Trueno aprendió a pararse en un escenario desde muy chico, y la seguridad de sus movimientos es sorprendente. Consigue cambiar de propuestas sin lucir pretencioso ni forzado: es así como pasa de competir en la plaza a hacer música y tocar con banda en vivo. Pero cuidado: ese niño de 14 años, que desafiaba a oponentes que le llevaban dos cabezas de altura, hoy es una fiera.
Después de casi dos años con una nueva pandemia instalada en el mundo, que dejó el entretenimiento como un compendio de anécdotas sin certezas de actualizaciones posibles, volvieron los recitales y con ellos un doble desafío: lograr un show atractivo respetando las medidas sanitarias sin perder el sentimiento de fiesta. Para Trueno, la apuesta tenía una tercera consigna: Mateo no tenía un antecedente como cantante arriba del escenario, porque su explosión surgió al calor hostil de la cuarentena, un aislamiento durante el cual supo reventar estadísticas digitales.
Pero su crecimiento exponencial va mucho más allá de los números. Con unas cómodas tres fechas sold out en el Gran Rex, Trueno reafirmó su capacidad artística en un doble tempo pedagógico. Su improvisación en las rimas tiene un reverso en la osadía premeditada: el atrevido tiene sus planes. Y nos los enseña con gestos, en la hora y 20 de un show donde no hay espacio para rellenos (ni soportes) ni tiempos muertos.
► La argentinidad en doble tempo
El último campeón del freestyle pre-covid es el nuevo sostén de una tradición barrial, donde Trueno no hace otra cosa que escribirle una carta de amor a La Boca, describiendo sus personajes y el espíritu azul y oro acompañado por los suyos. KMI420, quien lo secunda en voces en prácticamente todas las canciones, nacido y criado en la Comuna 4, dato que se recordará muchas veces durante el show con la misma potencia que un punchline. El Candombe de La Boca, quienes pusieron el ritmo en el momento más emotivo (el homenaje a su amigo Chucho). Y, por supuesto, la figura de Pedro Peligro, su papá y mentor.
Arengando, este rapero vieja escuela mira el sueño en vivo de su hijo ya no concretarse, porque su sueño duerme tranquilo en una king size; y ahora es el padre copiloto de sus fantasías de hombre consagrado. Un Trueno padre que lo es cada vez más, y un niño que ha dejado de serlo, con una ternura y talento que conservan la misma potencia del primer día.
La oda boquense encuentra en Atrevido una misión ambiciosa: dar una lección de música argentina. Trueno tiene el talento (entre muchos otros) de hablar como un veterano sin sonar pretencioso. Así es como con naturalidad, al hacer Panamá, el tema que tiene con Duki, le manda un shout out al "amigo de la música popular argentina". La precocidad de dos leyendas hoy es un hecho.
De forma explícita, Trueno ofrece un espectáculo ATP (y se refiere varias veces a su público como "familia"), incluso en momentos íntimos, como cuando llega el turno de Sólo por vos, una canción en clave romántica y que es sin dudas una de las más sólidas de su carrera, y decide dedicársela a padres, madres y niñes en general: "Siempre fuiste un punto aparte entre tanta gente / Yo siempre tan ignorante, pero transparente".
► Talento de exportación
Fronteo y sentimentalismo son los dos humores que fluctúan durante el show, y lo marcan desde el principio. Abre con 20.1.9, la potente intro del álbum, para pasar enseguida a Rain, el tema pre disco, donde aún terminaba de confeccionar los últimos detalles de "Trueno pai", un mensaje a su alter ego y un aviso a los haters. En el camino, Mateo prescinde del artificio en el escenario, se vale de su euforia y el reverb de la gente que canta sus temas e intenta imitar el flow.
"Y aunque las masa' quieran, yo no soy un Justin Bieber. Perdón, pero las calle' de mi barrio me lo impiden", sigue con GPS, y debe encargarse de conseguir que el tema mantenga su fuerza sin el apoyo de Alemán. Queda invicto para recibir a Trueno padre y un freestyle con trompetas, un número que desde la teoría pareciera no funcionar, pero acá hay escuela.
Trueno mantiene la naturalidad del mensaje que quiere transmitir; las aventuras de los dos puentes, la impunidad policial, los colores de un barrio representados por dos tonos, pero que al inscribirse en el plano artístico se cargan de un prisma infinito y la síntesis de toda su propuesta: el talento argentino es de exportación. Y aunque hubo falta general de invitados de esa camada (no estuvieron Alemán, Wos, Duki ni Bizarrap, con los que sacó temas), la ausencia se saldó a la medida del romance: antes del bis, Nicki Nicole fue a consentir al ídolo para cantar el hit global Mamichula.
Trueno es espontáneo y a la vez disfruta de una carrera muy prolija. A diferencia de los principales colegas del rap y hip hop, no cargó sus canales de singles. A su confesional Rain, que vió la luz en el momento de mayor ebullición de las batallas, le siguió, después de dos años, su primer trabajo discográfico. Un álbum corto, con pocas colaboraciones, un concepto y la clave del éxito: hacer un disco por el deseo y no para imitar a la gran mayoría de los competidores de rimas que graban probando suerte.
Mateo ha coronado su camino de rapero, le calzan los laureles y los fans que ya tachan los días esperando lo que se viene.