El papa Francisco resolvió rechazar momentáneamente la renuncia presentada por Oscar Ojea, obispo de San Isidro, y ratificar en su cargo a quien también ocupa de la presidencia de la Conferencia Episcopal Argentina, el organismo que reúne a los obispos católicos de todo el país.
Siguiendo las normas eclesiásticas establecidas en el derecho canónico que determinan que los miembros de la jerarquía católica deben elevar su dimisión al Papa al llegar a la edad de 75 años, Ojea había puesto su dimisión en manos de Jorge Bergoglio con motivo de cumplir esa edad el próximo 15 de octubre.
No obstante, es potestad de la máxima autoridad de la Iglesia Católica, aceptar la renuncia o decidir que el renunciado continúe en su cargo hasta que el mismo Papa decida lo contrario y nombre un sucesor.
En este caso Francisco resolvió extender la permanencia de Oscar Ojea al frente de la diócesis de San Isidro usando la fórmula donec aliter provideatur (hasta que se designe a quien lo reemplace), sin determinar plazo para ello.
La rápida decisión de Bergoglio desestimando la renuncia de Ojea se puede leer como un reconocimiento del Papa a quien, además de ser presidente de la Conferencia Episcopal, es uno de los miembros de la jerarquía que mayor afinidad mantiene con Francisco.
Ojea fue elegido en 2017 por el voto de sus pares y por un periodo de tres años como presidente de la Conferencia, integrada por un centenar de obispos. La asamblea electiva debía haberse realizado el año anterior pero fue postergada debido a la pandemia. De no mediar dificultades ese encuentro se concretará en noviembre próximo y es posible que se produzca la reelección del titular de San Isidro al frente del episcopado, dado que el estatuto permite repetir en cargo al menos por una vez en forma consecutiva.