Organizaciones sociales denunciaron que desde hace dos años la niña Sol no puede ver a su madre. Fue separada a la fuerza por el Poder Judicial de Córdoba: le quitó la custodia a la madre en favor de la familia del padre, acusado de abusar sexualmente de la niña. La presentación se hizo este mediodía en conferencia virtual y contó con el apoyo de referentes feministas como Dora Barrancos y Nelly Minyersky. “Desde mi alma le pido a todo el Poder Judicial que escuchen a los niños. El relato de un niño que no vivió abuso es imposible reproducirlo. Hay que creerles, contenerlos, escucharlos. Las pruebas las tienen, escuchen a mi hija”, dijo Natalia Castaño, la madre de Sol.

El equipo de Trabajo "Justicia por la Niña Sol" estuvo acompañado también por referentes feministas y de los derechos humanos como Diana Maffía, María Elena Naddeo, Liliana Hendel, Enrique Stola y Carlos Rosansky, APDH, Red Viva y Akelarre. En la presentación, pidió la restitución de la niña a su madre, y denunció que en casos de ASI (abuso sexual hacia las infancias)  "los obstáculos y la impunidad del sistema judicial" siguen "reproduciendo lógicas y dinámicas patriarcales a la hora de tratar y/o hacer su seguimiento sobre les niñes y también sobre a las madres protectoras”.

Desde el 23 de septiembre de 2019, Sol (nombre ficticio) está bajo un régimen de guarda provisoria a cargo de su abuela paterna. La orden fue dada por Romina Sánchez Torassa, titular del Juzgado de 1ra Instancia y 1ra Nominación en lo Civil, Comercial, Conciliación y Familia de la ciudad de Río Tercero. La niña fue retirada del jardín al que asistía con guardia policial y trasladada abruptamente a 200 km de su hogar y sus afectos. Su mamá no fue notificada previamente de esta medida y aun no se ven presencialmente. “Dos años sin poder abrazarla, sin poder contenerla, es muy doloroso”, dijo Castaño, desde Río Tercero, Córdoba.

En diálogo con Página/12 contó que conoció al progenitor de su hija en 2014 y vivieron juntos en Bell Ville casi dos años. Al año nació Sol y cuando la beba tenía 9 meses la pareja se separó por situaciones de violencia de género que Castaño denunció en la Justicia y que determinaron la restricción del acercamiento de él hacia ella y la beba. “En 2016 se empezó el proceso de revinculación con el padre. Tenía un régimen de visitas que no cumplió y después se fijó otro en un espacio que tiene la municipalidad de Río Tercero para regímenes de visita judicializados. En ese espacio empezaron situaciones de abuso”, relató.

En diciembre de 2017, Sol empezó a orinarse después de las visitas con el padre. “Entonces se sugirió otro espacio terapéutico y se inició una terapia con una psicóloga que suspendió el vínculo con el progenitor”, contó Castaño. En ese momento el hombre hizo una denuncia de impedimento de contacto contra la madre. “En octubre de 2018 mi hija me relata la situación de abuso. Decía que era como un juego, en el cual el padre la tocaba y le introducía objetos. Esto se lo menciona a la psicóloga en una sesión. Se avisa de inmediato al juzgado de familia y la jueza desestima el informe porque no le parecía creíble. No le convencía. Me decía que yo dejara el acting, explicó Castaño.

La jueza Sanchez Torassa solicitó peritajes psicológicos, que concluyeron que el progenitor no estaba apto para tener contacto solo con la niña, ya que padece trastorno límite de la personalidad. A pesar de estos informes la jueza fijó un régimen comunicacional para que el progenitor retire la niña fin de semana de por medio y sea trasladada a Bell Ville, a 200 kilómetros de Río Tercero, para ser devuelta al jardín el día lunes a la mañana. “Al retorno de estas visitas la niña refiere a la madre dolor en sus partes íntimas, por lo que fue evaluada por el Equipo de Programa de abordaje de Abuso Sexual y Consumo de Sustancias (PAICA) del Hospital de Niños de la Provincia de Córdoba, concluyendo en la detección de indicadores de ASI por parte del progenitor”, explicaron las organizaciones. 

Pero la jueza continuó sin creer en el abuso. Y finalmente decidió quitarle la guarda a la madre y dársela provisoriamente a la abuela paterna. Al mismo tiempo mantuvo incomunicada a Sol con su madre durante ocho meses, hasta que, en mayo del 2020, le concedió la posibilidad de retomar el contacto a través de videollamadas, dos veces a la semana durante una hora. Este régimen se mantiene hasta hoy. La última decisión fue que la madre pueda visitar a la niña, que hoy tiene seis años, dos veces por semana durante dos horas en la casa del padre, a 200 kilómetros y le insume un costo de 3500 pesos por día, lo que hace imposible que la madre pueda afrontarlo. Por eso está pidiendo que las visitas sean una vez por semana pero de cuatro horas y, lo que es más importante, la restitución de la niña a su hogar en Río Tercero.

Todo este tiempo, Sol pidió con gritos, quejas, patadas, que quiere volver a vivir con su madre, pero no fue escuchada. “Hay una criminalización de las mujeres, sobre todo en la justicia penal, que las convierte de víctimas en victimarias. A les niñes y a las mujeres en el siglo XXI todavía no se les cree. No se toma en cuenta que lo primero que hay que hacer es proteger a la infancia”, apuntó la jurista feminista Nelly Minyersky. Quien, como todas las presentes en la conferencia de prensa, pidió una reparación para Sol y su madre. 

 "Córdoba viene siendo denunciada hace muchos años y luego todo el país se fue sumando a señalar la sistematización de la tortura contra las madres protectoras y sus hijes”, apuntó Liliana Hendel, psicóloga feminista que hace años trabaja en el tema. “Las madres protectoras son mujeres sanas, no tienen dificultades psiquiátricas, no son locas, ni manipuladoras, son mujeres que se animaron a denunciar”, agregó. Las y los  expositores coincidieron en señalar que la justicia misógina se venga de las mujeres que osan poner una barrera justamente a ese poder patriarcal. Esta vez les tocó a Natalia Castaño y a su hija Sol.