El Tribunal Oral que lleva adelante el juicio por la obra pública en Santa Cruz resolvió este miércoles que los empresarios de la construcción que fueron arrepentidos en la causa de las fotocopias de los cuadernos podrán declarar en el juicio aunque también pueden negarse a hacerlo. Los magistrados aclararon que no se les puede preguntar nada que no tenga que ver específicamente con las rutas de la provincia patagónica.
La controversia surgió porque el fiscal, Diego Luciani, quería no sólo que declaren sino que se incorporen al juicio sus declaraciones como arrepentidos dado que en su momento, estando presos, admitieron haber pagado coimas. Esto último fue rechazado por los jueces ya que no hubo control de las partes en aquel oscuro trámite que manejaron el fiscal Carlos Stornelli y el juez Claudio Bonadio, ya fallecido. El lunes está citado como testigo Juan Chediak, de la firma Chediak Construcciones y el martes Carlos Wagner, quien fuera titular de la Cámara de la Construcción.
En principio, los testimonios habían sido pedidos por Carlos Beraldi, el defensor de Cristina Fernández de Kirchner. También había pedido lo mismo la defensa de Lázaro Báez. Pero eso fue antes de que declararan como arrepentidos. Tras la manipulación del caso de las fotocopias de los cuadernos, quien se abalanzó sobre esos testimonios fue el fiscal Luciani y la Oficina Anticorrupción. Para colmo, se suma el dato siguiente: el abogado de Chediak es Pablo Lanusse, un furibundo aliado de Cambiemos y defensor en varias causas del expresidente Mauricio Macri. Sin embargo, Lanusse presentó un escrito pidiendo que Chediak no declare, porque corre el riesgo de declarar contra sí mismo.
Todo el conflicto fue saldado entonces por los jueces Rodrigo Giménez Uriburu, Jorge Gorini y Andrés Basso en la tarde de este miércoles: decidieron que los empresarios cumplan con la cita del lunes y el martes, pero que tienen el derecho de declarar o no declarar. Y, además, agregaron que no se les puede preguntar nada que no tenga que ver con la obra pública vial de Santa Cruz. La lógica es que si Lanusse pidió que Chediak no declare, el empresario irá a Comodoro Py y se negará a declarar. Pero en el edificio de Retiro, dos más dos no suele ser cuatro.
En verdad, los empresarios de la Cámara de la Construcción eran adversarios de Báez, cuyas obras son las que se cuestionan en este juicio. Báez nunca fue parte de aquel entramado. Y, para sumar obstáculos, Chediak y Wagner están condicionados por su declaración como arrepentidos. Aquella “confesión” les fue arrancada enviándolos a un calabozo y algunos de sus defensores dijeron públicamente que mejor mintieran para salir en libertad. Ahora, no pueden decir nada distinto que en la causa de las fotocopias porque irían presos porque sería violatorio de la condición de arrepentido. Y, además sumarían una nueva imputación.
El lunes se empezará a conocer el desenlace. Por ahora el juicio es ampliamente desfavorable para la acusación: todos los testigos dijeron que no hubo irregularidades, que las licitaciones fueron correctas, las obras votadas en el Congreso y que hubo cierta lógica en que Báez ganara la mayoría de las obras porque era el empresario que tenía en Santa Cruz la maquinaria y el personal necesarios, mientras que los demás debían llevar trabajadores y equipos a 1800 kilómetros de sus sedes. A eso se agregan el frío, los vientos y la necesidad de adoptar técnicas y materiales específicos ante el clima adverso.