Los dos personajes de la derecha bizarra, fronteriza con un fascismo histriónico, gritón, muy de caricatura, jugaron al fútbol. Fueron arqueros, y más que el puesto –que José Luis Chilavert defendió con éxito y Javier Milei abandonó todavía virgen– los une un cerril anticomunismo. A tono, claro, con los cantos de esa ultraderecha que asoma sin rubores y va camino al advenimiento de un nuevo Duce. El fútbol “es inocente” diría Jorge Valdano en su defensa, pero la política no tiene quien la defienda de estos emergentes que se regalaron elogios la semana pasada en un encuentro deliberadamente promocionado.
Cuando el paraguayo atajaba, ganaba títulos y hacia goles para su colección inigualable –marcó 62 en partidos oficiales y solo fue superado por el brasileño Rogério Ceni-, su pierna zurda era temible. Hoy patea para la derecha más reaccionaria. El economista del pelo revuelto y extraño parecido con Benny Hill, el actor cómico británico fallecido en 1992, abandonó el arco antes de debutar en Primera. Jugó en Chacarita pero dejó los guantes por los libros de Economía. Dice que tomó la decisión correcta. Habrá que esperar unos años para saber si dice lo mismo de su incursión en política.
Votos sacó. Hay quienes le temen a sus ideas y su estilo sobreactuado y violento. Pero el problema no es Milei y sí lo que representa. Una figura llena de tics cuyo techo es impredecible o puede caérsele encima dentro de un par de años. Ejemplos de candidatos formateados por los medios de comunicación, funcionales a audiencias mononeuronales, que aparecieron como él y se diluyeron como una voluta de humo, hubo más de uno. Con Milei está por verse hasta dónde llega.
Chilavert llegó muchísimo más lejos en el fútbol pero el arco de la política puede quedarle demasiado grande. Por ahora muestra una rudimentaria batería discursiva de frases macartistas y alabanzas a su referente latinoamericano: Jair Bolsonaro. Antes de que el militar ultraderechista le ganara las elecciones brasileñas en octubre de 2018 al candidato del PT, Fernando Haddad, le había dado su apoyo. “Despierta Brasil, Jair Bolsonaro es la solución para poner fin al populismo ruin y barato de la región”, escribió en su cuenta de Twitter donde suele retuitear o poner likes a expresiones de la más rancia derecha. Esa definición defraudó a más de uno de sus hinchas que lo trataron con dureza en las redes sociales, como olvidándose de su rica trayectoria deportiva.
Ya en 2017 había anunciado su lanzamiento a la política paraguaya con el propósito de “hacerle frente al socialismo y a la izquierda”. Un año más tarde apoyó al candidato del Partido Colorado en las elecciones, Mario Abdo Benítez, el actual presidente. Si quisiera proyectar su candidatura a jefe de Estado en su país, debería sumergirse en las aguas turbulentas de las internas del oficialismo. Quien las gana tiene prácticamente asegurada la primera magistratura. El coloradismo tiene cerca de 2,5 millones de afiliados. Paraguay una población que se acerca a los 7,5 millones de habitantes. Al actual mandatario le pidió públicamente: “Es ahora o nunca, basta de salarios millonarios en las Binacionales y basta de impunidades dentro de la justicia. Deje un legado para su familia y las futuras generaciones de nuestro país. Depende de usted y el pueblo le va a agradecer”.
Chilavert modeló su candidatura con un fuerte perfil en lo social. En febrero pasado comentó: “Trabajo con 160 médicos en mi país, elegimos los lugares más pobres y doy charlas de motivación a los niños y lo hago en guaraní, que es el primer idioma de Paraguay. El guaraní es un idioma muy dulce”. Su nuevo coequiper en la región, Milei, sugirió que “le haría mucho bien a la sociedad de su país” si se presentara en las elecciones previstas para 2023.
Los dos se dejaron sacar fotografías, el paraguayo le regaló un buzo con el dibujo del bulldog que utilizaba cuando atajaba y no dijeron demasiado de lo que conversaron, aunque se descuenta aquello de estrechar lazos en Sudamérica. Con ellos la entente de derecha no tiene complejos de inferioridad. Son efusivos, mediáticos, insultan a la izquierda y a la derecha que consideran tibia por igual.
Chilavert apunta en la política como cuando pateaba penales: “Es evidente que Lula, Dilma, Mujica, Néstor y Cristina, Chavez, Maduro, Correa multiplicaron a los vagos en la región, dejaron cada país devastado y ellos multimillonarios a costillas de la gente”. Milei se le parece bastante por su identificación con Bolsonaro. Un adalid de la tortura y la dictadura en su país, de la que dijo cuando era más joven en un video que todavía puede verse en las redes sociales: “A través del voto no se puede lograr nada en este país, absolutamente nada. Sólo lo vamos a lograr, infelizmente, cuando marchemos a la guerra civil acá adentro y haciendo el trabajo que el régimen militar no hizo, matando a 30 mil”. Por medio del voto llegó a la presidencia de Brasil.
El economista declaró unos días antes de las PASO: “Hay algunas cuestiones de Bolsonaro que me parecen interesantes. Niveló la cancha cuando llegó a Brasil. Lo que hizo con el Foro de San Pablo, el Grupo de Puebla, que lo que hacen es tomar recursos del Estado para impulsar la ideología, fue cortar ese financiamiento, y fue una gran idea”, declaró en la radio Rock and Pop.
Milei, como todo aplaudidor de la libertad de mercado y pregonero de la desaparición del estado, es ultraderechista en lo político. La libertad que declama no avanza en ese rubro. Cuando Leandro Santoro, el candidato del Frente de Todos en la ciudad de Buenos Aires, denunció que en 1999 había sido asesor del genocida Antonio Bussi en el Congreso, no le quedó otra que admitirlo en su cuenta de Twitter. Si Bussi hubiera sido brasileño, Bolsonaro lo tendría en su podio de personajes reivindicables, como hizo con el torturador de la expresidenta Dilma Rousseff, el coronel Carlos Brilhante Ustra.
El economista y exarquero ataja todos los centros que le tiran desde el extremo derecho de la cancha. Comenzó a tramar una alianza con el bolsonarismo representado por Eduardo, uno de los hijos del presidente negacionista. Algo anticipó en aquella entrevista radial: “Se está conversando la posibilidad de hacer una suerte de foro de los que en el mundo combatimos al comunismo, a las ideas de izquierda. Se está barajando la posibilidad de hacer una reunión en Buenos Aires, y me parece interesante”, anticipó.
Si se confirma ese encuentro seguramente se repetirá la foto con Chilavert. La ultraderecha hace tiempo que no oculta su verdadera camiseta mimetizada con el pensamiento “libertario” que le encanta divulgar. Avanza la libertad es la fuerza de Milei. Pero con dirección al fascismo, le falta aclarar.