Transformar planes sociales en trabajo es una de las consignas más fuertes que el gobierno eligió para dar batalla en el camino por cumplir su lema de campaña de "reconstruir la Argentina". Ya dio el primer paso con los trabajadores golondrina del campo y la próxima semana va por el sector de la construcción y el gastronómico. Con los datos del mercado laboral en mano, que anuncian que más de la mitad de los empleos recuperados tras la pandemia son cuentapropistas o informales, el desafío es doble. Y este es el punto que más alerta a los referentes de los principales movimientos sociales, que aplauden la intención del ejecutivo pero también remarcan puntos importantes para que esa transformación sea realmente estructural.
La estrategia oficial comenzó el 12 de agosto cuando el presidente Alberto Fernández presentó el plan que permitía que los trabajadores rurales que trabajan temporalmente durante el tiempo de cosecha pudieran ser contratados de manera formal sin que ello signifique que dejen de cobrar sus beneficios sociales. Hasta ese momento, casi 150 mil trabajadores rurales no accedían al trabajo registrado porque no querían perder el plan social y eso generaba una pérdida del 30 por ciento de la cosecha por escasez de mano de obra.
El próximo paso está puesto en el sector de la construcción y el gastronómico: se espera que el gobierno anuncie un convenio con cámaras y sindicatos de estos sectores para que algunos de los más de un millón de beneficiarios del plan Potenciar Trabajo puedan transformar esas (pocas) horas de contraprestación laboral que exige el programa en un trabajo formal y permanente.
Una idea cada vez más lejana
En diálogo con PáginaI12 el secretario de Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social y dirigente del Movimiento Evita, Emilio Pérsico, reivindica que este camino se haga junto a los sindicatos y las cámaras empresarias pero también explica que lo verdaderamente importante es tener una economía que acompañe. "Nadie toma un trabajador si no hay mercado ni desarrollo". El dirigente asegura que durante el periodo de crecimiento económico en el gobierno de Néstor Kirchner se logró aumentar un 10 por ciento el trabajo formal.
Es que los datos oficiales y la historia argentina reciente muestran que la generación de puestos de trabajo formales responde a un ritmo menor que la recuperación de la actividad económica. Y que la idea de un empleo asalariado en una fábrica o una oficina es cada vez más lejana: en la recuperación del nivel de ocupados, los asalariados ocupan una mínima porción frente a los puestos de trabajadores por cuenta propia o informales.
En efecto, de los 2,4 millones de puestos de trabajo recuperados durante el segundo trimestre del año respecto al 2020, poco más de un millón se sumó al trabajo por cuenta propia ( es decir feriantes, kioskeros, plomeros, carpinteros, peluqueros, manicuras, remiseros, electricistas) y unas 900.000 consiguieron un trabajo asalariado pero informal, mientras que en el transcurso de un año se crearon apenas 400.000 puestos de empleos asalariados formales.
Crecer desde abajo
Uno de los puntos que no negocian los referentes de los movimientos sociales tiene que ver con el fortalecimiento y la ampliación de derechos de la economía popular, "la economía real, gracias a la cual se autogestionan millones de trabajadores. No podemos vivir de ilusiones, hay que apuntar a que los trabajadores de la economía popular cobren aguinaldo, jubilación, vacaciones", sentencia Dina Sánchez, secretaria general adjunta de la UTEP.
"Desde hace 20 años viene fracasando en la Argentina el concepto de que el plan social es un subsidio temporal a trabajadores que están excluidos del mercado laboral pensando que el desarrollo del capitalismo va a generar condiciones de empleo para que dejen de percibir un plan y se integren al mercado de trabajo. La transformación de ese subsidio al ingreso en trabajo no tiene que ver con que ese trabajador se incorpore en una fábrica formal, sino que se fortalezca la producción desde donde ya trabaja", insiste Daniel Menéndez, coordinador nacional de Barrios de Pie y candidato a Diputado de la Nación por el Frente de Todos.
Si bien se encarga de distinguir claramente "dentro de la economía capitalista, los dos modelos que se expresan en la Argentina: uno que destruye empleo y cierra pymes como el de Cambiemos, y otro que avanza en el proceso de fortalecimiento del mismo como el Frente de Todos", coincide en que la respuesta no está necesariamente en el mercado de trabajo formal.
Registro y acceso al crédito
En este camino por adquirir más derechos para la economía popular, Pérsico resalta una medida que también evalúa el gobierno: "En Argentina hay 6 millones de personas que trabajan pero son demandantes de empleo, porque no les alcanzan sus recursos y no están registrados. El verdadero gran anuncio sería que la Afip los registre como monotributistas y pueda garantizarle facturación y jubilación". El funcionario explicó que hay 3 millones de ellos inscriptos en el Registro Nacional de Trabajadoras y Trabajadores de la Economía Popular (Renatep) y podrían ser blanqueados bajo una figura que sería el monotributo productivo, a fin de evitar sobrecargar al Estado con el costo que significa el monotributo social.
Otra de las urgencias que remarcan desde el sector es la posibilidad de que los trabajadores populares accedan al crédito no bancario, para "fortalecer la producción y mejorar la productividad de sus emprendimientos y el acceso a mercados".