Son ocho mujeres, de un mismo nombre y vivencias en más de un sentido compartidas. Todas traducidas desde el cuerpo de Agustina Toia, en su articulación de dolores y alegrías. Inspirada en las vidas de Juana Manso, Juana la Loca, Jean D’Arc, Juana Azurduy, La Papisa Juana, Giovanna Marturano, Juana de Ibarbourou y Sor Juana Inés de la Cruz, Las Juanas: una herejía cósmica se estrena mañana a las 20 en el Cultural de Abajo (Entre Ríos 579), con protagónico y dramaturgia de Toia, y dirección y puesta en escena de Severo Callaci.
“Fue un trabajo de investigación muy grande, también para ver qué era lo que resonaba conmigo, de manera particular. Con Severo (Callaci) nos gusta mucho abordar desde lo personal, desde lo íntimo, para que sea algo que nos toque, como creadores y artistas. También fue un proceso muy largo, nos llevó más de cinco años. Empecé a pensar en estas Juanas en 2014, al volver de Europa luego de vivir allí durante muchos años. Primero me llamó la atención que se llamaran igual, así como muchas cosas en común: ir a la guerra, ser las primeras mujeres en escribir, las primeras feministas; todas en diferentes épocas de la vida y distintas partes del mundo”, explica Agustina Toia a Rosario/12.
De acuerdo con la elección, Toia destaca que “son cuatro Juanas latinoamericanas y cuatro Juanas europeas. Empezamos a pensarlas desde sus poesías, los manifiestos que habían escrito, para ver los aspectos que tenían en común. Como por ejemplo entre Juana de Arco en Francia y Juana Azurduy en Argentina: ambas fueron a la guerra, defendieron sus patrias y fueron olvidadas. La Azurduy murió en una fosa común, en la pobreza total, y hoy le levantan monumentos; a Juana de Arco la quema la Inquisición y hoy es la santa patrona de Francia. De esta manera, empecé a pensar en cuestiones a trabajar que se relacionaran con temáticas de la mujer, como la violencia doméstica, el aborto, el abuso de poder; todas cuestiones a pensar y debatir”.
-En este sentido, ¿cómo es la puesta en escena?
-La propuesta es la del teatro físico que venimos trabajando con Severo, así como en El ángel de la valija. Lo que nos interesa es generar un universo desde lo físico, con la actuación, también como un desafío para nosotros. Son ocho personajes, ocho mujeres diferentes. Algunas están en la vejez, otras en la infancia, en diferentes momentos de sus vidas. Desde lo creativo de la puesta en escena, la escenografía se da como en un cuadro en movimiento, que se ve permanentemente modificado: se arma la celda de Juana la Loca que está en la torre de Tordesillas, se va armando la plaza, el confesionario, el cielo, toda la puesta en escena está en movimiento, es hermoso, y así con cada Juanita. Las llamo así porque hay una ternura muy grande en cada una, ya son una para mí, tal vez lo sean.
Según Toia, el proceso de investigación la llevó a los lugares reales, como “la plaza de Rouen, donde quemaron a Juana de Arco; en el Vaticano fuimos a buscar el trono de la papisa, la única mujer papa que la historia ocultó y que muere en una procesión santa, por un aborto que tiene, fue así cómo se enteraron de que era mujer. Con Severo desarrollamos este trabajo a través de mucha búsqueda de imágenes, de ensayos, de probar, armar y desarmar. Como compañía trabajamos mucho con las obras que hacemos y nos tomamos el tiempo necesario para armarlas”.
-Hablás de “Juanitas”, y se entrevé que son parte íntima tuya.
-Las fui tejiendo a través de mi cuerpo y mi alma. La propuesta utiliza un vestido blanco, que es el que nos han puesto siempre, el del bautismo o la comunión, hay algo de eso, de una carga muy grande para todas, pero se va transformando, para convertirse en bandera, en pancarta, en dispositivo escénico, con mi cuerpo y las energías de todas ellas, porque son energías que voy habitando.
-En este proceso, ¿descubriste algo que desconocieras sobre ellas?
-Mi abuela siempre me mencionó a Juana de Ibarbourou, porque me recitaba sus poemas junto con los de Sor Juana. Es decir, yo las conocía por poetas. Llegué a ellas a través de la poesía, del amor. Ellas le escribían a la naturaleza, a la belleza, a las estaciones del año. Algo muy puro y bello. Descubrí que Ibarbourou sufrió la violencia doméstica de parte de su marido y de su hijo, la abandonan y le sacan la casa. Eso no lo sabía y lo incorporé desde la violencia de género actual. También era adicta a la morfina y se refugiaba en la poesía. Si hay algo que me identifica con las Juanitas es esto: buscar un camino propio para seguir con nuestro deseo.
-Mientras hablás se trasluce el lugar que compartís con Severo en cuanto a la creación.
-Nos acompañamos con mucho amor y paciencia. La pandemia fue el momento de creación de esta obra, muy intenso a nivel personal y humano. El encierro de alguna manera permitió vivenciar lo que aquellas mujeres vivieron, uno siente el momento de la creación de un modo intenso y te identificás permanentemente. Durante la pandemia, esto nos salvó desde un mensaje de libertad, de amor, de igualdad. Es algo que venimos pensando como creadores y compañeros de vida, en lograr una unidad y armonía entre hombre y mujer. Siento que esta obra es como un regalo para todas las mujeres.