Todavía no ganaron la elección de noviembre, pero en Juntos por el Cambio ya empezaron a sembrarse algunas discusiones internas sobre cómo se repartirán el botín de la victoria. El caso más resonante es la presidencia de la Cámara de Diputados. La discusión todavía no es por nombres, sino por la acción en sí de reclamar ese lugar. Algunos sectores de la alianza imaginan que, si superan al Frente de Todos en cantidad de bancas, el siguiente paso es intentar sacar a Sergio Massa de ese puesto. Es la posición que expresó públicamente Elisa Carrió y que comparte con Patricia Bullrich. En cambio, el sector referenciado en Horacio Rodríguez Larreta y algunos de los radicales piensan que esa sería una mala señal. Varios recuerdan que, pese a las mayorías peronistas, en el gobierno de Mauricio Macri el titular de la Cámara baja siguió siendo Emilio Monzó. Además, con la derrota de Mario Negri en la interna de Córdoba, es cantada una discusión por la presidencia del interbloque de Juntos por el Cambio.
La discusión vuelve a diferenciar sectores duros y blandos dentro de la alianza electoral, o bien distintas ideas de lo que más conviene. Por un lado, están quienes consideran que la victoria les dará el derecho a arrebatarle la presidencia de la Cámara de Diputados al Frente de Todos. Hasta ahora, sólo Carrió hizo pública esa posición. "Si nosotros somos primeras minorías tenemos el deber institucional de presidir la Cámara de Diputados", afirmó. "Que los candidatos de Juntos se preparen y estudien porque asumen en diciembre. Si se confirman las primarias, Massa tiene perdida la presidencia de la Cámara de Diputados porque le corresponde a la primer minoría", indicó. Desde la Coalición Cívica, dijeron que esa siempre fue la posición de Carrió.
Y puso algunos ejemplos: dijo que en 2009, con el Grupo A, ella se opuso a que ocuparan la presidencia, porque no eran una primera minoría y por eso siguió Eduardo Fellner. Y también puso como ejemplo el cambio del radical Rafael Pascual por el peronista Eduardo Camaño. Claro que eso ocurrió en 2001, junto antes de la caída del gobierno de Fernando de la Rúa y de la crisis política, económica y social que le siguió. Buen ejemplo.
En privado, Patricia Bullrich también sostendría esta posición: hay que ir por todo. En su entorno, eligen otro ejemplo para justificarse: sostienen que en Estados Unidos es así. También, dicen, con casos más cercanos, en el Congreso bonaerense ha pasado muchas veces lo mismo.
Está claro que Bullrich está imaginando desde diciembre un escenario similar al del Grupo A, cuando bloquearon todos los proyectos del gobierno de CFK que pudieron, incluido un presupuesto. Su mano derecha, Gerardo "Jerry" Milmann, sostuvo que van a "dar una discusión por el posicionamiento político del bloque" y les apuntó a los larretistas: “Se dieron cuenta de que para ganar tenían que decirle 'basta' al kirchnerismo. Para nosotros fue un triunfo ideológico”.
Bullrich, por su parte, sostuvo que podrían votar en contra de un acuerdo con el FMI, cuando el Gobierno lo envíe al Congreso. “Creo que ellos van a querer que les firmemos a ciegas. Y nosotros a ciegas no les vamos a firmar nada”, lanzó.
No obstante, nuevamente, no todos los sectores acuerdan con la idea de ir por la presidencia de la Cámara de Diputados. De nuevo, aquellos que están más cerca de Larreta y Vidal ven problemas en esa estrategia. Por un lado, recuerdan otros antecedentes históricos más cercanos: en el gobierno de Macri, siempre el titular de Diputados fue Monzó, aún cuando el peronismo podría haberle quitado ese lugar. Y el presidente provisional de Senado fue Federico Pinedo.
También consideran que no es tan claro que vayan a poder superar al Frente de Todos (con sus aliados) como primera minoría, por lo que consideran que esa discusión terminará por ser abstracta. Y que, en todo caso, será algo a debatir en diciembre en la mesa nacional de Juntos por el Cambio.
Los radicales, por su parte, tampoco se muestran del todo convencidos. Por un lado, coinciden con la mirada del larretismo de que no va a haber una diferencia tan notoria entre los bloques. Y por otro lado, temen lo que puede implicar estar en ese cargo: "Hay que analizar si eso no nos deja como corresponsables de un gobierno muy malo", indican. También remarcan que habrá que ver si Emilio Monzó, Rogelio Frigerio y otros dirigentes no forman un bloque aparte (podría tener hasta ocho diputados), lo que dificultaría la estrategia planteada por Bullrich y por Carrió.
Por otro lado, los radicales imaginan que habrá un intento de cobrarse la derrota de Mario Negri ante Luis Juez en Córdoba a través de la presidencia del interbloque, que sigue teniendo Negri. Allí Carrió podría ser una aliada. En la UCR, esperan que las peleas del PRO sean lo suficientemente grandes como para que no puedan ponerse de acuerdo para venir a reclamarles el vuelto.