La Selección Argentina de futsal, vigente campeona del mundo, soñó desde el primer día con el bicampeonato en Lituania y este miércoles se aseguró llegar hasta el último partido para intentar hacer realidad ese sueño: el equipo conducido por Matías Lucuix derrotó en su semifinal por 2-1 a Brasil, máximo ganador del torneo con cinco trofeos, y se metió en la final del Mundial por segunda vez consecutiva. El encuentro definitivo será el domingo a las 14, pero habrá que esperar al desenlace de la otra semifinal, que Portugal y Kazajistán definen este jueves a esa misma hora, para conocer a su rival en la pelea por el título.
Constantino Vaporaki y Cristian Borruto firmaron los goles del triunfo histórico, mientras que fue Ferrão, el goleador del certamen, quien alcanzó el descuento para el conjunto verdeamarelho. Mientras que el del 10 de Argentina llegó tras un rebote, el segundo grito, a los 13 minutos del primer tiempo, fue un verdadero golazo. Una triangulación profunda y veloz que encontró a Maximiliano Rescia por derecha, para que el cinco asista con calidad y a un toque a Borruto, que anticipó a Rodrigo y hundió la bola en la red.
Los goles se concentraron en los primeros 20 minutos. La segunda parte del clásico sudamericano hecho semifinal fue pura intensidad y emoción. Matías Lucuix había adelantado que la Selección iba a sufrir ante el poderoso Brasil, dueño del mayor número de títulos que el mundo repartió para la categoría. Su análisis estuvo en lo cierto. Argentina sufrió, prácticamente, de todas las formas posibles. El arquero Nicolás Sarmiento fue la gran muralla albiceleste, el mejor remedio para la tensión corporal que provocaba cada escena del partido, especialmente el segundo tiempo infernal, con el quinteto verdeamarelho lanzado al ataque, sin las mejores ideas quizás, pero con envidiable vigor.
Brasil llegó con bombazos desde mitad de cancha. Con remates de volea. De sobrepique. De media vuelta, afuera y adentro del área. Hasta de cabeza. Brasil llegó y se encontró con los quites de Lucas Bolo Alemany. Con la 10 de Vaporaki robándole la pelota al movedizo Vinicius Rocha. Con los cierres magistrales de Maximiliano Rescia, de precisión quirúrgica para extirpar balones en fintas brasileñas medidas en microsegundos. Con un equipo que hacía ver chiquito el arsenal de Ferrão y sus ocho goles en el torneo.
Y cuando cada posta de la fortaleza parecía vencida, el huracán brasileño se chocaba una y otra vez con el interminable cuerpo del arquero argentino. Sarmiento fue el último bastión de un equipo que se entrelazó, con precisión defensiva y traccionado a sangre, hasta conformar un escudo viviente, protector de una única ilusión: el sueño de poder pelear por el bicampeonato. Y fue esa misma precisión que la Selección Argentina lució en cada embate defensivo -y también para aprovechar sus chances de gol- la que, en ataque, no tuvo Brasil.
Al mando del joven Lucuix, Argentina le puso corazón y cabeza a una estrategia que solo podía funcionar si se ejecutaba a la perfección. Y así lo hicieron posible. "Estábamos convencidos de que éramos capaces de ganarle a este Brasil de estrellas. Sabíamos que íbamos a sufrir, que íbamos a pasar por momentos malos y que íbamos a tener que ser capaces de superarlos. Estos muchachos tienen un corazón enorme y nos hacen jugar una final más", reveló, movilizado, el entrenador.
Rescia dijo que tenía el pecho inflado de emoción. Orgulloso de sus compañeros y deseoso del merecido disfrute luego de una victoria histórica, entregó generoso su análisis del triunfo. "Tuvimos un nivel muy alto los 40 minutos. Nos tiramos de cabeza a cada pelota y, si uno se equivocaba, había otro atrás. Ellos tienen individualidades muy buenas, están llenos de estrellas, pero nos hicieron solo un gol de pelota parada: creo que ese es el parámetro de cómo defendimos durante el partido".
Reconocimiento desde París
La Selección Argentina defiende el título que ganó por primera vez en el Mundial de Colombia 2016. Dejó atrás a Brasil, el que levantó la copa en Países Bajos 1989, Hong Kong 1992, España 1996, Brasil 2008 y Tailandia 2012. La alegría desatada en el Kaunas Arena volvió como un eco desde París, allí desde donde otro argentino, Lionel Messi, celebraba con ellos como uno más.
El rosarino, a solo un día de su primer gol con la camiseta del PSG, compartió en sus redes la emoción por el pase a la final del equipo nacional, vía una historia de Instagram en la que se lo puede ver tirado en un sillón, con la tele encendida en pleno festejo del grupo argentino en Lituania. Messi se suma al aliento que, desde distintas partes del mundo, llega para el equipo que dirige Lucuix. Un equipo que lideró su grupo con puntaje ideal. Y a la hora del mata-mata, goleó a Paraguay y avanzó sobre Rusia, en una sufrida definición por penales, antes de dejar afuera ni más ni menos que al gigante Brasil. Todo para seguir soñando hasta el domingo a las dos de la tarde, con el bicampeonato en la mira de la ilusión final.