveer a los países con menos recursos, no puede ser juzgada porque su vacuna no ha sido todavía aprobada por los reguladores.
En ese estudio no fueron incluidas las productoras de vacunas rusas ni chinas porque, según afirma AI, hay una "falta de transparencia" en torno a sus operaciones y datos difundidos.
Donde según AI fracasan todas las empresas es en no participar en iniciativas como el mecanismo Covax, de Naciones Unidas, o el C-TAP, coordinado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que pretende facilitar la transferencia de datos y tecnología, propiedad intelectual, procesos de fabricación y licencias para que otros fabricantes puedan hacer vacunas.
"Ahora mismo deberíamos estar aclamando a estas empresas, que tan rápidamente crearon las vacunas, como héroes", sin embargo “para su vergüenza y nuestra tristeza colectiva, el bloqueo deliberado por parte de las grandes farmacéuticas de la transferencia de conocimientos y los tratos poco claros que hicieron en beneficio de los estados ricos han gestado una escasez de vacunas totalmente previsible y totalmente devastadora para muchos otros", afirmó la secretaria general de AI, Agnès Callamard.