Está confirmado que las políticas de mayor cuidado de la población durante la pandemia no implican réditos electorales. También está demostrado que las “herencias recibidas” a libro cerrado se suman al debe de quien las recibe. Se pueden ensayar muchas explicaciones a la derrota que obtuvo el peronismo en las PASO. Se puede disculpar al Gobierno en muchos aspectos trazando paralelismos con lo que sucede en otras latitudes, pero como decía aquel viejo estadista “la única verdad es la realidad”.
Cargar las tintas sobre la renuncia de medio gabinete, como causa de la crisis, es nuevamente criticar el dedo que señala la luna en vez de mirar el eclipse.
Si el resultado puede o no cambiar en noviembre no es tan importante como el hecho de que los que perdieron la fe vuelvan a creer. Los gobiernos populares solamente funcionan en códigos de esperanza y compromiso. No es cuestión de tiempo o de eficacia en la gestión. Lo que sucede cuando gobierna el contrapoder fáctico. Lo que resulta creíble es que el gobierno imponga las condiciones a los poderosos y no a la inversa. Cuando dicen que el mercado y el Estado son incompatibles están diciendo que este último es aceptable si está por debajo del primero. Muy por el contrario, si el Estado regula e impone las condiciones, las masas populares se suman a la patriada.
Se trata de firmeza, con ese poder real no valen las seducciones, equiparar el lenguaje amenazante es un piso para hacerlos entrar en razón. Los cambios en el gabinete hablan de pesos pesados que saben cómo hacerlo, falta verlos en acción. Julián Domínguez sujetó el potro desbocado tras la 125 y encontró caminos de racionalidad. Aníbal Fernández enfrentará violencia narco en el sur de Santa Fe y será su prueba de fuego. El ritual diario de uno o dos jóvenes acribillados por escuadrones de la muerte de sicarios desde hace varios años está tocando fondo. La reunión que mantendrá con Marcelo Saín es una toma de posición que poco tiene que ver con la neutralidad en un conflicto de alta tensión entre el exministro de seguridad y un grupo de senadores amotinados que demandan su cabeza. Juan Manzur, de reconocida trayectoria pro vida tendrá que demostrar si su llegada tiene que ver con fortalecer la campaña contra la pandemia y sus consecuencias, o será para enfrentar al movimiento feminista y sus reivindicaciones.
Algo está claro, el viejo carromato está acelerando su marcha, la quietud impuesta por la pandemia y sus cuarentenas está dando lugar a la reactivación económica y al crecimiento, sólo resta esperar las consecuencias. Noviembre y sus resultados servirá para confirmar este rumbo o dejará planteada la necesidad de recambiar lo que falta del gabinete. Algo es innegable: las estadísticas de la pobreza, la desocupación, la indigencia y la falta de alimentos no es una delgada línea roja sino un profundo zanjón que no se puentea con promesas. La lentidud del crecimiento del Salario Mínimo, Vital y Móvil; la madre de todas las señales confirma que con este ministro de trabajo no hay otro futuro posible. La política económica sigue en el centro de la escena. Martín Guzmán quedó en observación y deberá acelerar las negociaciones o el subsuelo de la patria sublevada por las necesidades básicas obligará a otro rumbo mucho menos fiscalista.