En el gimnasio del club polideportivo del barrio La Paz en Formosa, surgió la pregunta que cambiaría la vida de Marcela "La Tigresa" Acuña. Tan solo tenía 6 años y estaba ahí para acompañar a su hermano a una clase de artes marciales. ¿Querés entrenar? Le preguntó Ramón Chaparro –quien luego se convertiría en su marido, entrenador y compañero de vida– y sin dudarlo un segundo empezó a tirar patadas. "Esto es lo mío", se dijo para sí misma y a la noche, mientras cenaban en familia, le dijo a su madre que dejaba las danzas españolas por el full contact.
"Cuando me preguntaban qué quería ser cuando fuera grande, mientras todos decían médico, abogado o arquitecto, yo decía: campeona de full contact", cuenta en su autobiografía Alma de amazona. Historia de una revolución femenina. La Tigresa arrasó en esa destreza –fue campeona sudamericana– y vio que su rumbo seguía en el boxeo. Con las peleas de la púgil norteamericana Christy Martin como su norte a seguir, llevó adelante una incansable lucha para conseguir la reglamentación del boxeo femenino en Argentina y el 24 de marzo de 2001 La Federación Argentina de Box (FAB), después de idas y vueltas, lo oficializó. Ya no más "el viril deporte de los puños".
"Antes de la reglamentación era bastante complicado poder boxear en nuestro país. Primero porque no había otras chicas, la sociedad estaba completamente en contra, y después ni que hablar del machismo dentro de las FAB y de los medios", dice Acuña a Página/12. "Era muy difícil entrar en un gimnasio de boxeo. Nadie te cedía una bolsa, hacer guantes no era fácil, solo algunos hombres tenían buena onda. Te hacían sentir el rigor con frases que buscaban amedrentarte o también con miradas. A veces me miraban y se reían, pero gracias a Dios todas esas cosas quedaron en el pasado. Sabía que a pesar de esas adversidades iba a lograr respeto. Nunca me importó nada y siempre fui para adelante. Hoy puedo decir que conseguí la admiración de mis colegas, pero siempre con trabajo y con respeto".
La Tigresa marcó un antes y un después. Fue la primera mujer en subirse al ring del Luna Park y ahí mismo, en "el templo del boxeo", en 2003 derrotó a la panameña Pinock Ortega y se consagró campeona mundial supergallo de la WIBA (Asociación Internacional de Boxeo Femenino). Y entre otras cosas, obligó a Corti, la marca de indumentaria de boxeo por excelencia, a crear una línea de ropa para mujeres. Son muchos los hitos que envuelven sus más de 23 años de carrera profesional. A sus 44 años todavía no quiere bajarse del tren de la competencia y este sábado, después de dos años y cuatro meses de párate, va a volver a pelear. Se medirá con la tucumana Natalia Alderete en la ciudad entrerriana de Concordia.
"No estoy nerviosa. Vengo entrenando hace mucho tiempo y sé que es un gran examen que tengo que rendir, pero la verdad estoy muy relajada. No sé si es la experiencia que tal vez me da tranquilidad o saber que estoy entrenando bien y que estuve haciendo bien las cosas todo este tiempo", dice del otro lado del teléfono, mientras viaja hacia Concordia para hacer sus últimos entrenamientos en territorio. "Estas peleas que estoy haciendo son justamente para poder irme por la puerta grande. La pelea de este sábado es una previa para ver cómo estoy y en qué tengo que mejorar, para cuando sea la verdadera pelea que voy hacer en noviembre por el título mundial en el Luna Park. Por eso ahora, al estar tanto tiempo inactiva, necesito verme y probarme para ver en qué situación estoy”, confiesa.
–¿Imaginas tu vida fuera del boxeo?
-Lo he hecho toda una vida. Compito desde que tengo 7 años. Es bastante difícil decir hasta acá llegué. Obviamente, mi reloj biológico me lo empieza a pedir y en un momento me voy a tener que retirar definitivamente, pero por el momento, mientras tenga ganas y fuerza, no lo voy hacer. Necesito decirme a mí misma que todavía puedo lograr un montón de cosas dentro del boxeo. Sí, debo reconocer que me estoy preparando para cuando esto termine. Me estoy por recibir de coaching deportivo, próximamente voy a estudiar periodismo deportivo y seguramente eso va a hacer que llene el vacío tan grande que me va a dejar la falta de competencia.
–¿Qué otros terrenos sentís que le faltan conquistar a las mujeres en el boxeo?
–Los terrenos son muchos y muy importantes. Creo que los lugares o terrenos por ganar, tal vez sean dentro de la dirigencia y conseguir más poder decisión. Hasta ahora eso no lo hemos logrado. Pero lo importante es que más allá de haber boxeadoras, hay árbitros mujeres, hay jurados, técnicas, promotoras. Hay un montón de mujeres que están cubriendo todos esos lugares donde antes se ocupaban por hombres.