El Teatro Colón se anima a agregar un segundo título a su temporada lírica para consolidar el regreso a la presencialidad. Este martes se estrenará una versión para una actriz, cantantes y orquesta de Theodora, el oratorio de George Frederic Haendel, con dirección escénica y la dramaturgia de Alejandro Tantanian, la participación de Mercedes Morán y la dirección musical del tirolés radicado en París Johannes Pramsohler, al frente de la Orquesta Estable del Teatro Colón. Los textos agregados al original son de Franco Torchia, a partir de la obra de la teóloga queer Marcella Althaus-Reid. Una versión semi montada que actualiza de manera osada un oratorio del barroco tardío. Las funciones se completarán el miércoles 29, el viernes 1 y el domingo 3 de octubre.
Theodora cuenta la historia de la mártir cristiana perseguida y ejecutada en Antioquia hacia fines del siglo III, en tiempos de Diocleciano. La trama incluye a Didimo, soldado romano que, movido por su creciente fe cristiana, desafía a la autoridad e intenta salvar a Theodora. No lo logra. El libreto, del leal Thomas Morell, tiene entre sus fuentes El martirio de Theodora y Didimo, que en 1687 publicó el naturalista Robert Boyle, y la tragedia Théodore, Vierge et Martyre que Corneille estrenó en París en 1646. Handel terminó el oratorio en julio de 1749, ya estaba ciego, tenía sesenta y cuatro años y en Londres gozaba del prestigio que ningún músico inglés tuvo en su tiempo. Se estrenó en 1750 en el Covent Garden y fue un fracaso. Tuvo solo tres representaciones. Es posible que el público de Londres, ese por el cual sesenta años antes John Locke había escrito sus Cartas sobre la tolerancia, prefería todavía los relatos del Antiguo Testamento, más que el tema de la persecución y el martirio de una santa cristiana.
Minorías y disidencias
“Este es un texto extraordinario para pensar este momento”, asegura Tantanián. “La primera idea fuerte es la de poner a Theodora como parte de una minoría disidente y sobre eso generar un grado de contemporaneidad, lograr que esta música y esta obra hablen de algo que nos ocupa”, explica el director de escena. “En este sentido resultó central el trabajo de Franco Torchia, que introdujo la figura de Macella Althaus Reich”.
Teóloga y escritora, Althaus-Reid bien podría ser uno de los misterios de la teología o acaso una omisión del sistema. Nació en Argentina y acá se graduó, participó en los movimientos de liberación feminista y LGBT y, entre la Teología de la Liberación y las teorías feministas y queer, su pensamiento delimita un espacio disruptivo que en esta época cobra particular significado. Catedrática de Teología Contextual y docente Senior de Teología Sistemática y Ética Cristiana en la Escuela de Teología de New College de la Universidad de Edimburgo, Althaus-Reid fue la primera mujer que asumió esos cargos en los 160 años de historia de la institución.
“Marcella fue un personaje singular. Murió en 2009 y dejó dos obras extraordinarias: Teología indecente, de 2000, y El dios queer, de 2003, donde teoriza una teología inclusiva. En esos textos hay una especie de bomba en términos de ideas, que dialoga con lo que sucede en Theodora. Ese es el espíritu de esta puesta”, define Tantanian.
Queda claro que en tiempos de pandemia el mérito de abordar una producción escénica es incontrastable, pero resulta oportuno señalar que, una vez más, el Colón no propone un título tradicional para su temporada lírica, sino que apela a la versión escenificada de un oratorio del barroco tardío. Si para una institución como el Colón el recurso es reflejo de cierta escasez conceptual, –y presupuestaria– desde el punto de vista artístico no debería ser un impedimento. Al contrario, estas circunstancias pueden ser incluso una buena oportunidad para algo distinto y esta particular versión de Theodora se plantea como un espectáculo atractivo. “Hicimos todo reciclando materiales y circunstancias. En lugar de hacer de los protocolos sanitarios y la situación general un límite, hicimos de eso nuestro campo de juego”, enfatiza Tantanián en la charla con Página/12.
Sobre la mesa de una oficina del cuarto piso hay dos tazas de café. Falta poco para que comience un ensayo nocturno y por los pasillos del gran palacio de la burocracia operística todavía no se respira el aire fibroso de los días de estreno. “Hay que seguir produciendo, sin precarizarse, claro, pero defendiendo nuestro trabajo artístico. Por la pandemia fuimos los primeros en irnos y los últimos en volver. Y acá estamos, poniendo creatividad sobre lo que quedó”, comenta el director.
Fuerte pero no agresivo
Theodora comienza con un contrapunto entre la protagonista, interpretada por la soprano surcoreana Yun Jung Choi, y Mercedes Morán, que encarna a Marcella. “Es una especie de conversación de WhatsApp, con mensajes de texto de una y de otra, que van apareciendo de distintas maneras. Marcella va en una línea paralela con el desarrollo del drama, en sus apariciones interviene con ideas que discuten o ponen un foco diferente sobre algo que pasó o que va a pasar. Todo lo que tiene que ver con lo escénico apunta a pensar, a la razón, y la música trabaja sobre lo emocional”, explica Tantanián.
“También es importante poder presentar a Althaus-Reid ante una sociedad que prácticamente no la conoce, exponer una punta de su pensamiento que en su complejidad es de gran actualidad. Para esto la figura de Mercedes (Morán) es ideal, porque es una actriz querida y respetada, que logra una gran empatía con el público. Y es muy interesante que esos discursos, que en general van a contrapelo del pensamiento común, suenen fuertes pero no agresivos”, agrega el director de escena.
Entre protocolos sanitarios y estrecheces económicas, Tantanián habla de una escena austera, que se delinea con pocos elementos. “No hay una definición de época ni en la escena ni en el vestuario. Trabajamos con iconografía cristiana, tomando gestos y datos de las pinturas del quattrocento, o de la pintura flamenca, que dan contexto minimalista en el que de todas maneras lo que manda es la palabra. Todo se organiza en base a la expresividad del texto”, asegura.
El diseño del espacio y el vestuario es de Oria Puppo, que también trabajó con Matías Otalora en los videos, y la Iluminación de Rubén Conde. Del elenco de cantantes también forman parte el contratenor Martín Oro, la mezzosoprano Florencia Machado, el tenor Santiago Martínez y el barítono Víctor Torres. “Hicimos una versión reducida, por cuestión de protocolos sanitarios no podíamos contar el coro, que es fundamental. Entonces, además de los cinco solistas, hay un elenco de seis cantantes, una especia de coro reducido. Nos preocupaba no transformar la puesta en los smashing hits de Theodora, sino mantener una línea dramatúrgica que nos permita contar la historia que queremos contar”, concluye Tantanián.