Desde Santiago
Comenzó la carrera presidencial en Chile, en pleno proceso de redacción de la nueva Constitución que reemplazará a la de 1980 —instaurada en plena dictadura de Pinochet— y hay más dudas que certezas. Por un lado, habría un 50% de chilenos indecisos, según la reciente encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP). Por otro lado, aunque la efervescencia del Estallido Social iniciado en octubre de 2019, con más de un millón de personas protestando sólo en Santiago parece haber amainado, podría resurgir en caso de que se rechace el cuarto retiro de los Fondos de Pensiones, medida justificada por la supuesta normalización económica tras el desconfinamiento del país hace varias semanas tras las baja de contagios del Covid-19. Y finalmente están los propios candidatos a las elecciones del 21 de noviembre cuyas propuestas no logran encajar con los supuestos nuevos vientos de cambio que soplan en Chile.
Todo eso pudo verse en el primer debate presidencial de anoche, organizado por CNN Chile y Chilevisión. Con una escenografía que incluía una proyección del Palacio de La Moneda se presentaron los candidatos Gabriel Boric (Apruebo Dignidad, conglormedado que incluye al joven Frente Amplio y al Partido Comunista), Sebastián Sichel (Chile Podemos Más que incluye a la derecha oficialista: UDI, RN Y Evopoli), Yasna Provoste (Nuevo Pacto Social, formado por los partidos de la ex concertación: DC, PS y PPD, entre otros), José Antonio Kast (Partido Republicano y Frente Social Cristiano) y Eduardo Artés (Unión Patriótica). Estos dos últimos representantes de la ultraderecha y extrema izquierda, respectivamente. Sólo faltaron dos candidatos: Marco Enriquez-Ominami y Franco Parisi. El primero, debido a que estaba en su hogar haciendo cuarentena tras asistir a la cumbre de la Celac en México y los canales exigían presencia física. El segundo, se encuentra en Estados Unidos y ha sido acusado recientemente de deber 200 millones de pesos chilenos en pensión alimenticia.
Boric, el favorito
Según la encuesta citada, Boric figura como favorito con un 13%. El diputado de 35 años, cuyo liderazgo nació tras las grandes protestas estudiantiles de 2011 y que fue capaz de sellar el Acuerdo por la Paz de 2019 que generaría el proceso constituyente, ante las críticas de gran parte de su propio sector, el Frente Amplio y el PC. Tras vencer por un 60,43% de votos al candidato comunista, y favorito en las encuestas desde el año pasado, Daniel Jadue en las primarias de izquierda, quien obtuvo un 39,57%, su posición parece haberse consolidado. Aunque aún existe la teoría, descartada por el propio vencido, que su triunfo se debió no tanto a su liderazgo político sino que al rechazo que provoca el PC en el votante promedio chileno.
De todas formas, en el debate, Boric se mostró tranquilo, incluso cuando fue emplazado por Kast –un populista mezcla de Bolsonaro con Milei— por haber ido a visitar a París a Ricardo Palma Salamanca uno de los acusados de asesinar a Jaime Guzmán, uno de los brazos derechos de Pinochet en 1991. Su relato estuvo marcado por el apoyo a la diversidad, el respeto al medio ambiente y una economía más justa, algo que de alguna manera conectaría con lo que busca la Nueva Constitución.
Provoste: entre Wikipedia y el lapsus
Sin embargo, uno de los momentos más recordados del debate será cuando Provoste —ministra de los dos gobiernos de Michelle Bachelet— llamó a Sichel, “Sebastián Piñera”, corrigiendo rápidamente lo que llamó como un lapsus, aunque pareció haber sido intencional. En efecto: considerando el apoyo oficialista, al candidato se le considera un continuador del actual gobierno por más que intente resaltar que el llegó al lugar donde está “sin privilegios” y que cuando chico fue tan pobre que en su familia llegaron a comer “sopa de pulgas marinas”, como aparece en un spot de las primarias de derecha donde se impuso por sobre Joaquín Lavín, el favorito.
Pero a Provoste su entusiasmo y tono de voz, que recuerda mucho a Bachelet, le cambió cuando acusó a Sichel de “lobbysta” usando como fuente a Wikipedia, lo que generó amplias reacciones en las redes sociales por la calidad de la fuente que puede ser cambiada en tiempo real para luego ser corregida por los voluntarios revisores de la web. El mismo Sichel se lo hizo ver en el debate, lo que generó burlas en las redes.
Más allá de estos “encontronazos”, el discurso de Provoste se centró en la igualdad de género, el apoyo al 4 retiro de las AFP y la interrupción del embarazo hasta las 14 semanas, un tema sensible para su partido ya que históricamente la DC chilena, por su raíz católica, está contra el aborto.
Entre el populismo y el desvarío
Aunque Sichel se declaró contrario a las dictaduras al mismo tiempo señaló que no es necesario que un país se refunde, rechazando también la violencia del Estallido Social y el retiro de fondos de la AFP. Consciente que no es el favorito y que está contra el tiempo, intentó atacar a Boric por su apoyo al Estalllido —tal como anteriormente lo atacó por no finalizar sus estudios universitarios o…. por no tener hijos— sin lograr provocarlo demasiado.
El que sí es un experto en molestar a sus rivales es Kast, quien usando las mismas técnicas de Trump y Bolsonaro, buscó provocar diciendo que él defendía a carabineros cuya institución “no viola los derechos humanos” y asegurando que en los países donde el aborto es legal las madres están más expuestas a morir, sin citar fuente ni estudio. En un momento le recordó a Provoste el mal uso de recursos de la educación pública cuando ella fue Ministra de Educación (lo que terminó con una acusación constitucional en su contra en 2008) y ella respondió que él “ha hecho de la mentira una base muy importante”.
Artés por su parte, defendió el papel del Estado, trató al gobierno de Piñera como “asesino” y saludó “a todas las víctimas del levantamiento popular”. Con un lenguaje muy de los años sesenta, parecía un viajero del tiempo al que sus rivales dejaron hablar e incluso el burlón de Kast se limitó a sonreir mientras él defendía ideas que dichas en la boca de Boric o Provoste habrían motivado una larga discusión como la necesidad de refundar las Fuerzas Armadas.