Desde Berlín
En Alemania, como había sido pronosticado en las encuestas, los socialdemócratas (SPD) y su candidato, el ministro de finanzas y vicecanciller saliente Olaf Scholz, ganaron las elecciones con el 25,8 por ciento de los votos. Lo siguió a corta distancia Armin Laschet, el candidato conservador del partido de la Unión Democracristiana (CDU) de Merkel y su aliado bávaro, la CSU, con el 24,1 por ciento de los votos.
Mientras, también como se había previsto, ocupa el tercer puesto la candidata de los verdes (Di Grune) Annalena Baerbock con el 14,8, seguida por el partido de los liberales (FDP) que se alzó con el 11,5 con el cuarto puesto.
Así, el fin de la jornada electoral, encontró a todos los candidatos de los principales partidos políticos, en vez de en sus bunkers de campaña, sentados juntos frente a las cámaras en el tradicional debate de la televisión pública apodado la “Ronda de los elefantes” , decididos a trabajar en las coaliciones necesarias para formar gobierno.
Perdedores y ganadores
De más esta decir que en estas elecciones hay un gran perdedor por torpezas que mantuvo hasta el final cuando mostró sin querer su voto antes de depositarlo en la urna. Se trata de Laschet, el candidato del partido de Merkel que hizo quedar a su partido, por primera vez en la historia de la República Federal por debajo del 30%.
El panorama era completamente distinto para Baerbock que, si bien no era querida por su falta de oratoria y carisma representando a los verdes (Di Grune), un partido en clara alza, hizo la mejor elección de su historia batiendo records y saliendo segundos en ciudades como la capital de Alemania. A pesar de ello, la candidata fue la única en hacer un mea culpa y agradecer a los votantes disculpándose por los errores que cometiera al comienzo de su campaña.
Por último, el partido de los liberales (FDP) se alzó con el 11,5 y quedó en el cuarto lugar, lo que los deja también en posición de negociar su participación en una coalición.
La cuestión que se plantea ahora, y que según lo comentado en el debate, intentarán definir antes de las fiestas, es qué coalición será la ganadora. Por primera vez apunta a estar formada por tres, y no como se ha dado históricamente, entre los conservadores y los social-demócratas. Por lo menos hasta esta noche, todo indica que se acerca la apodada “Semáforo”, ya que nace de la unión de los rojos, amarillos y verdes (SPD, liberales y Verdes).
Eso sí, como gran parte de los electores votaron por correo, estas estimaciones podrían cambiar durante la noche, conforme avance el escrutinio.
Adiós a Merkel
En realidad, hasta que estén firmes las coaliciones. Porque vale aclarar que los nuevos diputados tomarán posesión de sus cargos un mes después de las elecciones y, hasta que haya un gobierno en firme, Merkel seguirá siendo la canciller de Alemania en funciones. Algo que algunos temen ya que, por ejemplo, en las elecciones de 2017 las conversaciones para tejer consensos derivaron en seis meses de reuniones.
De todas maneras, estrictamente en lo que tuvo que ver con la jornada de este domingo, Merkel apareció parada a la izquierda de Laschet durante su discurso, cuando los primeros cómputos ya marcaban la pérdida de apoyo. Cuando le tocó nombrar a Merkel, confirmando una vez más su torpeza, le agradeció sin ninguna efusividad “lo bueno” de su desempeño en estos años.
La canciller de la crisis
Como comentaban en la calle personas de partidos ni siquiera afines con Merkel: ““Buena” es una calificación que le queda muy corta y más viniendo del candidato de su propio partido. Guste o no, Merkel, la canciller de la crisis, supo capear un montón de vendavales, ni hablar los últimos años de pandemia, de forma tranquila y ecuánime, que la convierten sin dudas en una gran canciller para Alemania”, comenta Milena Schaffer, de 40 años frente a un televisor de un local de comidas rápidas.
Luego de 16 años ininterrumpidos de gobierno, Merkel es querida, respetada por su perfil bajo (a los alemanes les gusta destacar que ella misma hace sus compras en el supermercado y plancha sus camisas mientras su esposo hace andar el lavarropas), y por dar batalla en cuestiones que a ellos les siguen importando y mucho como el resguardo de la Unión Europea (no hay alemán que no pegue el grito en el cielo por la decisión de Inglaterra y el Brexit) y el tratamiento de los refugiados.
¿Qué le critican sobre todo los más jóvenes? Algo que se evidenció fuertemente en la manifestación del pasado viernes en el Fridays for Future, es que estuvo por lo menos lenta en los últimos años en la atención de las cuestiones ambientales (Alemania sigue dependiendo del carbón para su electricidad y no le pone ningún freno al gigante que sigue pisando fuerte que es su industria automotriz). También le facturan todo lo concerniente a la digitalización, con ciudades donde internet es aún mala.