Un vestuario multiétnico con pibitos de 19 que todavía están verdes y señores de 33 que ya están rotos y de vuelta, un DT cuestionado porque no sabe nada de fútbol y un club chico de Londres (¿un Huracán, un All Boys?) que pelea el descenso en la Premier League inglesa rodeado de tiburones multimillonarios como el Arsenal, el Chelsea, el Liverpool y los Manchester City y United.
La serie norteamericana Ted Lasso, de la plataforma Apple TV+, mete el primer gol conseguido por el universo seriéfilo en la cancha del deporte más popular del planeta. Y usa al mundo del fútbol para hacer foco en las emociones, nada menos.
Esa capacidad futbolera de vivir la gloria y la debacle, de sufrir codo a codo, de admitir que perdimos, de no poder creer que ganamos. De celebrar como bestias hasta llorar y abrazarnos entre 20 mil personas... hasta caer todos juntitos (y juntitas) al abismo un minuto después, sólo porque alguien hizo un gol en otro partido, en otra cancha y en tiempo de descuento.
La emoción del trabajo en equipo, de los malos viajes, de los dramas familiares, de las dudas propias, de las dudas de los demás, de las certezas que da el buen clima cotidiano... Ted Lasso arma una comedia con todo eso. Y es la gran serie del momento.
► Son decisiones
Creada por el comediante y protagonista Jason Sudeikis (que probablemente leyó los libros de Nick Hornby, y que seguramente disfrutaría los de Roberto Fontanarrosa), Ted Lasso tiene una extraña y astuta premisa: si los hinchas de fútbol se van a sentir necesariamente a gusto con el universo de la serie, quienes no son futboleros van a entrar también, porque, precisamente, el protagonista no entiende nada de fútbol. Se trata del director técnico Ted, un entrenador estadounidense que es contratado para dirigir en Inglaterra pese a su escaso conocimiento del fóbal. Con lo que la serie termina “presentando” el universo futbolero a los ojos de quienes no lo conocen aún. Win-win.
Ted Lasso es una serie sobre docencia y grupos humanos. Tiene un tono inspirador, colorido y chistoso, pero como una decisión de vida (y de fútbol): es un camino elegido para no darle cabida a la angustia y a la oscuridad que sobrevuela la cotidianeidad, los reveses, las derrotas.
El gran DT protagonista es, para los players, un especie de padre. Bromista, querible, a veces inocentón, con sus limitaciones, pero con virtudes de hierro como el optimismo, la dedicación, la sabiduría y la capacidad para soltar grandes frases. Un talento verbal que acaso lo emparenta con la vieja tradición de entrenadores argentinos -del Loco Bielsa al Coco Basile, pasando por el Bambino Veira- capaces de donar sentencias inmortales a la humanidad futbolera.
Muchas de ellas se convierten cada semana en tuits -la serie tiene una feroz estrategia de redes, con cuentas de ficción para todos los personajes, jugadores, club, el cuerpo técnico...-, como “I believe in believe” (“creo en creer”), como “ganar es divertido, pero si en el camino encontrás una familia, no podés perder”, como “hay algo peor que estar triste: estar triste y solo” o como “algunas cosas es mejor verlas en cámara rápida y con la música de Benny Hill”.
► Un plantel hiperreal
El vestuario multilingüe -como corresponde a cualquier plantel de élite del fútbol UEFA- provee referencias para espectadores globales, gracias a los talentos africanos, sudamericanos, europeos y norteamericanos del equipo. Así encontramos en la plantilla del Richmond AFC -que es, viene bien aclararlo, un equipo apócrifo- personajes que a lxs futbolerxs les remitirán a jugadores reales.
Como un goleador fanfarrón, habilidoso, estúpido y sensual -mitad Cristiano Ronaldo, mitad Liam Gallagher-; como un veterano áspero y líder de vestuario aunque acusado de estar robando, como un casi teen talento nigeriano o como un latinoamericano explosivo y eufórico que provee uno de los leit-motiv de la serie, “Fútbol is life”. El cóctel crece con escenas de fóbal curiosamente bien logradas y con una banda sonora con supremacía de brit-pop-rock inglés, que provee un plus de épica musical a momentos clave de la serie, gracias a Blur, los Stones, Arctic Monkeys, The Verve, David Bowie, Elastica, Robbie Williams o Elton John.
Pero Ted Lasso, entre sus jugadas de pizarrón, tiene también la sorpresa. Como pasó esta semana, justo cuando la industria televisiva estadounidense le dio alta palmada en el hombro en la entrega de los Emmy, en la que la serie futbolera tuvo el récord de nominaciones para una producción debutante (20) y ganó 4 premios de los grossos (Mejor comedia, Mejor actor, Mejor actriz de reparto, Mejor actor de reparto).
Pues bien, mientras celebraba tanto mimo de la industria en su primer partido en la alfombra roja, Ted Lasso (¿spoiler? ¡spoiler!) metió episodio conceptual de psicodelia out of context, casi mudo, sobre cómo le pega perder por goleada a un integrante del equipo. El alma se llena de preguntas y todo deriva en una noche de juerga, con pena de amor, surrealismo existencialista y soundtrack de night tripper.
► Éxtasis técnico
El mundo del fútbol, en tanto, parece mearse encima con Ted Lasso. Los guiños y las citas están por todos lados, con charlas sobre Maradona o Pep Guardiola, con estética gamer y de TV internacional en las presentaciones de los partidos, con el estadio de Wembley como locación o con los cameos estelares del inglés Gary Lineker, goleador del Mundial '86, o el francés Thierry Henry, campeón en el Mundial '98, ambos jugando a hacer lo mismo que hace el Cabezón Ruggeri en la mesa del Pollo Vignolo.
El merchandising oficial y el clandestino también juegan: ya es posible comprar online la camiseta “oficial” del club que no existe, el Richmond. Y en Mercado Libre ya pintó una remera para hinchas de Vélez con el mismo eslogan motivador (“Believe”) del cartelito que el DT Ted Lasso pegó en el vestuario de la serie.
¿Y cómo va a seguir? La serie está a punto de terminar su segunda temporada. La primera fue grandiosa; la segunda, más arriesgada y extraña, pero con pinceladas maravillosas. ¿Puede sostenerse mucho tiempo más? El formato de serie exitosa sugiere -sino exige-, que todo siga; quisiera que esto dure para siempre: más temporadas, más episodios, más entrenamientos, más partidos.
Los hinchas sabemos que el fútbol da revancha y que después del peor bochorno -perder una final, irse al descenso-, el año que viene volveremos a estar. Tal vez en la B, tal vez con peores jugadores, tal vez con menos hinchas en la tribuna... pero el “sentimiento inexplicable”, inexplicablemente, se regenera y vuelve a aparecer. ¿Por qué no creer en que Ted Lasso pueda capturar, también, esa capacidad propia del fútbol de renacer con cada libro de pases y con cada nuevo sorteo de fixture? Elijamos creer.