¿Habrá llegado el momento de león herbívoro para Christophe Krywonis? Algo de eso se advierte en Parrillero: pasión por las brasas, excepto lo referido al veganismo, claro. Es que el reconocido cocinero y jurado televisivo deja de lado los modismos de Gordon Ramsay franchute para explorar lo que él mismo denomina una religión e icono de la cultura local. “Acá soy más yo. Sé que exijo mucho en el trabajo. Soy famoso por eso. No soy fácil de trabajar, pero es de apasionado. Acá le pongo mi impronta, soy televisivo, pero se ve un 99% de lo que es Christophe. Los productores me han dicho que me ven jodón, trabajando y poniéndole el hombro a todo. Me siento honrado pero sobre todo estoy feliz”, le dice el exintegrante de Masterchef a Página/12. El envío, compuesto por 12 episodios, tendrá su estreno este domingo a las 21.30 por Space.
El reality gastronómico, producido por WarnerMedia, cuenta con la ventaja de recurrir a un formato bastamente conocido por la audiencia. En este caso, dos concursantes de diversas localidades argentinas dirimen su expertise al fuego, y tras ese reto uno de ellos compite contra el cocinero de origen galo. El jurado final, en este caso, está compuesto por residentes de cada lugar que visitan (Necochea, Arrecifes, Neuquén, Capital Federal, Venado Tuerto). “Aquí no soy juez ni verdugo. La idea nació de un concepto que me atrapó de inmediato: cocinar al lado de la gente. El verdadero objetivo es ese. Conectar desde allí con esa llegada y el acercamiento. No hay tantas reglas. Competimos uno a otro pero sin otro fin más que cocinar. Me enfrento a los fuegos y el jurado es federal. Recorrimos casi todo el país. El gran premio es el de ser el parrillero de la semana”, cuenta quien fuera parte de Pesadilla en la cocina.
El formato de Parrilleros, en sí, se percibe más cerca de Fire Masters o Duelo de parrillas. Tras realizarse en México y Chile, llega a la tierra donde fue noticia -y herida para el orgullo- la última posición de un grupo de compatriotas en el mundial del asado 2015. El primer episodio será en Tomás Jofre, una pequeña localidad del partido de Mercedes, parte de la ruta de los chacinados. Los responsables del programa saben que un must de la propuesta es oír a Christophe decir una frase como “¡estamos en la cuna del chorizo!”, cuando chicanea a un parrillero (“¿no te me estarás afrancesando?”) o al juzgar duramente la cocción de unas achuras (“esos riñones estaban más secos que Tutankamón). Otro tanto pasa por las novedades que se incorporen en la parrilla más allá de los cortes clásicos. “Vamos a asar carnes, pollos, cerdos, verduras, frutas y otras cosas que no quiero contar. Hay cosas que nunca había probado. Y yo mismo innové. Hice una tortilla de morcilla con migas de pan y oporto, me la llevo en mi cabeza para mi próxima rotisería”, seduce el hombre de la mirada impasible.
-¿La intención del programa es romper o jugar con la devoción que hay aquí por el asado?
-Pensé mucho eso. ¡Como francés, encima! No lo pensé desde el lugar de si tenía que hacerlo o no por ser francés, pero sí como iban a interpretarlo. La Argentina es tierra de inmigrantes y yo, como tal, me reivindico como inmigrante de primera generación. Vine a conocer un país, su tradición culinaria, me instalé y aquí conocí cómo cocinar a las brasas. Era nuevo para mí. Era cocinero de la embajada de los Estados Unidos y un jardinero me enseñó a prender las brasas. ¡No sabía prender el fuego! “Maestro, use espinillo para prender quebracho”. Y así fue como aprendí (risas).
-¿Qué es lo que tienen las brasas?
-Más allá de la tecnología y avances, hoy todos los chefs se vuelcan a cocinar de este modo porque es lo más rico. No sólo por el sabor sino por el calor que emite. Es único. Y es más llamativo en imagen.
-¿Cuánto ayuda que el público ya conozca este tipo de formatos?
-Mucho. Hay un lugar para todos. Los realities son muy buenos o muy malos: el público es el que lo decide. Pueden poner mucha plata y no tener éxito. Parrilleros tiene algo de apuesta. Vi la versión de Chile y de México, pero la impronta de aquí es genial. El formato se asimila con lo culinario y lo cultural. Pasta, ensalada y asado. Ahí ya tienes el 70% de la gastronomía local.
-En una de las visitas que hizo Anthony Bourdain para su programa Sin reservas, se refirió al gusto reseco por la carne. ¿Será ese uno de los debates de Parrilleros?
-Es que es una pesadilla (risas). Lo pensé bastante. Uno es como es. Yo no voy a cocinar pasado de punto para satisfacer al jurado. Voy a cocinar como me parece a mí. El día que me pasé del punto, bueno, perdí la competencia.
-¿Usted está más del asador obsesivo o del que cree que no hay secretos?
-Los secretos no existen en gastronomía. No hay recetas a escondidas hagas un asado a la cruz o parrilla. Todos los cocineros aman compartir. Y creo que este programa tiene eso.