En 2008, después de casi veinte años, la base fundacional de Graffiti --Eduardo Carbi en voz, Claudio Falzone en bajo y Ariel Pozzo en guitarra-- volvió a los escenarios para reconectarse con las obras incluidas en aquellos dos discos que la convirtieron en una de las bandas clave de los 80: Exhibición Condicionada y Sin Respirar. Desde entonces, el trío continuó reencontrándose esporádicamente, logrando con cada regreso evidenciar la vigencia de sus creaciones. Esta noche, y sumando a Marcelo Sali en batería y Manuel León en teclados, el grupo volverá a los escenarios a tres años de su último concierto, trayendo esta vez las novedades incluidas en el disco Graffiti Inédito, en un show que se enmarca además en la celebración por los treinta años transcurridos desde la aparición de su debut discográfico.

Sin disoluciones conflictivas mediante, luego de aquel regreso en 2008 los Graffiti supieron encontrar el disfrute en estas reuniones esporádicas, comprobando en cada una de ellas que su esencia musical sigue intacta. "No es fácil venirse de Londres para acá y tener el tiempo para encontrarse. Como también es bastante complejo coincidir con Ariel, que está mucho de gira por Estados Unidos y demás con Miguel Mateos, de hecho el lunes se va a tocar a Los Angeles. La idea es que, cada vez que se alineen los planetas y esté la posibilidad, y surge un teatro para hacer un espectáculo digno, hacer un espectáculo que nos represente", explica Carbi, que de inmediato deja asentado un compromiso colectivo: "Nos propusimos no dejar pasar tanto tiempo y el año que viene volver a tocar en un lindo teatro".

Por lo pronto, este nuevo concierto (pautado para dar comienzo a las 21.30 en el Teatro de Plataforma Lavardén, Sarmiento y Mendoza) permitirá descubrir algunos temas de vieja data y otros más recientes, reunidos en este Graffiti Inédito que el grupo puso a disposición en sus plataformas de Spotify e iTunes, donde puede escucharse además una versión remasterizada de su disco debut. "Queremos presentar estos temas inéditos, sobre todo para la gente que no nos conoce, o que nos conoce por un tercero, para que escuche tanto el material de los dos primeros discos, como también material más actual", resume el cantante.

‑ En relación a los temas de esos primeros discos, sostienen una vigencia, si bien marcaron una época en los 80, tienen una sonoridad que funciona en tiempo presente. Al mismo tiempo, en estos treinta años, y como le ocurre a cualquier músico, ustedes siguieron ampliando la cabeza, el toque. ¿Cómo abordan esos temas clásicos, de manera fiel a la original para que se evidencie su vigencia o le dan juego a lo que hoy les surge como músicos?

‑ Por un lado se da una especie de química extraña, porque no nos vemos durante mucho tiempo y cada vez que nos encontramos nos preguntamos cómo va a sonar esta vez. Esto lo hablaba en otras entrevistas: lo más loco de todo es que cada vez que nos juntamos es como si nos hubiéramos visto el día anterior, no se nota esa cosa extraña de que estuvimos uno, dos, cinco años sin vernos. Es algo inherente a nosotros el hecho de juntarnos y meternos en una sala de ensayo, sin importar cuánto tiempo haya pasado. Y que la química, el feeling, sigan siendo los mismos, más allá de lo emocional: reencontrarte con gente con la que tocabas treinta años atrás y son parte inevitable de tu historia. Con los temas nuevos pasa algo similar, pese a que tienen otro tipo de carácter, que hay una evolución desde el primer disco, porque no somos los mismos músicos que hace treinta años. Por eso está bueno un show como el de Lavardén, porque la gente va a poder ver todo, va a ver una evolución.