Quiso el destino que Lionel Messi esperara hasta el martes 28 de septiembre para anotar su primer gol con el París Saint Germain, el equipo francés que el astro argentino eligió para continuar su carrera luego de sus 21 años en el Barcelona, de donde se fue con la gigante cosecha de 672 tantos. En la memoria del rosarino ese primer grito llegará como un recuerdo enmarcado en el día que le tocó enfrentar, por la Champions League, al Manchester City conducido justamente por Pep Guardiola, el hombre que lo dirigió entre 2008 y 2012 en la época dorada del conjunto culé. Y habrá cumplido también las expectativas de quienes tanto desearon los encuentros entre el triángulo parisino de los sueños, porque la asistencia fue un exquisito taco de Mbappé y el abrazo más efusivo para el argentino, apenas la pelota se hundió en la red, se lo dio su amigo Neymar.

El rosarino compartió su emoción en las redes (Imagen: Instagram Messi).

Mauricio Pochettino había optado por el arquero italiano Gianluigi Donnarumma, quien le ganó su duelo al costarrience Keylor Navas para enfrentar al City y terminó luciéndose como una de las figuras que construyó la importante victoria del equipo conducido por el argentino. Pochettino, que hizo volver al once titular también a otro italiano, el virtuoso Marco Verratti, ya lo había dicho en la previa: el elenco dirigido por Guardiola, según su mirada, es un equipo consolidado y desde allí superior al suyo, uno más joven, todavía "en construcción". "No es una opinión, es una realidad", insistió el DT santafesino aun después de finalizado el partido, palabras que no hacen más que subrayar lo valioso del triunfo del conjunto parisino.

El 1-0 llegó, justamente, gracias a una jugada en la que Verrati recuperó la pelota en el centro del mediocampo. El italiano jugó con Mbappé, protagonista de un ataque que profundizó desde la derecha con el marroquí Achraf Hakimi, quien le devolvió al siete francés para que lanzara su centro como un dardo venenoso al área. Neymar quiso pellizcar y no llegó, pero sí lo hizo el senegalés Idrissa Gueye, con un derechazo que se tiñó de golazo cuando fue a clavarse a la esquina superior izquierda del arco del City.

El equipo conducido por el técnico español, finalista de la pasada edición tras eliminar en semifinales al PSG, tomó las riendas del partido apenas después del gol tempranero del conjunto de Pochettino. El PSG se plantó en un segundo plano en el Parque de los Príncipes, pero su papel secundario casi lo condena. Sobre todo en el primer tiempo, el City estuvo muy cerca del empate. La más clara para los de Guardiola fue a los 25 minutos: un halo milagroso envolvió el travesaño protegido por el italiano Donnarumma, que en la misma jugada devolvió dos veces la pelota, primero después un cabezazo de Raheem Sterling y luego tras un remate de Bernardo Silva, quien, increíblemente, no pudo conectar con precisión el balón debajo del arco.

Luego de convertir a Donnarumma en figura del primer tiempo, porque el arquero se quedó con varios mano a mano que hubieran supuesto la igualdad, el partido entró en una meseta iniciada la segunda mitad. El City, que todavía tenía el dominio de la pelota, ya no era punzante como en los primeros 45 minutos. Fue entonces cuando apareció el astro rosarino, para esparcir chispas de su magia por el Parque de los Príncipes, delante de esos espectadores que lucían su nombre en sus espaldas.

Iban 73 minutos cuando el capitán de la Selección enhebró una jugada de las suyas. El rosarino había llegado como una ráfaga a la puerta del área cuando lo vio a Mbappé y le cedió el balón. El francés lo interpretó enseguida, porque los dos hablan el mismo idioma del fútbol, y le devolvió una exquisita pared, un taco, que el 30 acarició y mandó al ángulo para sellar su primer gol en el PSG.

La Pulga volvió a picar a un equipo de Guardiola, aquel junto al que llevó a Barcelona a la gloria pero a quien, como rival, el entrenador español más sufrió: según consigna la agencia EFE, el rosarino anotó frente a Pep su séptimo gol, más que ningún otro futbolista que lo enfrentó. Aunque Cristiano Ronaldo también convirtió siete goles en sus cruces con el laureado DT, según repasó el portal Goal la efectividad favorece a Messi: el argentino los sumó en cinco partidos, contra 16 del portugués.

El mejor jugador del mundo, sin embargo, relegó su gol a un segundo plano, aun cuando su rojiza barba enmarcó una sonrisa apenas le preguntaron por ese primer grito. Solo dijo que ya andaba con ganas de convertir con su nueva camiseta. Y aunque en sus declaraciones tras el final en París destacó el triunfo sobre el City como lo más importante -"se ganó contra un grandísimo rival, uno de los candidatos, finalista de la última Champions"- y aseguró que, de a poco, se va adaptando al equipo, los fieles que se congregaron para adorar su fútbol solo recordarán una única cosa de la noche del martes 28 de septiembre en el Parque de los Príncipes. Y será su gol, ese que inauguró un instante de felicidad que los unirá para siempre a Messi.


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