La producción colombiana El olvido que seremos, del prestigioso director español Fernando Trueba, es una de las firmes candidatas a llevarse varios Premios Platino, que se entregarán el próximo domingo. Es la que más nominaciones tiene (doce) junto a la guatemalteca La llorona, dirigida por Jayro Bustamante. El film de Trueba se exhibió en el amplio Cine Capitol de Madrid en el marco de Iberseries Platino Industria, en la sección dedicada al séptimo arte. Previamente, el productor de la película, Dagp García, brindó detalles jugosos del desarrollo del proyecto. Por otro lado, el realizador chileno-español Alejandro Amenábar presentó su primera serie, La fortuna, junto a Domingo Corral, director de Producción Original de Movistar+.
El olvido que seremos –que actualmente puede verse en Netflix- narra de manera íntima la historia de un hombre noble: el médico colombiano Héctor Abad Gómez, carismático líder social y hombre de familia, y destacado profesional de la salud y activista por los derechos humanos en el Medellín polarizado y violento de los ‘70 y ‘80. La trama relata la vida del doctor y padre de familia, preocupado tanto por sus hijos como por los niños de clases menos favorecidas. En su casa se respiraba la vitalidad y la creatividad características de una educación fundamentada en la tolerancia y el amor, pero la violencia del país condicionaba todo su entorno.
García comentó que la película está basada en el personaje de la vida real. En la ficción lo interpreta el actor español Javier Cámara. “Sus principales actividades las hizo en los ‘80 en Colombia, que fueron años complicados para el país porque confluyeron varios factores en una guerra fratricida terrible. A las guerrillas, que tradicionalmente en Colombia habían combatido al Estado en los años ’50, se sumaban las mafias del narcotráfico que surgían con mucha fuerza, como los carteles de Cali y Medellín. Y, además, las fuerzas paramilitares, que también tenían reciente aparición. Estos tres jugadores crearon una situación de caos en el país”, comentó García.
El productor ejemplificó que en esos años hablar de derechos humanos “podía ser más peligroso de lo que puede ser hoy en día”. El doctor Abad Gómez, muy preocupado por la salud pública, iba a los barrios de la periferia de Medellín y comenzó a descubrir ciertas problemáticas sociales que tenían que ver con serias dificultades de supervivencia de sectores marginados de la sociedad. Y empezó a señalar públicamente esos problemas y a denunciar lo que sucedía.
Héctor Abad Gómez tuvo cuatro hijas y un hijo. El menor se llama Héctor Abad Faciolince, un escritor muy reconocido en su país. El escribió la historia novelada de su relación con su padre, El olvido que seremos. “Este libro se popularizó en todo el mundo. Y así lo conoció Fernando Trueba. Fernando es un lector insaciable. Creo que se ha leído todos los libros que existen. Fernando convirtió este libro en su regalo favorito a la gente que quiere. Siempre que quería a alguien le regalaba el libro y en muchos idiomas. Encontró una conexión con el libro muy especial, pero jamás imaginó que se podía hacer una película. En una Feria del Libro de Madrid, Fernando supo que estaba el autor del libro y se acercó a él”, comentó García. Héctor Abad se contactó con la cadena Caracol y así surgió la idea de hacer la película.
Otro cineasta que tiene peso en España y proyección internacional es Alejandro Amenábar. En Iberseries Platino Industria, el director de Mar adentro y Agora presentó su flamante serie La fortuna, que se estrenó este jueves por Movistar+ y se comercializará para Latinoamérica y Estados Unidos. En 2007, la compañía Odyssey encontró un tesoro submarino frente a la costa del Algarve (Portugal). Se trataba de los restos de una ancestral fragata española y su descubrimiento dio inicio a una disputa judicial entre el Ministerio de Cultura de España y la empresa estadounidense. Ahora Amenábar, basándose en el cómic El tesoro del Cisne Negro, de Paco Roca, adaptó esta historia.
“Flotaba el concepto ‘aventura’ por todos lados en esta historia. Y cuando piensas en una aventura con un tesoro, el matiz es que los héroes trabajan en el Ministerio de Cultura y lo que intentan rescatar es un tesoro que no es ni más ni menos que patrimonio histórico y cultural. Estos héroes, en vez de defender con espadachines, son funcionarios que están defendiendo el patrimonio. Y cuando haces una obra de ficción como es La fortuna, que es un producto que habla de la cultura tiene interés”, describió Amenábar.
El cineasta se refirió también al paso del cine a una serie de televisión. “Este proyecto era una novedad para mí en muchos sentidos. Es la primera vez que trabajo sobre un material previo. Y ese material es un cómic. Eso ya tiene cierto condicionante porque yo quería hacer una serie que honrara al cómic original. Y no quería desperdiciar nada de lo bueno que tenía”, comentó el realizador. En principio, Amenábar quería hacer un largometraje, pero luego asumió que el proyecto encajaba mejor en una serie. “La medida justa son los seis episodios que tiene”, ejemplificó. Pero también señaló que el plan de rodaje fue muy largo, donde el director trabajó de “un modo muy cinematográfico”. “No ha habido ninguna imposición ni autoimposición en cuanto a planificación”, destacó Amenábar. Señaló que uno de los desafíos que tenía era “el reto de la multipantalla, dado que muchas veces la gente ve las ficciones en un móvil”. En ese sentido, a pesar de eso, decidió rodarla como si fuera una de sus películas.
“Yo me considero un animal de cine y pienso en películas. Teníamos un proyecto y, de hecho, ya lo tenía guardado en el cajón porque nadie quería producirlo. En medio de esa crisis en la que no podía sacar adelante una historia que yo consideraba importante en este país, surgió este guión. En el momento en que cayó en mis manos el cómic, surgió la posibilidad de hacer la serie. Y todos contentos”, explicó Amenábar.
“Debo reconocer que soy un poco un intruso en el mundo de las series porque yo soy fundamentalmente espectador de películas. Por supuesto que he visto algunas de las series que ha visto todo el mundo, pero soy espectador natural de películas. Entonces, cuando adaptas un cómic como éste que le rinde homenaje a Tintín, en realidad, no estaba en mi mente Tintín cuando empecé a adaptarlo sino todo ese cine genuino de entretenimiento que me había emocionado cuando era un niño o un adolescente. Y eso me remitía a Steven Spielberg o a James Cameron. Esos eran mis referentes”, confesó Amenábar.