Tu bendita canción. Lo último que se escucha cantar en su disco anterior (Martingala, 2018) es esa línea que cierra ¿Buenos Aires vos quién sos? A la distancia aquel pasaje sobrevuela parte de La Caldera, su reciente trabajo. Porque de algún modo estas nuevas canciones bien podrían cargar con esa categoría: ser parte del bendito cancionero argentino.
La Caldera -el nombre está tomado del pueblo vecino de donde vive ahora, allí en Salta, junto con su pareja Lucrecia Martel; y además, como ella misma lo aclara “es la olla de las brujas”- tiene un tono que apunta a determinada época. Esa sensación la dicta el repertorio. A saber: "Cara de Gitana" (Magal/Lotes), "Hoy es nunca" (Leda Valladares), "¿Por qué te obstinas en amar a otro si hoy es lunes?" (Enrique S Discépolo), "Trapito" (Néstor D´Alesandro), "Canción del adiós" (Bueza/Guarany) y "Corazón de lobo" (Sandro). Pero también lo dicta el canto y su interpretación -ese salvajismo sugerido-, también el ensamble y ese beat contenido. Y sobre ello, un espíritu cantinero. Cierta algarabía. Ella dice: “Tiene algo que hace pensar en, por ejemplo, un festival barrial. Apareció junto con las canciones. Por eso también pienso que es un disco un poco más arriba que Martingala”.
Por otro lado, La caldera no es un disco tanguero…
--No. Y Martingala tampoco. Es un momento. No hay tangos acá, pero hay milonga, hay zamba, hay vals. Ahora es esto. Entiendo que hay algo de mi voz que te lleva o te puede llevar a ese lugar; pero no, en estos discos no hay tangos. Estamos trabajando en un disco con Yuri Venturín y ahí sí hay.
Su hoja de ruta no es abultada pero vaya que tiene un peso propio: en 2013, después de su primer disco solista (Tango Rante, 2010), se sumó como cantora a la Orquesta Típica Fernández Fierro en reemplazo de Walter “Chino” Laborde. Estuvo cinco años. Un disco en vivo y otro en estudio bastaron para encumbrarla dentro del género. Pero de algún modo pronto se desmarcó de allí. Esa furia con la que cantaba delante de aquella orquesta caliente quedó algo de lado. Sobre su cantar inevitablemente tanguero, anida ahora otro tipo de interpretación en ese cuerpo y talante de brujita, en esa mirada de ojos negros. Al tiempo que se alejaba de la Fierro editó su segundo disco solista: el celebrado Martingala, canciones rioplatenses y porteñas hasta el tuétano. Y tanto en aquel trabajo como ahora repitió el ensamble: Noelia Sinkunas en piano, Paloma Schachmann en clarón y clarinete, Alexey Musatov en violín, Lisandro Silva Echevarría en guitarras, Cristian Basto en contrabajo y Matías Fernández Levi en batería. Los arreglos, a cuenta de varios: Sinkunas, Echevarría, Basto.
Hay aquí una memoria musical determinada. El disco opera, de algún modo, como una suerte de palimpsesto, como un breve manifiesto sobre la canción popular argentina. Ella lo define: una “fonola con tierra”. La memoria, el anclaje histórico y emotivo de ese acervo musical es cierta canción de las décadas del sesenta y setenta. Tonadas definitivamente populares. Y su voz, su modo, encastra con precisión y belleza allí. Cuenta: “Busqué hitos, cosas muy fuertes de nuestra cultura. Por ello fui bastante para atrás en la historia. ¡Algo que no me cuesta nada! Son momentos de la vida en que aparece la canción, en esa búsqueda, y decís: sí. 'Cara de gitana' por ejemplo. O 'Trapito', son canciones que pertenecen a la cultura, que marcan nuestra cultura. No estoy buscando todo el tiempo canciones contemporáneas. Siempre hay, sí. Pero me gusta la versión. O mejor dicho, la interpretación”. Un cameo: "Cara de gitana" es una de las canciones que suena en un gran pasaje de La Niña Santa (Lucrecia Martel, 2004). Allí Helena (Mercedes Morán) chasquea los dedos siguiendo el ritmo mientras baila apocada pero risueña frente al espejo.
Uno de los puntos altos de este gran disco es Hoy es nunca de Leda Valladares. Un blues tremendo. Sinkunas: hay que oír lo que hace al piano. Laso: su voz cruza un bosque de noche. Sobre su registro pareciera haber una pátina del tiempo. Una intensa melancolía. Una grafía trágica –quizás provenga de su largo recorrido por el teatro- la atraviesa. “Reconozco eso en mi voz. Me pienso más como intérprete que como cantante o cantora. Siempre me pensé más así. Un poco es una herramienta de la cual me agarro. Eso de que vaya todo con el cuerpo me sale naturalmente”. Y vuelve sobre aquello de Leda: “¿Viste lo que es esa canción? Me pasó lo mismo que a muchos. Gente que sabe mucho de música me escribió para preguntarme de quien era. Y se sorprendieron tanto como yo cuando la escuché por primera vez. Se conoce muy poco y a uno no se le ocurriría que es de ella. Es impresionante”.
Además de ser un trabajo bastante menos milonguero que su antecesor –puede decirse que el gran territorio de La Caldera es la canción argentina, se abre más desde allí que desde lo rioplatense- aquí es el piano el que manda y no la guitarra. Por ello es singular la presencia de Noelia Sinkunas. Dice Julieta: “Es una aliada total. Siempre estamos trabajando juntas, aprendo un montón de ella. Y es alguien muy, muy valiosa para el género y para la música en general”.
El trabajo se apoya, sobre todo, en las interpretaciones de aquel cancionero ya nombrado, en esos nombres de peso. Aunque hay tres canciones nuevas, hechas a pedido. "La sombra", de Lucio Mantel y dos de Diego Baiardi, su partenaire letrístico que trae desde Martingala: "Desatanudos", una canción vieja desempolvada aquí y "Muñecas", que cierra el disco: una declaración de amor desbocada: Yo no sé, un día apareciste vos, el fuego de tu corazón y ahora ya soy tuya/No hay azar, acá tampoco existe Dios, está tu esquina y ahí las dos, control y descontrol/Van tus ojos, tus muñecas, va mi lengua, siempre inquieta, lastimándose, curándose y amando/Sos raíz, alta en el cielo sos visión, mis hombros negros, mi pregón también son tuyos.
La pregunta sobre la tradición musical ronda cerca. Estrenado hace pocas semanas Terminal Norte (Lucrecia Martel) es un mediometraje documental rodado en Salta en el que Julieta oficia de anfitriona: además de tocar algunas de estas canciones, están presentes otras músicas de aquella región, entre ellas Lorena Carpanchay, primera coplera trans de los Valles Calchaquíes. "El momento en que canta ella es el futuro” dice.
“Es esta mi canción desesperada” es un pasaje de 'Cara de gitana. En tu modo de cantar y en el disco hay algo de eso: canciones que suenan desesperadas, urgentes.
Así es. Porque así lo vivo.
Julieta Laso presenta La Caldera el jueves 14 de octubre a las 21 hs en CC Konex. Entradas disponibles en la web del lugar.